La menor participación electoral de vecinas y vecinos de Córdoba no fue determinante en el triunfo de Daniel Passerini, según surge de comparar el resultado de hace un mes con el de este domingo, cuando Hacemos Unidos por Córdoba se impuso con una diferencia de 50.558, una cosecha menor que la lograda por Martín Llaryora, quien le había ganado a Luis Juez por 56.264 sufragios en la capital provincial.
La baja concurrencia a las urnas incidió de manera similar en los dos espacios mayoritarios, por lo que no tuvo una incidencia en el resultado final. En números concretos: mientras que Passerini tuvo 20.688 votos menos que Llaryora, la cosecha de Rodrigo de Loredo fue de 14.962 votos menos que Juez.
El cálculo fue realizado por el politólogo Juan Cruz Gómez, quien sostiene que ante los resultados “se puede observar que no hubo corrimiento de votos entre espacios, sino que los 10 puntos de baja en el nivel de participación incidieron de manera homogénea entre los dos que aglutinaron el 88% de los votos”.
El consultor considera que pese a una merma de 10 puntos porcentuales en la participación, “la incidencia en los frentes más importantes fue homogénea, ya que Hacemos Unidos perdió el 6,2% del capital electoral y Juntos por el Cambio, 5,4%”.
Qué habría cambiado el resultado
Para Gómez, “había dos factores que podían alterar ese resultado” del 25 de junio, en el primer tiempo del triunfo del llaryorismo.
1) Que en menos de un mes el oficialismo perdiera votos a favor de la oposición.
2) Que la participación electoral aumentase de manera considerable, absorbiendo el espacio opositor un porcentaje importante de esos nuevos votantes. o casi en su totalidad .
3) La posibilidad que un mix de las anteriores incidiese.
¿Qué pasó finalmente? “Los capitalinos plebiscitaron por segunda vez en pocos días una gestión que goza de muy buena salud en términos de opinión pública, dimensión poco valorada en numerosos análisis políticos”, sostiene el politólogo, asignándole al 65% de aprobación que tiene el gobierno de Llaryora un rol no siempre ponderado a la hora de leer los sondeos de opinión.
En ese sentido, el experto asegura que la tendencia del electorado expresada en la elección a gobernador “estaba prácticamente consolidada” ante una elección planteada por el oficialismo en términos plebiscitarios.
En este marco, el analista sostiene que la baja participación es un “fenómeno tributario de una crisis de representación que afecta a la clase política toda”, más allá del accionar “irresponsable y reprochable” de la Junta Electoral Municipal de haber amplificado la información de que no iba a haber sanciones por la inasistencia a votar.
Si los capitalinos que no fueron a votar este domingo y sí lo habían hecho en junio hubiesen votado al mismo espacio que en la elección a gobernador, Passerini habría juntado 346.847 votos (47,5%); mientras que De Loredo habría sido votado por 306.182 (42%).
Otro cálculo: si los votantes de Hacemos Unidos y de Juntos por el Cambio que no fueron a votar el domingo (y sí lo habían hecho en junio) se hubiesen volcado en su totalidad a favor de De Loredo, una filtración de votantes del oficialismo hacia la oposición, tampoco le hubiese alcanzado al radical: todavía le habrían faltado 14.928 votos para dar vuelta la elección.
Sin embargo, Gómez entiende en su análisis que la incidencia del aparato peronista para dar vuelta la elección (ver página 5) sí parece haber sido determinante para sostener la diferencia que le dio el triunfo a Passerini.
También los números muestran que la polarización fue mayor que en la elección provincial, lo que licuó las terceras opciones, fomentado por un sistema de reparto de bancas que le da al oficialismo la mayoría automática.
Para Gómez, las mediciones de opinión pública que utilizó Juntos por el Cambio tuvieron como punto exitoso “haber instalado” durante muchos meses que Rodrigo de Loredo era el favorito. Ese liderazgo en el posicionamiento fue relativizado por la campaña: “El recorrido de Rodrigo de Loredo comienza desde 2021, cuando gana la elección legislativa; un camino de creciente exposición que lo llevaron rápidamente a alcanzar un techo que rondó entre los 38 y 43 puntos”, dice el consultor.
En cambio, Passerini corrió desde atrás hasta después que Llaryora fue proclamado gobernador, la primera semana de julio, cuando comenzó a recortar distancia. En esto parece recaer la sorpresa que provocó el domingo la victoria del viceintendente por más de siete puntos.
