Javier Milei dice que tiene a full la motosierra y la licuadora, pero más bien parece conducir una locomotora a 100 kilómetros por hora. Mientras la oposición no sale de su asombro por las audaces medidas de ajuste que implementa, el Presidente no disimula que acelera para llegar a la dolarización “cuanto antes”.
En realidad, en su última entrevista del jueves pasado con el canal TN, Milei habló de un “mercado de monedas” que “compitan”.
Nadie tiene dudas de que el alicaído peso perderá con el dólar. El Presidente también está convencido de eso.
La “competencia de monedas” es un artilugio verbal para no hablar directamente de dolarización. “El mercado de monedas es el primer paso”, argumentó Milei.
Mientras el Presidente sigue adelante con su plan de ajuste, en el cual las palabras reactivación, producción y trabajo no figuran en su áspero léxico, el PJ nacional comienza a moverse.
Desde hace dos semanas, los gobernadores peronistas mantienen un chat caliente, luego de las medidas que impulsó el Gobierno nacional que afectaron directamente a las finanzas provinciales: quita de subsidios al transporte público del interior, no pago del incentivo docente, eliminación de los aportes del Tesoro nacional (ATN) y la falta de giro a las 13 provincias que no transfirieron sus cajas previsionales, entre ellas, Córdoba.
Los gobernadores peronistas, y también varios de los denominados “dialoguistas” de Juntos por el Cambio, consideran que el Presidente “no tiene plan ni gestión”. Y que, si bien la inflación está cediendo, afloran dos flagelos aun más temidos por cualquier gobernante: recesión y desocupación.
Los mandatarios peronistas Axel Kicillof (Buenos Aires), Gildo Insfrán (Formosa) y Ricardo Quintela (La Rioja) son los más críticos de la Casa Rosada.
El jueves por la noche, unas horas antes de que volviera al país desde España el presidente del PJ nacional –el expresidente Alberto Fernández–, varios gobernadores y encumbrados dirigentes peronistas se reunieron en la sede histórica del partido, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.
Además de casi decretar la caducidad del mandato de Alberto Fernández como titular del partido, la reunión fue un coro de lamentos de los mandatarios y de los legisladores nacionales, con una conclusión alarmante: “el iceberg está cerca”, en referencia a que la gestión libertaria va camino a una crisis profunda.
Siguiendo una estrategia de su antecesor Juan Schiaretti, el gobernador Martín Llaryora se mantiene distante de estas movidas de sus colegas peronistas. Pero entre sus íntimos expresa el mismo convencimiento: se profundizará la crisis nacional.
El cordobés bajó su perfil en la última semana. Milei lo había subido al ring y Llaryora no quiere ese rótulo de contrincante. Al menos por ahora, cuando el Presidente conserva una importante porción de apoyo popular, sobre todo en Córdoba.
Llaryora habla con todos sus colegas, pero se siente más cerca de los “dialoguistas”, un grupo que ahora encabeza el salteño Gustavo Sáenz, un peronista de origen, pero alfil de Sergio Massa desde hace varios años.
Aunque Milei no da pistas de que pueda bajar sus banderas del ajuste y de la embestida contra “la casta política”, Llaryora está convencido de que en algún momento el Presidente se verá obligado a negociar con los gobernadores.
La rebelión, al menos discursiva, que encabezó este viernes el gobernador de Chubut, el macrista Ignacio “Nacho” Torres, amenazando con cortar el suministro de gas y petróleo a la Nación, es un dato político, más allá de la advertencia de difícil cumplimiento: los mandatarios provinciales que apoyaron masivamente al chubutense están hartos del destrato y los incumplimientos del Gobierno.
El temor a la dolarización
Más allá del recorte de gastos que impulsa el gobierno libertario, está la cuestión que puso en alerta a los gobernadores y a toda la oposición: la firme decisión de Milei de caminar hacia la dolarización.
Esta preocupación no embarga sólo a los peronistas. El senador Martín Lousteau, presidente nacional del radicalismo, advirtió: “Ojo con la dolarización. Puede ser un camino sin salida. Se puede entrar, pero ¿después cómo salís, llegado el caso de que no funcione?”, dijo el primer ministro de Economía de Cristina Kirchner a todos quienes lo escucharon en los últimos días.
Salvo Milei y su grupo íntimo, que se cuentan con los dedos de una mano, el resto del arco político nacional no está de acuerdo con perder la moneda nacional.
Tal vez porque alguien le advirtió que el presidente de la Corte Suprema de Justicia, Horacio Rosatti, había adelantado hace varios meses que el país no puede perder su moneda, ahora Milei habla de un “mercado de monedas”, como un modo de no hablar de dolarización.
Como está dicho, sería una competencia desigual entre un auto Turismo de Carretera (TC), que sería el peso, y un Fórmula 1, como el dólar.
Los ruidos de una posible dolarización pusieron en alerta a todo el arco político nacional, más que el brutal ajuste y la licuación de salarios y jubilaciones que aplica la gestión libertaria.
Llaryora eligió el bajo perfil. Ni siquiera puso el grito en el cielo cuando esta semana una voz conocida de la Anses le anticipó que no habrá más desembolsos para las provincias, entre ellas Córdoba y su Caja de Jubilaciones.
En muchos casos, como este del sistema previsional, la motosierra de Milei no se frena ni ante la ley. Directamente no la cumple.
Mientras Milei parece arriba de una locomotora, en el resto de la política nacional se encendieron las alarmas.
¿Qué harán? Es una gran incógnita. Pero, todos creen que al Presidente lo deben frenar antes de que sea demasiado tarde.
