“Jodan todo lo que quieran: los espero el 11 de diciembre”, lanzó, desafiante, el presidente Javier Milei allá por julio pasado, cuando la oposición ya amagaba con una batería de proyectos que amenazaban con dinamitar el déficit cero, bandera de la gestión libertaria.
Con aquella frase filosa, el Presidente no sólo apuntaba a los legisladores nacionales, sino también a los gobernadores que, en las sombras o a la vista, empujaban esas iniciativas. Era un mensaje con nombre y apellido, pero sin necesidad de pronunciarlos.
Y llegó octubre. El miércoles pasado, Milei logró dos triunfos legislativos que supo capitalizar con el respaldo de algunos mandatarios provinciales. Por un lado, se rechazó la ley que pretendía modificar el reparto de los fondos del Impuesto a los Combustibles -más beneficiosa para las provincias-. Por otro, el Gobierno ganó tiempo: volvió al Senado la norma que limitaría drásticamente el uso de los decretos de necesidad y urgencia (DNU), una herramienta clave para el Ejecutivo.
El golpe más duro lo sintieron los gobernadores, en especial Martín Llaryora, uno de los principales promotores de la fallida reforma al Impuesto a los Combustibles.
Desde su entorno, la respuesta no tardó. “Que no festejen en la Casa Rosada ni generen enfrentamientos innecesarios. Nos van a necesitar para sacar leyes el año que viene”, advirtió un funcionario muy cercano al gobernador cordobés.
En los pasillos del Centro Cívico, aseguran que Llaryora repite esta advertencia en voz baja, pero con la misma carga política que cuando la pronunció Milei. Una especie de amenaza política sutil. O no tanto.
Sorpresa por la embestida de Macri
El silencio parecía sellado. Sin embargo, algo crujió. El pasado 11 de julio, en un encuentro reservado que pocos conocen en detalle, Mauricio Macri y Juan Schiaretti compartieron un cara a cara en las oficinas del exministro de Trabajo, Jorge Triaca.
El objetivo: limar asperezas personales y políticas que venían arrastrando. Por entonces, Schiaretti aún no tenía definido si sería candidato en Córdoba, cuestión que oficializó un mes después.

Desde aquel día, no volvieron a hablar. Pero el sacudón llegó en los últimos días: sorprendió, y mucho, el duro cuestionamiento de Macri al espacio Provincias Unidas, el flamante armado nacional que lideran Schiaretti y el gobernador Martín Llaryora.
“La avenida del medio es funcional al kirchnerismo”, disparó el expresidente, alineado con uno de sus hombres de confianza, Fernando de Andreis, quien no se quedó atrás: “Esta elección es binaria”, sentenció.
El regreso de Macri al centro del escenario político vino acompañado de dos encuentros consecutivos con Milei. El expresidente insiste: la gestión libertaria debe ampliarse y consolidarse como un gobierno de coalición.
Desde el peronismo cordobés, relativizan su molestia. “Macri no está enojado con nosotros. Le quiere poner a sus hombres a Milei, que es otra cosa”, deslizó con picardía un operador que trabaja con Schiaretti y también con Llaryora.
El puente de De la Sota con Kicillof
El viernes pasado, Axel Kicillof encabezó un acto multitudinario del PJ bonaerense en el polideportivo Juan Domingo Perón, en González Catán, corazón de La Matanza. A simple vista, un evento netamente provincial. Pero desde Córdoba tomaron nota.
En la mesa principal, con lugar privilegiado, se sentó el exdiputado nacional Alejandro “Topo” Rodríguez, figura clave en el entorno de Natalia de la Sota. Rodríguez no sólo es un aliado político: mantiene reuniones periódicas en Córdoba con la actual candidata de Defendamos Córdoba y es considerado su principal interlocutor con el gobernador bonaerense.

Su presencia en La Matanza no fue un detalle menor: marca el inicio de un puente político entre Kicillof y De la Sota, que promete consolidarse tras las legislativas de octubre.
Natalia ya dejó clara su postura: el PJ cordobés debe integrarse al PJ nacional, hoy con Cristina Fernández en retirada por su prisión domiciliaria. Un viraje político que choca de frente con la estrategia de Llaryora y Schiaretti, quienes insisten en consolidar Provincias Unidas como alternativa para 2027.
Algunos delasotistas cordobeses tienen reparos sobre el nuevo espacio que integran seis gobernadores. “Provincias Unidas es Juntos por el Cambio, más Llaryora y Schiaretti”, repiten dirigentes cercanos a la diputada nacional.
Las diferencias entre De la Sota, el gobernador y Schiaretti ya no son sólo tácticas. Son visiones distintas de país, que anticipan una grieta profunda dentro del PJ cordobés. Y que muchos, incluso en voz baja, ya no pueden seguir disimulando.
Mestristas molestos: el partido, “flojo de papeles”
En el comando de campaña de la UCR hay gran malestar por las cuestiones administrativas del partido. Aparentemente, la Justicia electoral sancionó al radicalismo por inconsistencias contables en la rendición de cuentas de las elecciones de 2021. Esto implica que en la actual campaña, la UCR cordobesa no dispone de 170 millones de pesos de fondos públicos.
“Es un guadañazo que no teníamos previsto; nos complica mucho el financiamiento de los últimos 15 días”, confiaron cerca de Ramón Mestre.
El candidato, que intenta que no se activen nuevas internas en el centenario partido, hace silencio (al menos, de manera pública) respecto de los responsables de haber confeccionado mal los balances de aquellas elecciones.
Un colaborador se quejó: “La Justicia electoral intimó al partido y las autoridades no presentaron documentación respaldatoria y tampoco apelaron o pidieron alguna prórroga. La desidia deja al partido sin recursos, porque siempre se creyeron que el radicalismo es de ellos”, dice, y masculla resentimiento.