Javier Milei encontró la fórmula para vencer a la mayoría. Lo hizo con la ley que apuntaba a que los jubilados nacionales no perdieran tanto. Y perfeccionó ayer la técnica a la hora de enterrar la ley que apuntó a garantizar el financiamiento para las universidades nacionales en el último trimestre del año.
Con apenas 37 votos propios en una Cámara de Diputados que tiene 257 miembros, La Libertad Avanza logró imponer hasta ahora los objetivos parlamentarios más relevantes que se propuso: la Ley Bases y el veto de las dos principales iniciativas que había aprobado la mayoría opositora.
En el terreno de la más elemental lógica política, se trata de grandes triunfos del Gobierno. No sólo arremete contra causas que la media de los argentinos hasta ahora consideró relevantes –dejar de perjudicar a los jubilados y garantizar los recursos para un sistema universitario público y gratuito, por ejemplo–, sino que lo hizo denostando esas ideas y a menudo tergiversando y humillando a quienes las siguen defendiendo.
Puede que a Milei le cueste mucho más de lo sostenible aprobar las leyes que necesita –eso muy probablemente quedará a la vista con el Presupuesto 2025–, pero ayer volvió a quedar claro que no tiene dificultades para lograr el puñado de votos que le permite sostener los vetos con los que anula la capacidad opositora de imponer proyectos de ley.
Para hacerlo, necesita de Mauricio Macri: es el único requisito imprescindible. El expresidente y buena parte del PRO no sólo aportan votos, sino que proveen de lo que más le falta al bloque libertario: legisladores capaces de defender las posturas de máxima que les exige Milei a sus limitadas espadas legislativas.
Lo concreto es que La Libertad Avanza lo tiene a Macri y la tiene a Patricia Bullrich. Logró una absorción de hecho de esa fuerza que hoy considera que el cambio es Milei y le entregó su principal bandera.
Ayer, los diputados del PRO festejaron más que los libertarios la ratificación del veto. Una rareza para una fuerza que parece condenada a la desaparición si la experiencia libertaria logra establecerse a largo plazo en el poder. Y también si no lo logra: Macri será superado si a Milei le va bien, y será responsabilizado si a la gestión libertaria le va mal.
Claro que Milei no sólo convenció al PRO. Hizo falta que cuatro diputados radicales volvieran a traicionar lo que habían votado hace unas pocas sesiones, que cinco diputados (cuatro de ellos misioneros) se abstuvieran y que ocho se ausentaran.
Hay dos cordobeses en ese grupo. Se trata del radical Luis Picat, quien se había abstenido a la hora de la aprobación de la ley de actualización de los fondos universitarios impulsada por su bloque y ahora votó en contra, y de la peronista Alejandra Torres, quien se ausentó por motivos de salud corroborados con certificado médico y desde las redes defendió a las universidades, pero no pudo convencer ni a su propio bloque.
Milei puede vencer a la mayoría dentro del Congreso, del mismo modo que puede profundizar la recesión y subir 11 puntos la pobreza en un semestre sin que haya reacciones populares. También puede insultar, defenestrar, difundir datos falsos y determinar que el superávit es más importante que la educación o la subsistencia de los jubilados.
Puede porque lo dejan. Lo más difícil es determinar si eso ocurre porque el sistema político no logra salir del estado de shock que representó la llegada del gobierno libertario o si ese mismo sistema es el que prefiere que lo haga Milei.
