La sorpresiva disputa interna en la Unión Cívica Radical dinamitó la relación entre las dos fracciones más importantes del partido en Córdoba. Luego de eso, Rodrigo de Loredo rechazó la propuesta de sumarse a La Libertad Avanza y quedó fuera de la pelea, mientras que Ramón Mestre decidió tomar la candidatura y afrontar la carrera electoral en soledad, sin alianzas.
Un movimiento audaz en un escenario muy disputado, sobre todo en el espacio que va del centro a la derecha, donde hasta hace poco se expresaba Juntos por el Cambio, estructura que dejó de existir.
Ese camino no es sencillo. Competir sin socios es hoy una rareza en la política argentina, dominada por coaliciones y frentes. Sin embargo, Mestre apuesta a la boleta pura de la UCR para intentar quedarse con una de las nueve bancas en juego el próximo 26 de octubre. La pregunta es inevitable: ¿le alcanzará?
En los últimos 25 años, después del golpe que significó la alianza con el Frepaso, el radicalismo cordobés ensayó presentaciones propias en 14 ocasiones, ya sea para diputados, senadores, legisladores provinciales o para la gobernación. El promedio de votos obtenidos en esos intentos fue de unos 319 mil, con picos altos y caídas preocupantes. Por ejemplo, en 2009 llegó a 485 mil en diputados nacionales, pero en 2019 apenas alcanzó los 205 mil en la elección de legisladores provinciales.
Ese mismo año, el propio Mestre protagonizó la peor cosecha del radicalismo en una elección a gobernador desde 1983. Obtuvo 222.800 votos, poco más del 10%, cuando la UCR nunca antes había bajado del 20% en esa categoría.
El antecedente más flojo había sido en 2007, con Mario Negri como candidato, cuando alcanzó el 22,17% y quedó tercero detrás de Luis Juez.
El contraste histórico es enorme si se retrocede a 1983, cuando Eduardo Angeloz logró el 55,8% de los votos y se convirtió en el gobernador más votado de la historia de Córdoba. Ese recorrido explica tanto el orgullo como las heridas que todavía marcan al partido.
El escenario actual
Aunque luego de la década de 1990 el radicalismo en soledad nunca estuvo cerca de ganar la gobernación, los registros muestran que aún en sus peores elecciones logró cifras que podrían ser suficientes para acceder a una banca nacional.
Para dimensionarlo, basta recordar que en 2021, por ejemplo, el Frente de Todos consiguió un diputado, con Pablo Carro a la cabeza, ya que sumó 206 mil votos, equivalentes al 10,5%.
Vale recordar que aquella vez Mario Negri fue como competidor a Mestre, lo que dividió el voto radical; o, en realidad, el voto de Juntos por el Cambio más cercano al PRO también.
Ese número es inferior a lo que la UCR obtuvo incluso en sus peores desempeños recientes.
De todas maneras, habrá que esperar el desempeño de las demás fuerzas. Una buena elección de alguna de las fuerzas que largan al frente, como Provincias Unidas o La Libertad Avanza, achicaría la ventana de oportunidad que tendría Mestre con ese piso.
En la disputa, siempre hay que tener presente que el reparto de bancas se define por el sistema D’Hondt, un método proporcional que divide los votos de cada partido por una serie de números consecutivos (1, 2, 3, y hasta 9 en este caso).
Con esos cocientes, se arma una tabla y se asignan las bancas a los valores más altos hasta completar las nueve en juego.
La matemática, y la historia de las elecciones de la UCR en Córdoba, sugieren que Mestre tendría una chance cierta de pelear por la novena banca si logra retener el piso histórico de su partido.
Desafíos internos
El reto no es sólo electoral. Mestre deberá contener a los más de 140 intendentes radicales tentados por el “cordobesismo” (el lunes, según el peronismo, más de 80 compartieron un acto con Juan Schiaretti, candidato de Provincias Unidas) y recomponer la confianza de afiliados que vieron en la pelea interna un golpe letal a las aspiraciones del partido.
De todas maneras, en el radicalismo dicen que apenas unos 29 eran radicales acompañarían al gobierno trabajando para el peronismo en las elecciones.
Por lo pronto, Mestre sale a competir en el medio de la boleta única de papel (BUP), ya que en el sorteo de la Justicia Electoral le tocó la 14ª posición.
“El lugar 14° en la boleta no es más que un símbolo. Para nosotros es la oportunidad de que la UCR vuelva a ser la herramienta que defienda a los cordobeses en Buenos Aires y acá en Córdoba”, dijo Mestre tras el sorteo de la boleta única de papel.
Y agregó: “Vamos a defender a los jubilados, a los trabajadores y a los jóvenes, a enfrentar la inseguridad y la falta de educación y de salud. No vamos a permitir que nos sigan ahogando con los impuestos más altos del país”.
Sin embargo, el frente interno sigue expuesto. De Loredo ya avisó que no lo votará.
Marcos Ferrer, presidente de la UCR, se mostró ambiguo: “Tengo mis diferencias con algunos candidatos, pero quiero mucho a otros. Pero es muy difícil para un radical entrar al cuarto oscuro, ver la lista 3 y no votarla. Hay una lista radical, soy el presidente del partido y tengo sentido de pertenencia”.
El futuro de la UCR en Córdoba se juega en esa tensión. No se trata sólo de lograr la novena banca, sino de probar si el partido aún puede sostener identidad propia en un escenario donde casi todos se refugian en coaliciones.
Para Mestre, la apuesta es doble: alcanzar los votos necesarios y, al mismo tiempo, demostrar que el radicalismo puede sobrevivir sin muletas.