Ya se ha dicho: el Gobierno aspira a que el dólar barrene en torno de los mil pesos e incluso, más abajo. Recién ahí compraría reservas, el tornillo más flojo del programa económico.
En la segunda semana de cepo liberado –en realidad, una banda cancha de flotación entre 1000 y 1400 pesos- el tipo de cambio cortó su inercia a la baja y se ubicó en 1.170, apenas 92 pesos por encima que antes de las medidas cambiarias. Esto plantea para muchas una disyuntiva: ¿importar o producir? ¿producir o hacer carry trade?
Un escenario de dólar barato ha encendido las alarmas en varias cámaras empresarias, que activaron el manual del reclamo: riesgo de cierre por falta de competitividad, altos impuestos, apertura indiscriminada de importaciones y un tipo de cambio que sigue estando atrasado.
La Unión Industrial acaba de renovar autoridades: Martín Rapallini, titular de cerámicas Alberdi, arriba dispuesto a llevarle esa agenda de reclamos al Gobierno. Cuenta para eso con el apoyo de Arcor, Techint, empresas alimenticias y todo el sector fabril.

“Estamos peor que antes del levantamiento del cepo”, dice Mariano Grimaldi, titular de frigoríficos Logros, el más grande de la provincia. “Tenemos retenciones del 6,75% y así estamos a 970-990 pesos. La expectativa estaba en torno de los 1.250 pesos, es lo que se venía hablando”, agregó. Evalúa incluso importar carne de Brasil y de Uruguay.
Una pyme tecnológica cordobesa que desarrolla software y hardware para la industria, ubicada sobre Monseñor Pablo Cabrera, ya puso fecha de cierre porque sus productos quedan 65% más caros que afuera.
Hay sectores que además se vieron afectados por la baja de aranceles: ropa y calzado tenían 35% y ahora están en 20%. “Yo compraba mucho a las fábricas argentinas, pero ahora estamos con un importador que trae de Brasil, de una de las fábricas más grandes de Brasil, Calzados Beira Rio, las marcas Moleca, Modares y Vizzano”, cuenta Vanesa Cazaubon, al frente de dos locales de calzado en el centro de la ciudad de Córdoba. “El precio hace la diferencia, está entre 30 y 40% más barato. Lo que sí hacen las fábricas locales es cuero, que Brasil no tiene”, dice. Incluso ella, con la marca Renata Ross, está haciendo suecos de cuero junto a un zapatero local.
La construcción tiene una encrucijada adicional. Levantar un edificio lleva tres años, con el riesgo de que aumenten los costos muy por encima del valor de venta. “Este modelo hace que no te convenga producir y que pongas la plata en el mercado de capitales, que te va a ir mejor con el carry trade. El sistema financiero creció 300% y no compró un solo clavo ni tomó un obrero. A la construcción del blanqueo de capitales le entró cero”, dice un desarrollista fuerte en edificios en Nueva Córdoba.
“Hoy, el dólar para la industria está 100 pesos más caro que antes de la liberación del cepo. La industria está esperando a cuánto se acomoda el tipo de cambio en este nuevo esquema, por lo que hoy no tenemos ni baja ni suba de precios en general. Dólar barato sería menos de 1090”, dice Marcelo Berardo, dueño de mermeladas Raulito y recientemente elegido titular de Adiac, la cámara que nuclea a la industria de la alimentación. “Si bajara de mil, seguramente los insumos y materias primas importadas tendrán una baja”, confía.
Esa es la gran incógnita. Porque una mayor competencia vía importación podría de algún modo compensarse con la baja de insumos locales. Veo factible que ante la andanada de dólares que puedan seguir entrando a la economía el dólar esté en mil o por debajo, pero si nuestros insumos, incluido el combustible, se ajustara a la baja, no tendríamos un daño producto de la disminución del precio de nuestra mercadería”, dice el productor Gabriel de Raedemaker, ex vice de Confederaciones Rurales y ex presidente de Cartez.
