Ni tercera fuerza para disputarle a Milei la presidencia en 2027 ni rol decisivo y determinante en el Congreso. La realidad superó las expectativas. Y no para bien. Suele pasar seguido en política, como en muchos órdenes de la vida.
Los dos objetivos políticos que fueron el motor para la constitución del armado de Provincias Unidas entraron en discusión, como casi todo lo que se preveía antes del 26 de octubre. Sin haber sido un tsunami, la magnitud del triunfo del oficialismo en los comicios de medio término trastrocó todo. Los violetas recrearon un horizonte positivo. Desde hace semanas no paran de sumar adhesiones en el Congreso y de desgranar a sus adversarios. Es un círculo virtuoso inimaginado un puñado de semanas atrás.
“Ser árbitro del Congreso”, como repitieron el gobernador Martín Llaryora y Juan Schiaretti en campaña, es una figura desproporcionada para el presente anabolizado del oficialismo libertario. Contra todos los pronósticos, La Libertad Avanza terminó quedándose con la primera minoría en la Cámara Baja.
Ese carácter concluyente del espacio pluripartidario que imaginaron Llaryora y Schiaretti no será tal. El empoderamiento libertario en Diputados –aun sin tener cuórum propio, algo que sí seguirá siendo imposible de lograr– desdibuja en parte la mejora en bancas que logró el conglomerado de Provincias Unidas. El salto de 14 a 18 respecto de su anterior formato de Encuentro Federal es un avance. Además, si se suman los aliados del flamante interbloque Unidos –los dos “lilitos”, más Miguel Pichetto y Nicolás Massot, que optaron por jugar con menos ataduras–, el número llega a 22 miembros.
En el Panal celebran haber quedado como tercera minoría parlamentaria, aunque la jugada de último momento del remanente de diputados radicales y del PRO –que también sumaron 22 voluntades– dejó un sabor agridulce.
Lo concreto es que, sin la conformación de Provincias Unidas, el panorama para Llaryora y los suyos sería aún más desventajoso. En el Centro Cívico confían en que la dinámica de hoy, favorable al Gobierno, no será permanente.
El Congreso entrará en unos días en período de extraordinarias, con el Presupuesto nacional como primer test de esta nueva conformación. Por ahora, hay un solo ganador nítido e indiscutible: el presidente Javier Milei. Su presencia y la de su hermana Karina en el palco, durante la ceremonia de jura de este miércoles, simbolizan ese estado de gracia que hoy exhibe en términos políticos.
Desafíos para la segunda etapa
Para Llaryora, ese paisaje que no para de reconfigurarse a favor del Gobierno nacional y en contra de sus intereses alumbra múltiples desafíos.
La reciente –aunque seguramente no última– readecuación del gabinete provincial es una muestra clara de que el gobernador sintió el impacto de la derrota en octubre. Este presente contrasta fuertemente con aquella escenificada celebración pese a la derrota por 14 puntos.
La inclusión de Miguel Siciliano al plantel de ministros es una jugada política que intenta resetear expectativas para el crucial segundo tiempo que ya está jugando Llaryora en su camino hacia la reelección.
El gobernador considera que su gestión debe ser “más cercana” a la gente y con menos intermediación. Por eso, mientras se termina de recuperar de una operación de hernia, analiza qué otras áreas del organigrama provincial puede fusionar.
Llaryora procura aunar el doble objetivo de mostrar algún adelgazamiento de la estructura de gobierno –en línea con una de las máximas libertarias– y llegar con la gestión más cerca de los problemas y las demandas concretas. Ese será uno de los desafíos de Siciliano y del resto del gabinete, aseguran en el Centro Cívico.
La complejización del panorama para Llaryora está contemplada en el Presupuesto provincial que en dos semanas se terminará de aprobar en la Unicameral. La repentina apuesta a la expansión de la economía de Milei –reflejada en la “ley de leyes” cordobesa– choca hasta ahora con los datos de caída de la actividad, de pérdida de empleo y de reducción de envíos nacionales. La realidad marida mucho más con el Llaryora hipercrítico de la campaña que con el entusiasmo que exhibe el oficialismo en el Presupuesto.
Ese cambio de perspectiva, que para algunos es una señal positiva de pragmatismo y lectura rápida del presente, para otros es síntoma de cierto desconcierto y de señales contradictorias que podrían estar teniendo efectos aún no visibles en la gestión. Hay funcionarios que, en privado, hablan con tono crítico de la plasticidad del gobernador.
Tras la derrota legislativa, no todo marcha de acuerdo al plan. Llaryora lo sabe. Su principal apuesta es sostener la gestión y mostrar resultados. Sigue dependiendo de lo que más cree.
