A diferencia de lo que pasó en 2015, cuando Cambiemos representó con nitidez el cansancio social tras 12 años ininterrumpidos de kirchnerismo e irrumpió con fuerza en la escena nacional hasta llegar a la Casa Rosada, Juntos por el Cambio cosechó ayer un segundo lugar que no esperaba. Aspiraba a liderar las preferencias y ahora deberá esforzarse para conservar su desempeño el 22 de octubre, si pretende acceder al seguro balotaje que será necesario para definir el nuevo presidente.
Patricia Bullrich se impuso en la interna estelar de las Paso. Su victoria frente a Horacio Rodríguez Larreta fue contundente. La brecha de un millón de votos marca lo tajante del triunfo. Con excepción de la provincia de Jujuy, donde el radical Gerardo Morales –compañero de fórmula de Larreta– hizo pesar su liderazgo territorial, en el resto del país –incluida la estratégica provincia de Buenos Aires– Bullrich se impuso con amplitud.
Hasta en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el bastión larretista por excelencia tras ocho años de gestión propia, la exministra de Seguridad salió victoriosa con una diferencia considerable.
La supremacía de Bullrich determina una reconfiguración del liderazgo en Juntos por el Cambio, que la tiene ahora como figura estelar. Pese a no haber estado en ninguna boleta, Mauricio Macri es otro de los ganadores políticos de estas Paso.
El expresidente mostró simpatía con Bullrich desde el comienzo del proceso, y exhibió distancia respecto de la estrategia de Rodríguez Larreta. Sus diferencias con el alcalde porteño surgieron por el control del poder de Caba, el bastión desde el cual Macri construyó el poderío del PRO. El expresidente se abrazó a Bullrich anoche al ingresar al búnker. No escondió su alegría por el desenlace. Macri siempre creyó que Larreta buscó sacarlo del tablero. En esa puja, el que terminó imponiéndose fue el ingeniero.
La acotada victoria de su primo Jorge Macri en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, sobre el radical Martín Lousteau, fue celebrada por el expresidente tanto o más que el triunfo de Bullrich sobre Rodríguez Larreta.
Desafíos y objetivos
Para Juntos por el Cambio, el segundo lugar obtenido detrás del triunfador Javier Milei constituye un riesgo inquietante. La efímera diferencia sobre la oficialista Unión por la Patria representa una amenaza concreta y riesgosa. Poco más de un punto es la brecha entre Bullrich y Sergio Massa. Esa disputa por un ticket para participar en la segunda vuelta electoral será desde hoy uno de los principales focos de atracción de la nueva campaña electoral que ya está en marcha.
Allí radica el principal desafío de Juntos por el Cambio. Con márgenes estrechos y pocas fuerzas afines desde donde sumar voluntades, Bullrich deberá articular algo más que un discurso de contención para los propios, algo que ya desplegó anoche en el festejo interno.
“Los brazos están abiertos para todos”, lanzó magnánima en el primer discurso de una etapa nueva, en la que no hay margen para fugas. Bullrich, que hizo campaña diferenciándose del discurso de mayor amplitud que desplegó Rodríguez Larreta, tal vez necesite ahora reperfilar su prédica en procura de sostener el exiguo margen que la separa de Massa y de Unión por la Patria.
La escenificación de tres tercios plasmada por la voluntad popular, a imagen y semejanza de lo que planteó Cristina Fernández de Kirchner hace unos meses como advertencia, pone a Juntos por el Cambio en directa contraposición con la fuerza de Milei.
La complementariedad que alguna vez se imaginó entre Milei y Bullrich como confluencia lógica de dos estilos más o menos afines parece no tener lugar en una nueva escena en la que cada uno necesita conservar lo propio y buscar nuevos respaldos en los márgenes, para llegar al balotaje.
El fragor de la contienda en Juntos por el Cambio dejó en el camino a Rodríguez Larreta, quien hace sólo algunos meses parecía ser el heredero natural del liderazgo nacional del PRO.
El alcalde porteño selló una alianza con el sector orgánico del radicalismo y con Elisa Carrió. Ese trípode que representa a los partidos socios del primer Cambiemos sucumbió frente al planteo lineal de Bullrich. Símbolo del nuevo tiempo, en donde la linealidad se impone a la complementariedad, el “si no es todo, es nada” de Bullrich le ganó a la racionalidad larretista.
Por influjo del voto que capturó el fenómeno Milei, Juntos por el Cambio chocó con una realidad dolorosa: las recientes victorias en las elecciones provinciales no garantizaron, sin embargo, retener el voto propio. Sólo Caba, Corrientes y Entre Ríos se pintaron de amarillo. Hay un llamado de atención también para la oposición respecto de no confundir las realidades locales con lo nacional.
El próximo objetivo primordial de Bullrich y sus socios es garantizar el pasaje al balotaje. Restan largos 69 días para esa definición, que incluye ahora a una fuerza opositora disruptiva.
Para Juntos por el Cambio, Milei también es un nuevo problema.
