“Nadie resiste un archivo”, dice el adagio popular. Es casi una sentencia para la clase política argentina. Cristina Kirchner no es una excepción a esa regla.
En medio de las tensiones internas en el gobernante Frente de Todos, no pocos albertistas fueron a buscar la carta que la vicepresidenta de la Nación difundió luego de la derrota del oficialismo, en las Paso legislativas del 12 de septiembre del año pasado.
En una carta pública que cayó como un misil en el Gobierno nacional, en uno de sus párrafos, Cristina Fernández escribió algo que en aquel momento fue una cuota de tranquilidad para el albertismo.
“Sé que gobernar no es fácil y la Argentina menos todavía. Hasta he sufrido un vicepresidente declaradamente opositor a nuestro gobierno. Duerman tranquilos los argentinos y las argentinas… eso nunca va a suceder conmigo”, decía la misiva.
Aunque no lo nombró, la referencia de Cristina Kirchner apuntó al radical Julio Cobos, el vicepresidente de su primer mandato, que terminó volteando con su “voto no positivo” el intento de la entonces flamante presidenta de imponer las retenciones móviles para el sector agropecuario.
Si bien la carta pública de la vicepresidenta fue muy dura en contra de la gestión del Presidente y reclamó cambios “urgentes”, aquella referencia crítica hacia el mendocino Cobos generó cierto alivio en el albertismo.
Algo absolutamente opuesto a lo que sucede en estos días, cuando los propios albertistas ven una “embestida destituyente” de la vicepresidenta.
En otra oportunidad, en noviembre del año pasado, Cristina volvió a referirse a su primer vicepresidente (el segundo fue el condenado Amado Boudou), cuando en un acto en la provincia de Buenos Aires, aseguró: “No esperen de mí que haga oposición a mi gobierno”.
Preocupados, y casi al borde la angustia, los funcionarios más cercanos al presidente Alberto Fernández desempolvan archivos, con el objetivo de dejar mal parada a la vicepresidenta de la Nación, que en los últimos tiempos no oculta su fastidio con el rumbo del Gobierno nacional.
Es cierto que Cristina Fernández no cuestionó en los últimos dos meses de manera pública al presidente Alberto Fernández, pero sí lo hicieron su hijo Máximo Kirchner y Andrés “el Cuervo” Larroque, entre otros cristinistas, que no abren la boca sin un guiño de su jefa política.
Para el Presidente y sus colaboradores más cercanos, los cuestionamientos públicos de Máximo y “el Cuervo” tienen el impulso y la aprobación de Cristina.
Desde el 1º de marzo pasado, cuando el Presidente y la vicepresidenta se vieron por última vez en el Congreso nacional, en la apertura de las sesiones ordinarias, Cristina Fernández hizo dos referencias públicas a Alberto Fernández.
Aunque no lo nombró de manera puntual, fueron definiciones que apuntaron a su primer jefe de Gabinete, el dirigente que impulsó para llegar a la Casa Rosada.
“Que te pongan una banda y te den el bastón presidencial, un poquito de poder es. Pero, créanme, y lo digo por experiencia propia, no es todo el poder. Y ni te cuento cuando no se hacen las cosas que hay que hacer”, afirmó la vicepresidenta, el 4 de abril pasado, al cerrar la sesión plenaria de la Asamblea Parlamentaria Euro-Latinoamericana (Eurolat), que convocó en Buenos Aires a legisladores de Europa y Latinoamérica. Fue una crítica vedada a la gestión del presidente Alberto Fernández.
El martes último, en medio de las repercusiones por las duras críticas de Larroque al Presidente y a varios de sus ministros, la vicepresidenta escribió un mensaje en las redes sociales que, nuevamente, pareció destinado a Alberto Fernández.
“¿Cómo íbamos a hacer para gobernar el país después de la crisis de 2001 con apenas el 22% de los votos? Mi respuesta fue única y categórica: nos íbamos a legitimar gobernando… porque se podía ser legítimo y legal de origen y no de gestión”, otro dardo envenenado que apuntó a la Casa Rosada.
Expectativa
En este contexto, el albertismo sigue con mucha inquietud una nueva aparición pública de Cristina Kirchner, que será este viernes, en Chaco.
Acompañada por el gobernador Jorge Capitanich, el peronista más cercano a ella, la vicepresidenta recibirá el doctorado honoris causa por parte de las autoridades de la Universidad Nacional del Chaco Austral.
La vicepresidenta hablará sobre “Estado, poder y sociedad: la insatisfacción democrática”. Con esa temática nadie tiene dudas de que se referirá a la situación del país y al Gobierno que ella integra, del cual se quiere despegar, en su pelea con Alberto Fernández.
Hasta cuándo llegará esta disputa interna en el oficialismo nacional es una pregunta sin respuesta.
En la reunión de este miércoles del gabinete nacional, los ministros no ocultaron con sus gestos el momento de tensión que se vive en la Casa Rosada.
La única esperanza que tienen los funcionarios albertistas es la gestión de mediación que comenzó Sergio Massa, presidente de la Cámara de Diputados.
El resultado de la negociación que inició el tigrense tal vez se conozca este viernes, con el discurso de la vicepresidenta en Chaco.
