Al margen del volumen político y de la potencialidad electoral que termine teniendo la candidatura presidencial del gobernador Juan Schiaretti al frente del espacio “antigrieta” en el que trabaja el cordobés, la principal expectativa de las próximas elecciones legislativas nacionales en Córdoba -que se desarrollarán junto con la primera vuelta presidencial del 22 de octubre- estará centrada en la fuerte disputa que se dará por las nueve bancas de las 18 que renueva el segundo distrito electoral del país.
Esos comicios, de 2015 a 2021 -con cuatro turnos electorales-, fueron dominados a voluntad, primero por Cambiemos y luego por Juntos por el Cambio, la actual denominación desde 2019.
En los últimos ocho años, el peronismo de Córdoba no ha podido ganar estas elecciones, alternando entre el segundo y el tercer puestos, pero lejos de imponerse como sí lo hizo, por última vez, en 2013, precisamente con una boleta que lideró Schiaretti para la Cámara Baja. El detalle de aquel triunfo es que aún no se había conformado como coalición quien luego arrasaría de 2015 a la fecha: Juntos por el Cambio.
Al PJ no ha podido mantener en los comicios generales legislativos el caudal que sí cosecha con holgura cuando se disputa el poder provincial.
Ante la falta de referencias o alineamientos nacionales, el peronismo sufre aún más en los comicios legislativos en los que también se decide la presidencia del país. Sucedió en 2015 y en 2019. En la última experiencia, todavía está fresco el recuerdo de las dificultades que tuvo la “boleta corta”, con la que logró apenas una banca, la conquistada por el schiarettista Carlos Gutiérrez.
Ahora, con la posibilidad concreta de que Schiaretti esté en el cuarto oscuro, las perspectivas cambian. Y, por ende, también se modifica la relación política entre las fuerzas.
Si es que finalmente Schiaretti se queda con la postulación presidencial -para eso deberá imponerse en las Paso del 13 de agosto-, por primera vez, el gobernador será un rival directo para la estructura nacional de Juntos por el Cambio. Ese electorado “compartido” que tantas veces votó por uno o por otro, dependiendo de lo que estaba en juego, deberá ahora decidirse sólo por una opción.
Los números conseguidos por Hacemos por Córdoba caen fuerte sin el motor que representa no tener candidato presidencial. En 2015, cuando Mauricio Macri forzó el balotaje que luego ganó, el peronismo obtuvo el 21%, mientras que, en 2019, el número se redujo a 17%, la performance más baja de los últimos años.
Los sondeos actuales que miden escenarios con la presencia del gobernador como candidato a presidente ubican una expectativa electoral por encima del 30 por ciento.
Más jugadores
A diferencia de las recientes anteriores elecciones legislativas y presidenciales, para el próximo turno electoral se agrega otro componente novedoso: la irrupción de La Libertad Avanza, la fuerza que lidera el diputado y candidato a la Casa Rosada Javier Milei.
Si bien aún el libertario no ha dado señales concretas en Córdoba respecto de apoyos y referentes locales, el muy buen caudal de adhesión que avizoran todas las encuestas advierte de la irrupción de un fenómeno que en la provincia podría incidir fuerte en el reparto de las nueve bancas que se renuevan.
Tanto en Juntos por el Cambio como en Hacemos por Córdoba creen que, como mínimo, Milei logrará una banca cordobesa. Y hay quienes creen que no es descabellado pensar en dos diputados libertarios.
Así, la elección podría pasar de tres (Juntos por el Cambio, Hacemos por Córdoba y el Frente de Todos) a cuatro fuerzas que se disputen los escaños en disputa.
El escenario de mejor potencialidad para Hacemos por Córdoba por el efecto “Schiaretti” más el debut de los libertarios son una verdadera amenaza para Juntos por el Cambio. Dos electorados afines que le “comerán” votos. Asoma así casi imposible para los aliancistas repetir las conquistas de 2019 y de 2021, cuando colocaron seis diputados gracias a marcas por encima del 50 por ciento.
