El peronismo cordobés sostuvo hasta las 18 que el resultado de la elección de Marcos Juárez era ganancia aunque se perdiera, en el convencimiento de que estaban ante el empate técnico que marcaban las encuestas. A las 19, los schiarettistas ya habían aceptado que no había ninguna ganancia posible: la fórmula de Verónica Crescente y Eduardo Foressi sufrió una durísima derrota.
La apuesta de Juan Schiaretti fue contundente y fracasó. El gobernador encabezó personalmente el respaldo a Crescente, todo Hacemos por Córdoba participó y la decepción fue total para el oficialismo provincial.
Ninguna de las numerosas mediciones –tampoco las de Juntos por el Cambio– registraron la opinión del electorado de Marcos Juárez. Ni siquiera lo hicieron los bocas de urna, que seguían marcando empate hasta el momento del cierre de la votación.
Los gestos nacionales que Schiaretti preparaba para los festejos terminaron en frustración. El virtual lanzamiento a la Gobernación que Martín Llaryora programaba también deberá esperar. Y todas las luces de alerta se encendieron en Hacemos por Córdoba: la magnitud de esa derrota mostró inválida la estrategia general de esa apuesta por una alianza con el vecinalismo de Crescente.
Esto ocurre justo en el momento en que la estrategia es vital para un peronismo que se enfrenta al cambio de sus liderazgos históricos, a una elección provincial 2023 que sabe compleja y a múltiples frentes de gestión que no le dan respiro al Gobierno provincial.
Triunfadores sorprendidos
Juntos por el Cambio celebró un triunfo que tampoco esperaba y revalidó en la tierra prometida del macrismo. Logró preservar un símbolo político amarillo; logró que el reconocimiento a una gestión municipal muy valorada se exprese en votos, y logró mucho más que eso: acreditar una victoria contundente sobre el cálculo político de Schiaretti.
Como era de esperar, toda la dirigencia provincial de Juntos por el Cambio aunó esfuerzos por la provincialización del resultado de esa elección. Hubiera ocurrido igual si el triunfo era por un punto, pero el triunfo fue por más de 16 puntos. A la oposición provincial le sobraron los motivos para festejar.
Pedro Dellarossa también logró un desagravio instantáneo y generalizado de una dirigencia que por lo bajo cuestionó durante dos meses su elección de Sara Majorel como candidata a intendenta. Antes de subir al palco de los festejos, el actual intendente y futuro concejal de Marcos Juárez volvió a anotarse como precandidato a gobernador.
Con Luis Juez y Rodrigo de Loredo, sumaban tres los precandidatos en ese palco eufórico. Con Laura Rodríguez Machado y Gustavo Santos, llegan a 5. Marcos Juárez ofrece una plataforma inmejorable para las ambiciones de Juntos por el Cambio, que tiene frente a sí el mismo desafío de siempre: resolver de qué modo elegirá sus candidatos.
Marcos Juárez es símbolo. Unos 20 mil votos, una ciudad mediana que es un mundo aparte, sin desempleo, con escasa pobreza y con un dinamismo productivo atípico en el mapa nacional. Lo real es que hay pocas cosas más importantes que los símbolos en la construcción política, y Juntos por el Cambio se anotó una victoria valiosa. La construyó con una gestión consistente, con respaldos provinciales y con abrumadora presencia de la dirigencia nacional, que una y otra vez ratificó que en 2023 Córdoba debe cambiar.
Lo que le sigue a Marcos Juárez no es símbolo. Llega la hora de las decisiones políticas que marcarán el resultado de 2023. Y llega para todos.
