Desde la década pasada, el “voto evangélico” está en el radar de la política, fundamentalmente por el impacto que tuvo en Brasil y otros países latinoamericanos. Sin embargo, el proceso en Argentina parece muy distinto. La irrupción de los evangélicos como “fuerza política” surgió en 2010, cuando comenzó a ponerse en la agenda pública la discusión por la interrupción legal del embarazo y otros derechos sexuales y reproductivos. En ese marco, los evangélicos (y los sectores más conservadores de la Iglesia Católica) salieron a las calles en contra de la iniciativa.
En Córdoba, la llegada del pastor Gerardo Grosso (Cita con la Vida) a una banca de la Legislatura provincial fue un hito. Lo hizo de la mano de Aurelio García Elorrio, el católico fundador del partido Encuentro Vecinal. Según el acuerdo de rotación de bancas del espacio, Grosso regresará a la Unicameral en diciembre, cuando reemplace a Rodrigo Agrelo.
Ahora, Cita con la Vida tiene una “interna”: Evelin Barroso, pastora y nuera de Carlos Belart, el fundador de la congregación, milita en La Libertad Avanza y quiere derrotar a Hacemos Unidos en 2027. Los libertarios creen que los evangélicos se sumarán a sus filas por afinidad ideológica: “En el cristianismo no hay lugar para la izquierda”, dice Gabriel Ballerini, el pastor aliado a Javier Milei.
Evangélicos peronistas
Durante el último gobierno de Juan Schiaretti, el peronismo puso en el radar a los evangélicos y apadrinó a pastores y pastoras evangélicos de barrios periféricos, donde –vale aclararlo– las iglesias cumplen un importante rol social, en particular ante el drama de las adicciones.
En este marco, Martín Llaryora hizo una jugada astuta: reunió a 500 pastores y reglamentó la “personería religiosa”. Hasta ahora, para funcionar formalmente, las congregaciones debían estar inscriptas como ONG. “No tienen que usar más un disfraz”, les dijo Llaryora a los evangélicos.
“Este reconocimiento implica un acto de estricta justicia desprovisto de toda mezquindad política tras 40 años de lucha”, dijo en esa oportunidad Carlos Belart, el líder de Cita con la Vida.
Marco Ferace, el intendente de Santiago Temple, es uno de los pastores que militan en Hacemos Unidos. Pone en tensión que el eje de los evangélicos en la política sea dar la “batalla cultural”: “Nosotros no estamos para dar batallas a nadie, estamos para llevar fe, tranquilidad, esperanza. No veo en Nación la misma línea”, dice.
“La meta clara es el diálogo y llegar a consensos; llevar nuestros pensamientos o valores o fe, pero con el diálogo. Yo creo que ese es el camino”, dice Ferace.
La experiencia de partidos evangélicos no fue buena en términos electorales. Por eso, surgió como estrategia que los pastores se integren a espacios políticos convencionales.
De hecho, Ferace explica que un “error” común de los políticos es pretender ir a una iglesia evangélica, subirse al púlpito, dar un discurso y pensar que con eso la feligresía lo votará.
“Esa acción, para la congregación es chocante y contraproducente para el político. Que un pastor, desde el púlpito, felicite el trabajo en conjunto entre la iglesia y el político, suma muchísimo. No hay un ‘voto evangélico’, sino una línea de valores”, dice Ferace.
Gabriel Larrahona, pastor en Villa del Rosario y dirigente del peronismo provincial, dice que el “voto evangélico” no existe por sí solo. “En Córdoba hay 450 mil evangélicos practicantes, y alrededor de 150 mil que van las iglesias pero no están en la vida activa de éstas. Si hubiese un ‘voto evangélico’ habría, al menos, 10 legisladores, 25 intendentes y concejales en todas las localidades. Y eso no pasa. Quiere decir que los pastores no condicionan el voto de la gente”.
“Nosotros predicamos a Cristo, la reconciliación. Tenemos este concepto claro: la iglesia predica a Cristo, no hace militancia política. Cuando ven la estructura del templo, muchos políticos se enamoran de la estructura y piensan que nos llevan de las narices. Nosotros predicamos que cuando le entregamos la vida a Cristo, tenemos libertad para todas las decisiones. No podemos decir ‘es sólo por acá’, porque sería contradictorio con nuestra prédica”, agrega.
¿Hay voto evangélico?
Aunque no hay datos actualizados de cuántos cordobeses practican cultos evangélicos –hay distintas corrientes–, se estima que representan entre el 16 y el 20 por ciento de la población. Hay un porcentaje similar de población “sin religión”, que es el sector que más creció; mientras retrocede el catolicismo.
Hugo Rabbia, investigador de Conicet y profesor de la Universidad Católica de Córdoba, dice que “no hay evidencia que indique que en Argentina exista un ‘voto religioso’ como en Brasil, donde sectores de la población vota a pastores que se postulan”.
“Por ahora, no podemos decir que hay un voto evangélico unificado. Sí existe una tendencia de la política argentina, cada vez mayor, a articular con sectores evangélicos, asumiendo la idea equivocada de que existe un ‘voto religioso’, pero también reconociendo el trabajo social que muchas veces hacen”, agrega el experto.