“Deberían ir a reclamarles a Milei y a (Luis) Caputo. Ellos son los que quieren poner un techo a las paritarias”, se escuchó decir –en privado– a los principales funcionarios llaryoristas, en los últimos días, en medio del recrudecimiento de la conflictividad con los gremios estatales.
No es difícil inferir que si lo repiten sus colaboradores más cercanos, es lo que piensa el gobernador Martín Llaryora.
Luego de que trascendió desde la Casa Rosada que no se iban a autorizar aumentos salariales superiores al 1,8% mensual, en el Centro Cívico congelaron las negociaciones con los estatales cordobeses.
Estaban avanzadas las conversaciones con el Sindicato de Empleados Públicos (SEP), pero esta semana no hubo nuevas reuniones. Llaryora apeló a una máxima bien criolla: ordenó “desensillar hasta que aclare”.
Desde el Centro Cívico también miran de reojo la situación en la Capital. El intendente Daniel Passerini tomó una decisión que seguramente llevará a un conflicto frontal con el gremio de los municipales (Suoem): no habrá aumentos salariales en el municipio hasta después de junio.
Rubén Daniele, el experimentado líder del Suoem, ya prometió un “quilombazo” en la Capital la semana próxima. Sin anunciarlo, el gremio hará asambleas “en todos lados” en los próximos días, lo que complicará al máximo la actividad en el municipio.
Los llaryoristas admiten que podría haber acordado con los estatales, pero hubiera sido una señal contradictoria que se aumenten los salarios a nivel provincial y haya cero incremento en el municipio capitalino.
“A las decisiones las tomó Passerini, pero Martín (Llaryora) las respalda totalmente. Pelearse con el Suoem no es fácil, pero el peor escenario es no poder pagar los salarios”, repiten llaryoristas y passerinistas, casi a coro, admitiendo que las finanzas del municipio vienen crujiendo desde hace varios meses.

Como ya se dijo, Llaryora sabe que su futuro político, que no es otra cosa que buscar su reelección en 2027, también depende de la suerte de la gestión de Passerini en la Capital.
Pragmático como buen peronista, este convencimiento tapa cualquier impulso de diferenciación con las decisiones que el intendente capitalino tomó -o dejó de tomar- en el inicio de su gestión.
Llaryora y Passerini están en el mismo barco y no tienen espacio para diferenciarse. Es lo que quedó claro luego de aquella reunión a solas, en la siesta del domingo 20 de abril.
Aunque a los discursos hay que llevarlos a la práctica. Este viernes, Passerini lo dijo sin grises. “No hay plata para aumentos a los empleados municipales por varios meses”.
En otras palabras, el congelamiento salarial para la planta política hasta junio se extenderá a todos los empleados municipales.
El Suoem venía reclamando por un retraso salarial del 14,4% en el último año. Ahora se sumaría este congelamiento que Passerini decidió por su cuenta.
El conflicto está garantizado. Como se dijo la semana pasada en esta columna, la pulseada ya tiene un perdedor garantizado: los vecinos de la ciudad de Córdoba.
Sin foto
El martes pasado, en Paraná, el gobernador entrerriano, Rogelio Frigerio, fue el anfitrión de una reunión con varios colegas.
Se trató la cuestión fiscal con la Nación, que es de interés de todas las provincias. Llamó la atención la ausencia de Llaryora, teniendo en cuenta que estuvieron sus dos colegas de la Región Centro: Frigerio y el santafesino Maximiliano Pullaro.
“Cuestión de agenda”, fue el argumento que brindaron desde el Centro Cívico para justificar la ausencia del mandatario cordobés.
En realidad, aunque nadie lo admitirá, Llaryora evitó compartir una foto con el bonaerense Axel Kicillof, quien estuvo en Paraná.
El próximo miércoles, el gobernador y funcionarios libertarios se volverán a ver las caras en la Corte Suprema de Justicia de la Nación, en la segunda reunión de conciliación convocada por el alto tribunal, por el reclamo de Córdoba a la Anses para cobrar una deuda de casi 1.000 millones de dólares con la Caja de Jubilaciones de la Provincia.
Llaryora evitó una foto irritante para la Casa Rosada, con el kirchnerista Kicillof, cuando tiene expectativas de cerrar un acuerdo por la deuda con la Caja.
El gobernador sabe que es imposible recuperar esos fondos. Tiene una expectativa mucho más moderada: recuperar un flujo mensual de parte de la Anses para la Caja de Jubilaciones.
Si esto ocurre, podría morigerar el diferimiento para los jubilados provinciales, que en gran medida cobran los aumentos de los activos a los 60 días.
Es prematuro hablar de esta cuestión, pero por esta situación en el Centro Cívico también frenaron las negociaciones con los estatales. Mejorar la situación de los jubilados es una puerta abierta para un acuerdo paritario.
Llaryora se mueve también en una encrucijada, que es de gestión y también es política: necesita que la economía nacional se encamine, para mejorar su administración.
Sabe, además, que una mejora en los números macroeconómicos repercutirá en un fortalecimiento político de Milei, su rival en octubre, y asimismo eventual contendiente indirecto en la pulseada por el poder provincial, en el lejano 2027.