Como grilla de largada para la carrera presidencial, la elección de medio término es apenas un indicador, bastante acotado y difuso.
Hay ejemplos en los dos sentidos: presidentes que ganaron la legislativa y después no lograron la reelección, y otros que perdieron su primer test parlamentario y lograron después quedarse un período más.
A eso debe sumarse el comportamiento cada vez más variable que está teniendo el electorado, ya no sólo en Argentina sino a nivel global, donde lo único constante parece ser el cambio.
De hecho, se puede trazar una curva de los últimos 10 años en Argentina, con paradas electorales cada dos años, y podrá advertirse que casi no se repiten los resultados.
Lo que La Libertad Avanza acaba de lograr es repetir triunfos electorales dos turnos electorales seguidos.
Pero hay otro elemento por tener en cuenta: las tres últimas gestiones –Cristina Fernández de Kirchner, Mauricio Macri y Alberto Fernández– tuvieron un tercer año complicado, que los encaminó a una derrota en la siguiente elección presidencial.
El elemento central de la elección de este domingo es la composición del Congreso, la aprobación ciudadana para darle gobernabilidad a la gestión de Javier Milei y una nueva reconfiguración del mapa político, con el que empezamos a transitar el camino hacia 2027.
Surge un primer dato. Por ahora, la foto es para dos. Siguen entrando sólo dos, uno más nítido que el otro: el oficialismo libertario y el peronismo kirchnerista.
Para el resto, soñar con pelear la Presidencia en dos años parece ser una quimera.
En el oficialismo, hay una sola opción para 2027. Es la reelección de Milei o nada.
Este domingo recibió un espaldarazo. Si logra encaminar la gestión y que los resultados sean percibidos de manera más tangible por la ciudadanía que le renovó parcialmente la confianza, las chances de un período más son altas.
Pero –y el pero es enorme– todo es tan vertiginoso en manos de este presidente, que dos años pueden ser más que una eternidad.
Lo cierto es que el liderazgo presidencial queda en pie y los aliados se mantienen como figuras de sostén, pero sin posibilidad de juego propio.
De atrás
El peronismo K Fuerza Patria sigue siendo la principal fuerza de oposición, pero con un resultado que abre todo tipo de dudas.
Ahí el panorama en cuanto a nombres es menos definido, porque aún está en discusión lo referido a liderazgos, con Cristina Fernández presa y Axel Kicillof gobernando el principal distrito del país.
Kicillof se paró fuerte en escena en la elección de su provincia el 7 de septiembre, pero este domingo le revirtieron esa amplia ventaja y perdió ese estratégico bastión.
A partir de eso, quedará mucho por discutir en el principal espacio opositor, con perfiles de dirigentes muy diferentes.
Hasta ahí los que entran en la foto.
Otra vez quedaron afuera aquellos que van por el camino del medio, esa avenida que algunos operadores diseñan muy amplia y se la venden aún más anchas a los dirigentes, pero que se sigue haciendo muy angosta ante las urnas.
Las elucubraciones respecto a que del flamante espacio de la liga de gobernadores llamado Provincias Unidas podría surgir una nueva candidatura presidencial de Juan Schiaretti o sería una chance para los mandatarios Martín Llaryora o Maximiliano Pullaro no superaron esa instancia de conjetura.
Por ahora, siguen sin entrar en la foto. Pero dos años son muchísimo tiempo en la política de cualquier país en esta época de cambios constantes. Y en Argentina, son una eternidad a la máxima potencia.























