Sergio Massa no tiene descanso. En la madrugada del lunes pasado, luego de su discurso en el comando peronista, a las 4.53, le respondió un mensaje a un dirigente cordobés que le había escrito varias horas antes.
Parece un dato anecdótico, pero no lo es. El candidato oficialista comenzó a trabajar en la campaña para el balotaje la misma noche del domingo pasado, cuando brindó su planificado y estudiando discurso en el búnker del barrio porteño de Chacarita, evitando festejos desmesurados por el primer lugar en la primera vuelta.
El equipo de campaña de Massa tiene como una prioridad a Córdoba, el distrito más adverso para el oficialismo, pese al crecimiento de cinco puntos el domingo pasado, respecto a la cosecha de votos en las Paso del 13 de agosto.
Esta provincia es un territorio complicado para Unión por la Patria, máxime con una pulseada mano a mano contra el opositor más disruptivo: el libertario Javier Milei.
Córdoba es gobernada por Juan Schiaretti, el único gobernador peronista no alineado con el Gobierno nacional.
Además, el gobernador electo Martín Llaryora ha dicho en privado que no se moverá un paso de lo que haga el excandidato presidencial cordobés.
Más que la fórmula del fernet
Para los massistas, el problema en Córdoba no es sólo conseguir el apoyo del PJ provincial, históricamente distanciado del PJ nacional, hegemonizado por el kirchnerismo, desde hace casi dos décadas.
Juan José “Juanjo” Álvarez, el armador en Córdoba, y los dirigentes peronistas locales con quienes trabaja admiten que se trata de un balotaje y que el objetivo electoral se modificó: ya no es el 30% de los votos que podría brindarle el voto peronista duro.
“Tenemos que trabajar para no dejarle a (Javier) Milei los votos de Juntos por el Cambio. Él ya tiene en Córdoba un piso del 33% que sacó en las Paso y el domingo pasado. Creemos que el voto peronista lo tendremos, pero tenemos que ir por los votos radicales. Un 70 a 30 en Córdoba contra Milei sería un mal resultado para nosotros”, dijo uno de los cordobeses que está cerca de “Juanjo” Álvarez.
Martín Gill, el intendente de Villa María, junto al vicepresidente del Banco Nación, Carlos Caserio, vienen trabajando para Massa, con un grupo de más de 50 intendentes peronistas.
También está el sector del kirchnerismo duro que encabeza la diputada nacional reelecta, Gabriela Estévez.
En privado, todos los peronistas cordobeses admiten que deben ampliar el respaldo con intendentes de otros espacios, especialmente, radicales e independientes. Este último sector apoyó a Llaryora en las elecciones provinciales, e incluso al opositor Luis Juez.
“La propuesta de Massa es muy clara. Un gobierno de unidad nacional que va más allá del peronismo. Para superar esta crisis se necesita un gran respaldo político, que debe exceder a un espacio partidario. Pero primero hay que ganar”, reconoce Gill.
Caserio, distanciado de Schiaretti desde noviembre de 2019, admite que el inesperado triunfo de Massa en la primera vuelta electoral tuvo el saldo favorable modificar las expectativas, que en una campaña electoral es un activo clave.
“Aún no se ganó nada. Clasificamos para final, y ahora hay que redoblar el esfuerzo para ganarla. En un balotaje no te alcanza con los votos propios. Hay que trabajar para ampliar la porción de votos que obtuvimos el domingo, que es un muy buen piso, pero para ganar el 19 de noviembre hay que llegar al 50% más uno de los votos a nivel nacional”, describió el dirigente del valle de Punilla, quien tiene la experiencia de haber sido el jefe de campaña de José Manuel de la Sota y también de Schiaretti en distintas elecciones provinciales.
En el comando de campaña de Unión por la Patria reconocen que los más de 150 intendentes peronistas se alinearán con Massa aún sin un guiño de Schiaretti o Llaryora.
Un ejemplo de esto es el intendente de La Para, Martín Guzmán, quien pidió obviar las diferencias internas en el PJ.
“Más allá de cualquier diferencia interna, para los intendentes no puede ser lo mismo que el próximo presidente sea Massa o Milei. El candidato de La Libertad Avanza dice que va a eliminar el Ministerio de Obras Públicas y que va a reducir al mínimo el Estado nacional. Yo soy peronista, pero también los intendentes de otros partidos, como los radicales y del PRO, deben analizar muy bien las consecuencias que tengamos un Presidente con las ideas de Milei”, aseguró el intendente del este provincial.
Guzmán redondeó su postura. “Hoy las opciones son Massa y Milei y no tengo dudas que voy a trabajar con todo para que Massa sea el próximo presidente. Los intendentes de todos los partidos sabemos que este Gobierno nacional hizo muchas obras en los últimos cuatro años. Massa ya mostró un mensaje de apertura para conformar un gobierno de unidad nacional que contenga a todos”, concluyó el intendente peronista.
Los massistas consideran que será difícil que el gobernador y excandidato presidencial y el futuro gobernador se pronuncien en favor de Massa, también creen que será más complicado que los principales dirigentes radicales cordobeses apoyan públicamente al postulante de Unión por la Patria.
En este sentido, el objetivo político de Massa a nivel nacional, y también en Córdoba, es que Juntos por el Cambio no decida apoyar a Milei.
El candidato libertario le envió un guiño a Schiaretti, a quien calificó de un peronista antikirchnerista.
“Yo creo que Schiaretti está más cerca de nuestro lado, es alguien que hace un voto por la prudencia fiscal. Entonces es alguien que básicamente desde mi punto de vista está más cerca de nuestros valores que lo del kirchnerismo. De hecho si hay una provincia que es antikirchnerista es justamente Córdoba”, señaló el candidato presidencial opositor.
Ya hay contactos con referentes radicales cordobeses. Los massistas consideran que van a seguir lo que decida la conducción nacional del partido, que probablemente no unifiquen un mensaje único.
En ese contexto, los operadores massistas comenzarán un trabajo hormiga hablando directamente con intendentes radicales, buscando un apoyo territorial al candidato oficialista.