“Hay un montón de insumos que ni se han enterado del dólar barato, como los camiones y los neumáticos, estamos pagando valores que son muy superiores a los que hay en Brasil. Un camión de Iveco de 280 HP cuesta 130 mil dólares y debería estar en 85-90 mil, como cuesta en Brasil”, dice José Arata, titular de la cámara que reúne al transporte de cargas
¿Y entonces?
Hernán Lacunza, ex ministro de Economía en la gestión de Mauricio Macri, posteó en X los beneficios inmediatos de “inducir la cotización al piso de 1000 pesos”: mantener la inflación mensual cercana a la inercia previa y hasta una liquidación anticipada de exportaciones. El riesgo está en el desbalance externo, dado que viajar al exterior será más barato que antes y advirtió sobre el impacto en la producción, especialmente el empleo industrial.
Pero el economista cordobés Gastón Utrera tiene una visión diferente, una especie de pensar fuera de la caja. Y está trabajando en esa línea con la mayoría de los sectores productivos de la provincia: metalúrgicos, maquinaria agrícola, salud, construcción y transporte de cargas, entre otros. Preside Economic Trends y el Instituto de Economía y Política de la UES21.
“No podemos poner como argumento a la hora de negociar las convicciones con alguien que no las tiene. No podés como empresario quejarte de que el dólar es bajo, que se pierde el empleo de tantas familias, que no tenés competitividad. A este Gobierno no le interesa de dónde viene el empleo, es más, sostiene que se funda el que se tiene que fundir, que se las arreglen, mientras los precios bajen”, dice de manera directa.
Su estrategia es que los empresarios, sin arriar las banderas de los reclamos y sin dejar de defender a sus sectores, apuesten a las coincidencias con el oficialismo y que se haga una agenda de trabajo común. “Yo les digo siempre que los gobiernos están de paso, pero nosotros vamos a seguir estando acá. Entonces no dejemos pasar esto”, remarca. “Yo les pregunto: ¿quieren ganar discusiones o quieren obtener resultados? Porque si van con sus convicciones a un tipo que no reniega de esas convicciones, no van a obtener nada. Busquemos las coincidencias, que las hay”, insiste.
¿Y cuáles serían esas coincidencias? Todo lo que sea bajar costos sin tocar recursos fiscales. El desafío entonces está en trabajar “portones adentro” y dejar de poner todo el foco, la energía y el tiempo en el “portones afuera”.
La que rápido lo entendió es la Cámara de Industriales Metalúrgicos de Córdoba, que preside Gustavo del Boca. Vienen manteniendo reuniones en la Secretaría de Trabajo de la Nación.
“El camino para tener un país serio, previsible y una moneda estable es éste, sin dudas. Si abrís las importaciones por el ascensor, bájame los impuestos por el mismo camino, no por una escalera. Hay un montón de cosas que antes la inflación tapaba y hoy no. Los gobiernos provinciales, municipales y la Nación tienen que bajar su presión tributaria. Estamos pidiendo que el OIM sea de dos o tres puntos. Pero acá no se trata de quejarse, tenemos que encontrar soluciones. Estamos trabajando, no tenemos las respuestas rápidas como quisiéramos en el sector privado, pero estamos”, dice Del Boca. “No tiene que pasar como en el 2000, que nos fundíamos trabajando”, agrega.
Elaboraron 13 puntos para bajar costos internos que no afectan al trabajador y que no están en ninguno de los proyectos de ley sobre el mercado de trabajo que están circulando. “Esa ley va a salir y nosotros tenemos que estar listos”, dice el economista.
“Competimos contra productos e insumos importados que llegan a precios más bajos, lo que nos obliga a revisar permanentemente nuestros costos y procesos. La clave en este contexto es apostar a la eficiencia, la automatización de las líneas de producción, la digitalización de procesos y la capacitación del personal”, completa Isabel Martínez, empresaria autopartista.