“El precio del dólar está retrasado de manera artificial. Y eso es un gran riesgo para la economía”. Así lo advirtió Juan Schiaretti, con su habitual tono moderado pero en lo que fue el cuestionamiento más áspero contra la gestión libertaria: le apuntó donde más le duele al presidente Javier Milei. Y, sobre todo, a Luis “Toto” Caputo, el mejor ministro de Economía de la historia, según el exagerado calificativo del jefe del Estado.
La primera embestida frontal de Schiaretti contra Milei fue en la tarde del martes pasado, durante su disertación en la Universidad Nacional de Morón, en el populoso conurbano bonaerense.
Unas horas antes, el mediodía del martes, Martín Llaryora participó de una cumbre de gobernadores, la primera en la que se escucharon muchas críticas al Gobierno nacional. Aunque los cuestionamientos fueron en privado.
El vocero del cónclave fue el chubutense Ignacio Torres. El gobernador macrista difundió un mensaje mesurado. Puertas adentro se escucharon ácidas quejas hacia “el centralismo” de la administración mileísta.
Llaryora y el santafesino Maximiliano Pullaro remarcaron la asfixia económica del poder central hacia las provincias.
Muchos ven en estos dos mandatarios de la Región Centro coincidencias que van más allá de las gestiones gubernamentales. Ellos mismos se ven compartiendo un espacio político moderado, de centro, pensando en el lejano 2027.
Bien entrada la noche del miércoles, los cinco diputados del cordobesismo votaron a favor de un aumento para los jubilados nacionales.
Para la inflexible administración financiera libertaria, un eventual aumento para el castigado sector pasivo significaría una amenaza para el frágil equilibrio fiscal de las cuentas públicas nacionales.
Con pocas horas de diferencia, fueron señales opositoras concretas de Llaryora y Schiaretti. Con el calendario electoral en la mano, aceleraron el plan de diferenciación. Le mostraron los dientes a Milei, de cara a las elecciones legislativas del 26 de octubre.
Esta embestida del cordobesismo puede generar alguna represalia desde la Casa Rosada. En el Centro Cívico están atentos, aunque ya no parece haber más recortes posibles desde el poder central.
En este primer semestre, Llaryora logró acuerdos salariales con los estatales en línea con la inflación. Mientras los ingresos propios (que no muestra la Provincia) deben ser muy superiores, por la suba de impuestos, que la oposición califica de “impuestazo”.
No obstante, los llayoristas más precavidos temen alguna respuesta libertaria a este plan de diferenciación. “No sabemos de dónde vendrán las balas”, admitió un funcionario alarmista.
Contactos con el círculo rojo
En este contexto, Schiaretti rompió el silencio en público. Su pesimismo sobre la política económica libertaria lo venía repitiendo desde el año pasado, en las reuniones reservadas que mantiene con el “círculo rojo” nacional.
Menos los kirchneristas, políticos, empresarios y gremialistas hablan con dirigentes que están lejos de los libertarios. Tratan de entender al indescifrable Milei, que para la mayoría, de manera inexplicable en la historia reciente, hace del ajuste su principal bandera de gestión. Por ahora, con relativo éxito.
Schiaretti es uno de los hombres de consulta para algunos sectores del poder cuando encabeza reuniones los martes y miércoles en un hotel céntrico porteño.
No obstante, para muchos, el exgobernador cordobés tiene más prestigio personal que influencia en el cambiante escenario político nacional.
Schiaretti habla de política y de economía sin dar indicios sobre su futuro político. Llaryora espera –y desespera, aunque no lo admita ni en privado– que el exgobernador sea candidato en Córdoba para enfrentar a los libertarios.
Por ahora, Schiaretti no brinda señales sobre qué hará. Un dato entusiasma a los llaryoristas más ansiosos: cuanto más demore una definición, el exgobernador estará más cerca de ser candidato.
“‘El Gringo’ (Schiaretti) es un dirigente responsable. No esperará hasta último momento para decirle que no a Martín (Llaryora). Seguramente a fin de este mes le comunicará si será o no candidato. De todos modos, el anuncio formará parte de nuestra estrategia electoral”, razonó, con sentido común, un peronista con despacho en el Centro Cívico.
Llaryora intenta no dramatizar la situación electoral. Le preocupa más la marcha de la economía, que sigue sin repuntar.
Como se ha dicho, la prioridad del gobernador es buscar su reelección en 2027. Para cualquier gobernante, una crisis económica es el peor escenario para tratar de continuar en el poder. El malhumor social contra los oficialismos se suele reflejar en las urnas.
Por eso, Llaryora afronta una encrucijada: necesita que a Milei le vaya bien. Aunque también es un riesgo estar en la vereda de enfrente de un Presidente empoderado, pensando en la pulseada por el poder provincial dentro de dos años. El gobernador transita esa dualidad.
Los opositores Luis Juez y Rodrigo de Loredo también conviven con una realidad complicada. Compiten para ver quién recibe la bendición de Milei, mientras no le sacan sus miradas a las encuestas. Necesitan el apoyo de un presidente empoderado, para enfrentar el aceitado aparato del cordobesismo.
De todos modos, no tienen garantías. Nadie descarta que Milei decida jugar este año, y en 2027, con cartas propias. Es decir, candidatos libertarios puros.
Lo que está claro es que con objetivos disímiles, en Córdoba, todos están pendientes de lo que suceda con el ininteligible modelo libertario.
