La semana pasada, Juan Schiaretti se mostró en una foto con el intendente de Tigre, Julio Zamora. No se trató de una reunión política más. El encuentro marcó uno de los límites del armado nacional que está construyendo el exgobernador cordobés: Sergio Massa es uno de ellos, Cristina Kirchner es el otro.
“Nada que hoy tenga que ver con el kirchnerismo”, insisten los operadores de Schiaretti, cuando hablan del amplio abanico que el mandatario provincial intenta aglutinar en el partido nacional que está construyendo, que ya tiene nombre propio: Hacemos, a secas, por ahora sin otro agregado.
El intendente de Tigre, junto con el de Esteban Echeverría, Fernando Gray, son los dos gobernantes bonaerenses con los cuales viene hablando Schiaretti.
Ambos fueron acercados por el diputado nacional, Florencio Randazzo, excandidato a vicepresidente de Schiaretti, el año pasado, y ahora el principal armador en el estratégico territorio electoral bonaerense.
Juan “Juanchi” Zabaleta, exintendente de Hurlingham, y exministro de Desarrollo Social de Alberto Fernández, es otro de los bonaerenses que están trabajando en el armado de Hacemos en Buenos Aires.
Zamora es el archirrival de Massa, ya que fue de su riñón, pero luego rompieron la relación personal y política, cuando el intendente se negó a dejarle el sillón principal del municipio a Malena Galmarini, la esposa del entonces candidato presidencial.
Zamora derrotó a la esposa de Massa en la interna para ser candidato a intendente, y luego consiguió su reelección.
Schiaretti ahora acordó con Zamora, por lo cual mantiene a Massa en el casillero de los rivales políticos.
Lo mismo sucede con Cristina Kirchner. Dos semanas atrás, en Mendoza, cuando Schiaretti habló por primera vez de política en público, desde que dejó el poder en Córdoba, insistió en sus embestidas contra al kirchnerismo, a quien responsabilizó de la actual situación del país.
No mencionó al presidente Javier Milei de manera directa, lo que marca otro de los ejes de la estrategia política nacional del exgobernador: mesura al referirse a la gestión libertaria.
Por ahora, es incipiente la estructura que Schiaretti tiene en el distrito electoral más grande del país, aunque los operadores schiarettistas tienen una mirada más optimista: “El año pasado, cuando ‘el Gringo’ (Schiaretti) fue candidato presidencial, no tuvo el apoyo de ningún concejal. Ahora ya tenemos a algunos intendentes y habrá más. Hemos avanzado en el conurbano bonaerense”.
El año pasado, para la campaña presidencial, Schiaretti contó con el respaldo del entonces diputado nacional Alejandro “Topo” Rodríguez, un peronista que responde a Roberto Lavagna.
Sin embargo, ahora el dirigente bonaerense se sumó al equipo del radical Facundo Manes, quien está recorriendo la provincia de Buenos Aires con la aspiración de buscar su reelección en la banca de diputados, por un espacio más amplio que el radicalismo al cual pertenece.
Manes es un dirigente que siempre tuvo un buen diálogo con Schiaretti. No obstante, ahora están trabajando en espacios y con objetivos distintos. El neurocirujano está concentrado en la provincia de Buenos Aires, mientras que el exgobernador busca construir un espacio nacional.
Schiaretti y el dirigente radical tienen muchas coincidencias. El año pasado, ambos trabajaron para ampliar Juntos por el Cambio, en un plan que tenía la bendición del entonces precandidato presidencial Horacio Rodríguez Larreta.
Aquel intento quedó en la nada por la férrea oposición de Mauricio Macri y de Patricia Bullrich, entonces precandidata presidencial, que vieron en aquella movida el objetivo de beneficiar al jefe de Gobierno porteño en las Paso de Juntos por el Cambio.
Hoy, el escenario es distinto. Schiaretti, Manes y gran parte de los dirigentes que abrevaron en Juntos por el Cambio están pensando en las elecciones legislativas del año próximo. Pero, sobre todo, en el lejano 2027, cuando se elija presidente.
Schiaretti está recorriendo diferentes provincias. Se muestra en fotos con distintos dirigentes, pero aún no habla en público de su estrategia electoral nacional.
En Córdoba, sus dirigentes más cercanos, el diputado Carlos Gutiérrez, Carlos Massei y el llaryorista Miguel Siciliano, sólo difunden que por ahora el objetivo es que, antes de fin de año, el nuevo partido Hacemos tenga reconocimiento de la Justicia electoral en 14 provincias.
Para convertirse en un espacio nacional, cualquier partido necesita estar constituido en al menos siete provincias.
“La política de alianzas será un tema posterior. No podemos sentarnos a hablar con nadie si antes no tenemos un partido reconocido en ese territorio”, explican los armadores schiarettistas.
De todos modos, el nuevo espacio político que se imagina Schiaretti no es muy diferente a lo que intentó armar el año pasado, con la campaña presidencial muy avanzada: una ampliación de lo que en ese momento era Juntos por el Cambio, que integraban el radicalismo, el PRO y la Coalición Cívica.
En aquel momento, Schiaretti hubiera sido la pata peronista de esa coalición, que finalmente no ingresó a balotaje, con Patricia Bullrich como candidata.
Hoy, los schiarettistas consideran que pueden sentarse a hablar con el radicalismo en casi todas las provincias. También, con dirigentes del PRO que rechazan el acercamiento de Macri con Milei, y peronistas que ya no reconocen a Cristina Kirchner como su referencia nacional.
Estas son las tres peceras en las cuales los schiarettistas creen que pueden pescar dirigentes.
Boleta Única de Papel
La aprobación del Senado de la Boleta Única de Papel, que volvió a la Cámara de Diputados porque tuvo cambios, marcará un cambio importante en la estrategia electoral de todos los espacios políticos.
Habrá que esperar cuál es la ley de boleta única que se aprueba, porque son distintas las que avalaron los diputados y los senadores. Pero lo concreto es que el sistema electoral nacional tendrá un cambio importante, que se implementa en Córdoba desde hace varios años.
La eliminación de la tradicional boleta por partido o alianzas generará cambios de estrategias. Por ejemplo, en la provincia de Buenos Aires, el gobernador Axel Kicillof seguramente impulsará elecciones despegadas de las nacionales, ya que el año que viene en esa provincia también se elegirán cargos locales: senadores y diputados provinciales, concejales y delegados escolares.
Kicillof convocaría a votar en otra fecha distinta a la elección de diputados nacionales, que será con boleta única, porque el distrito bonaerense no cambiará su sistema electoral e implementará la tradicional boleta de papel.
Este será un cambio importante. Si Schiaretti aspira a construir un espacio moderado, nacional y de centro, debería tener presencia y candidatos en la provincia de Buenos Aires, cuando se elijan autoridades locales.
“No decimos que el año que viene no será importante, pero la meta de este nuevo espacio es 2027. Las elecciones legislativas del año que viene serán distritales. Cada espacio tendrá en las provincias un armado propio. Nosotros queremos estar en la mayoría de las provincias, pero nuestra apuesta más fuerte son las elecciones presidenciales”, razonan cerca de Schiaretti.
