Martin “Marty” Baron es una de las figuras más influyentes del periodismo estadounidense de las últimas décadas. Su nombre está ligado a redacciones históricas como The Miami Herald, Los Ángeles Times, The New York Times, The Boston Globe y, más recientemente, The Washington Post, diario del que fue editor ejecutivo entre 2012 y 2021.
Bajo su liderazgo, esos medios no sólo lograron premios Pulitzer, sino que marcaron hitos en la cobertura de temas decisivos. Entre ellos, los casos de abusos en la Iglesia Católica en Boston, revelado por el Globe e inmortalizado en la película Spotlight, ganadora del Oscar en 2016, y las investigaciones sobre la administración Trump en el Post.
Baron es un defensor del rol de la prensa como contrapoder frente a los abusos del poder político y económico.

En el marco del Día Mundial de las Noticias, que se conmemora este 28 de septiembre a nivel mundial, Baron dialogó con el streaming La Voz en Vivo. Allí reflexionó sobre el clima de hostilidad hacia la prensa en Estados Unidos, las presiones del gobierno de Donald Trump, los desafíos que plantean las plataformas tecnológicas y la inteligencia artificial, y la necesidad de que el periodismo mantenga firme su misión: exhibir los hechos y exigir rendición de cuentas a quienes ejercen el poder.
–¿Cómo evalúa la situación que vive en Estados Unidos con la ola de demandas judiciales de Trump contra el periodismo e, incluso, con la amenaza de quitarles la licencia a medios audiovisuales críticos a su gobierno?
–Vivimos una situación muy peligrosa. El gobierno sistemáticamente intenta aplastar discursos que no sirven a sus intereses políticos. Las instituciones democráticas están demostrando ser más frágiles que antes. Y dentro de la prensa, los propietarios son vergonzosamente tímidos y no están demostrando fuerza, no están defendiendo sus derechos, que son los mismos que dieron origen a sus empresas y que sostenían a nuestra democracia. Estados Unidos era defensor de las libertades de periodistas, activistas y políticos democráticos en otros países; ellos dependían de nuestro apoyo. Ahora no es así.
–¿Puede Trump destruir cimientos de la libertad tan rápidamente en un país como Estados Unidos?
–Todavía no lo ha logrado, por fortuna. Hay medios de comunicación que se resisten a la presión, pero hay un punto vulnerable: los propietarios de los medios de comunicación, porque ellos dependen del gobierno para la aprobación de planes de fusiones de sus empresas y cosas como esas. Entonces, Trump ejerce mucha presión contra los propietarios. Los periodistas se resisten. Están haciendo su trabajo. Ellos desempeñan su papel como deben hacerlo. Pero el punto vulnerable es la propiedad de los medios de comunicación, porque sus dueños tienen otros intereses comerciales. Y sin prensa libre e independiente, no tendremos democracia.
–Hubo una demanda reciente contra The New York Times por 15 mil millones de dólares, desestimada hasta ahora por un juez. Pero tanto ABC como CBS recibieron antes demandas muy importantes y llegaron a un acuerdo con el gobierno, lo cual demuestra la fragilidad que menciona. ¿Cómo enfrentar esa situación en momentos en que la prensa atraviesa momentos complejos por el cambio del modelo de negocios?
–Hay problemas con la sostenibilidad de la industria y los medios sienten la presión. También los propietarios de esos medios, como CBS, The Washington Post, ABC y todas las redes de televisión.
–Como editor de The Washington Post le tocó vivir la venta del medio al dueño de Amazon, lo que derivó en un cambio en la línea editorial que dispuso que en la sección Opinión sólo se difundieran ideas vinculadas a la libertad.
–En The Washington Post, los periodistas que trabajan en la redacción de ese periódico siguen haciendo su trabajo a pesar del cambio de la línea editorial en las páginas de Opinión. Afortunadamente, hay un muro entre esas páginas y la cobertura noticiosa. Y los periodistas que informan siguen desempeñando su papel como deben hacerlo.
–¿Cómo influye que las grandes plataformas (redes, buscadores, IA) no compensen a los medios por aprovechar a su favor los contenidos que estos generan y de ese modo los debiliten económicamente? ¿Cómo resolver el conflicto?
–Si tuviera una respuesta buena, la diría. Hay un desequilibrio entre los medios de comunicación y las plataformas tecnológicas. Estas tienen mucho más poder. Algunos medios, como The New York Times, presentaron demandas contra OpenAI, por ejemplo, porque piensan que no están recibiendo suficiente dinero por lo que ellos llaman el robo de su contenido. Y cuando alguien hace una búsqueda en Google, por ejemplo, siempre hay una respuesta inmediata de IA y los lectores no tienen que hacer clic en un enlace para obtener la información. Por ello, vemos un descenso alarmante en el tráfico a los medios de comunicación, lo que representa otra amenaza a la economía de los medios.
–Con el uso cada vez más habitual de la IA, muchas veces cuesta saber qué es verdad y qué es mentira.
–Estamos en un momento en el cual el público no puede distinguir entre la verdad y las falsedades. Y con la inteligencia artificial esa situación empeorará, porque la tecnología es muy buena y sigue mejorando. Se puede falsificar audio, vídeo y cualquier información. Es un momento peligroso para la democracia. Porque para tener democracia, debemos llegar a acuerdos sobre cuáles son los hechos básicos. Y ahora no podemos ponernos de acuerdo sobre cómo determinarlos. Antes dependíamos de la educación, de la experiencia, de la pericia y, sobre todo, de las pruebas. Ahora hay personas que desprestigian los hechos, los elementos, la educación, la experiencia, las pruebas.
–¿Qué debe hacer el periodismo ante estos cambios y desafíos?
–La primera obligación de los periodistas es cavar profundo en lo que hacen los políticos. Destapar lo que ocurre dentro de nuestros gobiernos, lo que hacen los políticos y otros poderes en nuestra sociedad. Y tenemos que pedirles rendición de cuentas. En Estados Unidos, la Primera Enmienda de la Constitución garantiza la libertad de prensa. Los fundadores del país hablaron de la necesidad de examinar a los personajes públicos y sus medidas. No es una cuestión de sentimientos y opiniones. El objetivo de los ataques es la verdad. Los aspirantes a autócratas quieren aniquilar a los árbitros de los hechos; no sólo a los periodistas, sino también a jueces, científicos, historiadores... Por ello, no es sólo libertad para la prensa. Hablamos del derecho de músicos, autores, guionistas, cómicos, de expresarse como desean; el derecho de cada persona de hablar con libertad con familiares, amigos, vecinos y colegas sin miedo de represalias o de vigilancia.
–¿Cómo reacciona la opinión pública en Estados Unidos frente a situaciones como las que describe?
–Tenemos una sociedad muy polarizada, como en otros países. Hay una división, casi 50% a un lado y 50% al otro. Vemos una disminución en el nivel de aceptación de Trump. Pero no es una caída muy grande. Si ha habido una disminución en el apoyo a la democracia. En este país y en otros. Es que para muchas personas las democracias no significaron una mejora en sus vidas. Entonces, a muchos no les importan las instituciones: les importa sólo una mejora en su propia vida. Esa gente cree en Trump. Es casi un culto a la personalidad de Trump. Confían en él, en sus decisiones. Y sigue teniendo una base muy fuerte, de casi 35% de la población. Pero muchos votantes independientes sí están cambiando su opinión y empiezan a pensar con más profundidad sobre las amenazas a la democracia.

