Fue el único gobernador peronista que dejó una silla vacía. Una vez más, Juan Schiaretti rechazó una invitación del Gobierno nacional. Fue el miércoles pasado, cuando desde la Casa Rosada convocaron a los mandatarios provinciales para tratar el conflicto por la coparticipación federal con Ciudad Autónoma de Buenos Aires (Caba).
El presidente Alberto Fernández sorprendió al sumarse a la cumbre. El martes pasado, el anuncio indicaba que los anfitriones de la reunión serían el jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro.
En realidad, en la áspera interna del gobernante Frente de Todos admiten que esta movida política de buscar el apoyo de los gobernadores surgió de “Wado” de Pedro. A través de sus contactos con el Poder Judicial, el ministro del Interior se enteró de que –al parecer– la Corte Suprema suspenderá el recorte de coparticipación que la Nación le viene haciendo a Caba desde fines de 2020, hasta que haya un fallo definitivo.
De Pedro le transmitió primero el dato a su jefa política, la vicepresidenta Cristina Fernández. De inmediato acordaron poner en marcha la movida para encolumnar a los gobernadores oficialistas, con el objetivo de presionar al máximo tribunal de Justicia de la Nación.
El conflicto por la coparticipación data de octubre de 2020, cuando el presidente Alberto Fernández sorprendió al anunciar que, por decreto, le restaba un punto de coparticipación (unos 35 mil millones de pesos anuales) a la gestión del jefe de Gobierno porteño, el opositor Horacio Rodríguez Larreta. Esos fondos fueron transferidos directamente a la provincia de Buenos Aires, gobernada por el cristinista Axel Kicillof.
En aquel momento, en plena pandemia y cuando aún gozaba de buena consideración social, aunque ya con tendencia a la baja, el Presidente resolvió esta medida para desactivar la sublevación de unos cinco mil policías bonaerenses que reclamaban mejores salarios.
Dicen que la vicepresidenta tuvo mucho que ver con aquel decreto, para sostener a su ahijado político, el gobernador bonaerense.
En aquel momento, Schiaretti fue el único mandatario peronista que cuestionó el decreto. “El federalismo no se defiende quitándole a un distrito para darle a otro”, argumentó el cordobés.
Unos meses después, el Gobierno nacional insistió con quitarle más recursos a la gestión de Rodríguez Larreta. Pero esta vez cambió la metodología: a través de una ley aprobada en el Congreso, se le recortó otro punto de coparticipación al distrito porteño.
El argumento de la Nación fue que en 2016, el entonces presidente Mauricio Macri le dio –también por decreto– más del doble de los recursos que Rodríguez Larreta necesitaba para financiar una fuerza policial propia de Caba.
Aquel segundo recorte por ley fue apoyado por los diputados del PJ cordobés que responden a Schiaretti.
“El primer hachazo a la coparticipación porteña fue por decreto. Los fondos fueron traspasados directamente a la provincia de Buenos Aires. Eso es inconstitucional. El segundo fue por ley y basado en que Macri le dio a su distrito más de lo que le correspondía para financiar el traspaso de la Policía a Capital Federal”, explicó por entonces Carlos Gutiérrez, para justificar lo que en un primer momento parecía una incoherencia en ambas posturas del schiarettismo.
Escenario nacional
El miércoles pasado, Schiaretti brilló por su ausencia en la Casa Rosada. Fuentes de la Casa Rosada aseguran que hubo contactos de “Wado” de Pedro para invitarlo. No fue la única vez que Schiaretti descartó una convocatoria oficial.
Para no dejar dudas de que no estuvo de acuerdo con esta movida que tiene el sello del cristinismo, el gobernador no envió a ningún emisario.
“Es un Gobierno de locos. No vamos participar de ninguna jugada política. Que se arreglen entre ellos. La Corte pidió a ambas partes que se pongan de acuerdo. Si no lo hacen, habrá un fallo que seguramente favorecerá a Caba”, aseguró un schiarettista puro.
La ausencia de Schiaretti, que coincidió con la de los tres gobernadores radicales, alimentó las versiones que acercan al mandatario peronista cordobés con Juntos por el Cambio.
Las versiones tienen asidero. No hay dudas de que Schiaretti está más cerca de la visión de la oposición que de la del Frente de Todos sobre el rumbo que debería seguir el país.
De ahí a un pase del gobernador a la alianza opositora hay un largo trecho. Schiaretti no está pensando hoy en su proyección nacional. Su objetivo es que el año que viene el PJ revalide su estadía en el poder provincial.
Las fotos con dirigentes radicales, como Gerardo Morales y Facundo Manes, más las versiones interesadas de dirigentes, como el macrista Gustavo Santos y el radical Orlando Arduh, en el sentido de que el gobernador debería sumarse a Juntos por el Cambio nacional, le sirven, y mucho, al PJ cordobés, ya que desconciertan y generan ruido en la coalición opositora provincial.
Cuando parece que mira el escenario nacional, Schiaretti está concentrado en el escenario local. De cara al 2023 electoral que se viene, su primer objetivo siempre será consolidar el poder del PJ en Córdoba. Luego resolverá su futuro político.
