En el plano en que más cómodo se siente –el de la disputa y la confrontación–, el presidente Javier Milei les declaró la “guerra” a los gobernadores. Lo hizo como respuesta a la presión política de las provincias en el Congreso y antes de que se cristalice la aprobación de proyectos con los que los mandatarios buscan recuperar parte de los recursos que aseguran les pertenecen y que la Nación les arrebató.
Hiperconfiado respecto del resultado electoral de octubre y descontando una dura derrota parlamentaria este jueves, Milei spoileó el derrotero de lo que imagina y que aún no sucedió. “Está claro que quieren destruir al Gobierno”, los culpó.

En la previa de la sesión en el Senado –que parece destinada a marcar un fuerte quiebre en la relación de la mayoría de los gobernadores con la administración libertaria–, el jefe del Estado se declaró vencedor de antemano: “Los espero el 11 de diciembre, jodan todo lo que quieran”. La advertencia pareció un primer paso hacia una muy posible venganza. Es el vuelto libertario por el “retraso transitorio” que tendrá –según admitió– su plan económico, una vez impactado por las inestabilidades políticas que generará la batalla que se librará en las próximas semanas en el Parlamento.
Milei va más allá. Asegura que nada de lo que impulsen los gobernadores tendrá efecto práctico, porque el Gobierno “judicializará” en última instancia lo que se apruebe en el Congreso si el veto presidencial no alcanza para frenar las actualizaciones previsionales, las mejoras para la crisis que atraviesa el sector de la discapacidad y el acceso a Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y a una parte de lo recaudado por el Impuesto a los Combustibles. Estos dos últimos proyectos cuentan con el inédito respaldo de los 23 gobernadores, más el alcalde porteño.

Riesgo país más elevado, tipo de cambio en alza, tasas hacia arriba y una merma en el ritmo de reducción de la inflación es la secuencia que imagina el Presidente. “Voy a demostrar que no va a pasar nada. Todo lo que puedan hacer de daño va a tener un impacto transitorio, porque después de que los aplastemos en las elecciones, vuelvo a poner las cuentas en orden a la brevedad”, prometió.
Milei se muestra seguro de lo que sucederá tanto en el plano electoral como en el económico. ¿Coincidirá esa confianza presidencial con la lectura –siempre interesada y desapasionada– que hacen los mercados y los agentes financieros al respecto?Aunque no lo dice, el Presidente sabe que, por más buena elección que realice su fuerza, no tendrá posición dominante en ninguna de las cámaras. Es decir que seguirá necesitando de aliados para avanzar con la segunda parte de las reformas, las “grandes”, entre ellas la previsional, la laboral y la tributaria. ¿Podrá conseguir alguno de esos objetivos en medio de misiles verbales y las heridas lógicas que siempre representa cualquier combate, del tipo que sea? Milei cree que sí, que se puede volver de todo. Se pudo en el arranque de su gestión. ¿Se podrá ahora camino a dos años en el poder?
Convencido de que ceder un centímetro en el frente fiscal ante las provincias es admitir como válido el reclamo económico de los gobernadores, Milei ordenó cortar los canales de negociación. “Nadie nos llama. Estamos jugando al filo, a la espera de poder acordar algo. No hay voluntad de entrar en una guerra con el Gobierno, pero no hay interlocutores”, transmitió un gobernador cuyano –de buena relación con la Casa Rosada– a un diputado aliado a La Libertad Avanza, antes de que el Presidente tratara a los mandatarios de “destructores” de su gobierno.
Riesgos a la vista
Para los gobernadores –especialmente aquellos que no están abiertamente enfrentados con la Nación–, la situación actual de enfrentamiento es también de mucha incomodidad. El cordobés Martín Llaryora está en ese grupo. El paisaje actual obliga al jefe del Panal a ecualizar muy fino su accionar para no repetir el paso en falso del arranque de la gestión libertaria, cuando quedó por algunas semanas como enemigo público de la Casa Rosada y lo pagó.

Llaryora sabe que las necesidades económicas son determinantes para que cierren su Excel y su plan de gestión, pero, al mismo tiempo, no desconoce la ascendencia que conserva el Presidente entre el electorado cordobés. Es un desafío de precisión, no exento de fallas en el pulso.
La nueva fase de confrontación entre la Rosada y las provincias tiene un nivel de tensión inexplorado hasta ahora. En su última aparición pública, hace unas horas, Milei evitó diferenciar entre buenos y malos: todos son culpables de querer dinamitar su administración, dijo.
El “todos contra mí” vuelve a imponerse. ¿Funcionará la misma receta esta vez? ¿Tienen margen los gobernadores para ceder recursos y atar sus gestiones al compás libertario que los trata de gastadores seriales? ¿Y si nadie gana la pulseada? ¿Y si la disputa termina siendo un certificado de estancamiento político y económico?