–Trump y Javier Milei comparten posiciones ideológicas. ¿Qué mirada sobre el mandatario argentino tienen los medios en Estados Unidos?
–Muchos medios no sabían tanto de Milei al principio. Ahora están siguiendo la situación en Argentina. Obviamente, había una crisis económica en este país antes de la llegada de Milei, y fue elegido debido a eso. Vemos que disminuyó la tasa de inflación en Argentina, pero también hemos visto escándalos en el país. Y que el nivel de aceptación de Milei bajó un poco. Trump valora que dirigentes latinoamericanos quieran acercarse a él, que quieran recibir favores. Pero a Trump no le importan las políticas de los países latinoamericanos, con excepción de las que hacen a inmigración, narcotráfico y comercio internacional. Y respecto de la democracia, habla de eso sólo cuando hay un gobierno que no le gusta, como Venezuela, Cuba, Nicaragua, quizá ahora Colombia y algún otro país. Sobre esos gobiernos, él y el secretario de Estado, Marco Rubio, hablan de libertad, de gobernanza, de libertad de prensa, de libertad de expresión. Pero no hablan de esas libertades cuando se trata, por ejemplo, de El Salvador gobernado por Nayib Bukele.
“La Iglesia no quiso resolver el problema de los abusos sexuales”
–El papa León XIV hizo una especie de mea culpa respecto de los abusos sexuales dentro de la Iglesia Católica. ¿Le pareció suficiente? ¿Hay un cambio en ese sentido?
–No me parece un mea culpa por parte del Papa. Dijo que la crisis del abuso sexual en la Iglesia no se ha resuelto. Y es verdad, porque la Iglesia no ha tenido voluntad de resolverla. Desde hace décadas ha habido un encubrimiento de los hechos y la Iglesia no ha profundizado bastante en ellos. Sigue dando prioridad a su reputación, a la reputación de la Iglesia, por encima del sufrimiento de las víctimas. El Papa dijo hace una semana que los obispos no deberían esconder esos casos en un cajón. Bueno... tiene razón. Dijo eso porque los obispos han seguido poniendo esos casos en un cajón. Por eso creo que no fue un mea culpa, sino una explicación. También dijo que hay otras prioridades en la Iglesia y que no deberían centrarse todo el tiempo en los abusos sexuales.

–Es inédito que Estados Unidos tenga un papa nacido en su territorio, como le pasó a la Argentina con Francisco. ¿Puede León XIV tener alguna influencia en la política interna de Estados Unidos? Por ejemplo, se ha mostrado crítico a la política migratoria de Trump.
–No creo que la palabra papal tenga impacto fuerte en este país. Durante el gobierno de Joe Biden hubo una afluencia masiva de inmigrantes a través de la frontera sur del país. Trump ganó la presidencia dos veces debido a esa situación. Porque hay mucho rencor por los miles de inmigrantes que ingresaron ilegalmente al país. Y no escuchamos mucho de la Iglesia Católica en Estados Unidos sobre la política de Trump. Algunos obispos se quejaron, pero no lo hicieron con una voz muy alta. Trump tiene mucho apoyo entre los católicos debido a otros temas. Por ejemplo, el aborto. No creo que los comentarios del papa tengan gran impacto local.