El presidente Javier Milei llegará este sábado a Córdoba para encabezar el denominado “Cabildo abierto”. Los miles de cordobeses que irán a escucharlo a la plaza San Martín de la capital provincial no se preguntarán “¿qué pasa?”, como hace 214 años en la ahora Plaza de Mayo porteña, pero el jefe del Estado llega a la provincia envuelto en un cono de dudas sobre su gestión.
Salvo la sostenida baja de la inflación, los demás números de la economía meten miedo. Además, alimentan la incertidumbre.
El anuncio de la Casa Rosada del “Cabildo abierto” en “la Docta” es una convocatoria festiva. Los libertarios tratan de tapar una resonante derrota del Presidente. Lo que debió ser la firma del “pacto de mayo” con gobernadores, con la “ley bases” aprobada, se convirtió en un acto minúsculo desde lo político.
Encima, el Presidente llegará envuelto en la primera crisis fuerte en su equipo. El jefe de Gabinete, Nicolás Posse, tiene los días contados en el cargo.
Milei esperará que salga la “ley bases” –si es que finalmente esta es aprobada– para desprenderse de su amigo Posse, quien cometió el pecado de pelearse con su hermana, la influyente Karina Milei.
En sus últimas declaraciones, el Presidente dijo que “todo” el gabinete está “bajo análisis”. Fue un modo de llenar la calle de elefantes para que no se vea el que se irá: “el Mudo” Posse, como se lo descalifica en privado al por ahora jefe de Gabinete.
Se sabe que Milei no es de retroceder. En la adversidad, acelera. Es lo que esperan en el Centro Cívico. Están convencidos de que el discurso del Presidente estará lejos de ser institucional. “Le pegará duro a la clase política”, pronostican los llaryoristas.
No sorprenderá. Milei dio un adelanto el jueves por la noche en una entrevista con La Nación+: culpó a “la política” por la suba del dólar paralelo por demorar la aprobación de la “ley bases”.
“Quieren que nos vaya mal. Nos quieren voltear”, agregó, con una definición alarmante. Se refería a “la casta”, como califica a todo lo que no sea libertario o ultraliberal.
Llaryora será testigo directo del potencialmente explosivo discurso del Presidente. El gobernador hubiera preferido evitar la foto con Milei, pero el carácter “institucional” de la convocatoria no le dejó otra alternativa que estar presente en la plaza San Martín.
El gobernador está concentrado en su gestión, a la que no le faltan nubarrones, y trata de evitar roces con el Presidente. Esto no significa que esté de acuerdo con el plan de gestión libertaria. Todo lo contrario. Y será más evidente luego de que se apruebe la “ley bases”. Por ahora, Llaryora espera, como la mayoría de los gobernadores.
Al mandatario cordobés, como a la mayoría de los colegas con los que habla, lo atraviesan dos sentimientos contrapuestos: convencimiento y duda. Considera insostenible un plan económico basado sólo en el ajuste fiscal. Pero, por otro lado, lo sorprende la “paciencia social”.
Milei sigue manteniendo un nivel de apoyo superior al 50% en todo el país (mucho más en Córdoba), pese a que la recesión está haciendo estragos.
El repunte de la economía del cual habla el Presidente lo percibe una minoría, aunque amplios sectores de la sociedad mantienen un nivel de “esperanza” sobre el futuro inmediato, según los sondeos, que sorprenden hasta a los propios consultores.
Polarizar con los libertarios
Quien está también sorprendida por el nivel de “tolerancia” al áspero ajuste libertario es Cristina Fernández. La expresidenta comenzó a moverse y mantiene permanentes reuniones políticas en el Instituto Patria.
Esta semana recibió a dos peronistas cordobeses: el legislador provincial Federico Alesandri y el intendente de Leones, Fabián “Pipi” Francioni.
A todos los peronistas que la visitan, Cristina Kirchner les pide que salgan a “hablar con la gente”.
La expresidenta no habla de candidaturas. Habla de política y no oculta su estrategia: confrontar con Milei, más allá de que es consciente de que hoy lleva las de perder.
“Los peronistas no tenemos que escondernos. Cometimos errores, pero se vivió mejor en nuestros gobiernos. Hay que salir a hablar con la gente; hay que mostrar que existe otro camino, más allá de que hoy parece difícil que nos escuchen”, pregona la expresidenta.
Cristina Kirchner habla de unidad de “todas las visiones” del peronismo, aunque en privado hace excepciones. Cree que Juan Schiaretti nunca volverá al partido. Tampoco se muestra optimista con Llaryora.
Dicen que habla seguido con Sergio Massa. Hay tensión con Axel Kicillof, pero el miércoles pasado mantuvo una reunión –a solas– de dos horas con el gobernador bonaerense.
Kicillof ya está trabajando para ser candidato presidencial en 2027. Quiere a Cristina Kirchner de su lado, pero hay tensión con el hijo de esta, Máximo Kirchner, por “la lapicera” para definir las candidaturas en la decisiva provincia de Buenos Aires, pensando en las elecciones legislativas del año próximo.
La expresidenta no piensa hoy en ser candidata. Pero los cristinistas creen que no podrá evitarlo, para “encolumnar” a todo el PJ bonaerense el año próximo.
En tiempos de crisis, para las urnas de 2025 falta un siglo. Hay quienes piensan en el año que viene, pero el presidente Milei llega este sábado a Córdoba deseando que la semana que viene haya “ley bases” y calmar así al indomable dólar paralelo.
