La Iglesia Católica de Córdoba encara con fuerza los desafíos de los nuevos tiempos y en las próximas semanas tendrá en funciones a sus nuevos obispos auxiliares recientemente nombrados: Horacio Álvarez y Alejandro Musolino.
Septiembre será el mes elegido para la ceremonia de investidura en la Catedral. A finales de ese mes el arzobispo Ángel Rossi deberá viajar a Roma para ser nombrado oficialmente cardenal y ya con ese título participar de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.
Tras estas ceremonias, una de las principales diócesis de Argentina por cantidad de fieles tendrá una jerarquía más acorde a la realidad social actual con un arzobispo y tres obispos auxiliares: los anteriormente nombrados y Ricardo Seirutti, quien estuvo envuelto recientemente en una polémica por el pedido de no destituir a un juez acusado de abuso sexual.
Después del traslado de Pedro Torres a Rafaela en diciembre pasado, desde el Arzobispado de Córdoba confirmaron que Rossi le hizo un pedido formal al papa Francisco del nombramiento de dos nuevos obispos auxiliares. Lo que no pudieron confirmar es si la estructura eclesiástica sostendrá tres obispos auxiliares o habrá movimientos en el futuro cercano.
¿Cómo fue el proceso de selección?
Tras la recepción del pedido formal de Rossi a principios de año, se inició un proceso de elaboración de una terna de posibles candidatos. En este caso Rossi elaboró un informe bien detallado de cada uno de ellos y Francisco decidió que Álvarez y Musolino ocuparan esos cargos.
Musolino contó que el 31 de julio pasado recibió un llamado del nuncio apostólico Miroslaw Adamczyk para contarle sobre el pedido de Francisco y lo tomó por sorpresa: “Me quedé mudo, jamás en mi vida me lo hubiera imaginado y no era una aspiración personal”, sostuvo.
El flamante obispo auxiliar confesó que le pidió unos días para tomar una decisión y conversarlo con su acompañante espiritual, pero al ser el mismo Rossi, reflexionó en su oración personal.
Finalmente Musolino dio su sí y en los próximos días emprenderá su regreso a la ciudad de Córdoba. En los últimos años ejerció el cargo de director de la Obra de Don Bosco en Formosa.
El caso de Horacio Álvarez fue distinto. Él desempeña desde marzo la función de vicario general de la arquidiócesis por decisión de Rossi y también lo había hecho durante varios años durante el obispado de Carlos Ñáñez. Si bien también recibió la propuesta a través del nuncio apostólico, “estaba incorporado a medias en la estructura”, confesó.
Álvarez, de 66 años, también es párroco del templo Ascensión del Señor en barrio Oña. Lleva más de 40 años como sacerdote y se desempeñó como rector y profesor del Seminario Mayor. También fue secretario del Consejo Presbiteral y trabajó con asociaciones y movimientos laicales.
Musolino es un sacerdote de 51 años y estuvo en diferentes funciones en la obra Salesianos de Don Bosco. Fue formador de aspirantes y prenovicios, vicedirector del Instituto Domingo Savio, consejero y tesorero de la Inspectoría Argentina Norte y director del Colegio Pio X. Además, es profesor de Filosofía y de Ciencias de la Educación.
Diagnóstico y desafíos
Álvarez reconoció que la Iglesia de Córdoba está ante el inmenso desafío de continuar su tarea evangelizadora inserta en los tiempos que corren. “El arzobispo tiene el foco puesto especialmente en las periferias, donde en algunas ocasiones no supimos dar respuestas”, dijo recogiendo el guante de algunos reproches de un sector de la sociedad.
El actual vicario general reconoció que “no hay diócesis en la Argentina que pueda decir que hemos ido detrás de los procesos de cambios”, pero que tiene esperanza de una tarea pastoral más completa en el futuro cercano.
“Tenemos que seguir cumpliendo el rol de defender la dignidad humana y el bien común, pero no mostrarnos como el que siempre castiga, sino apelando al diálogo constructivo”. Y agregó: “Si tenemos algo que denunciar, como fue el caso de la Pastoral Social con el juego online lo vamos hacer”, sostuvo.
Sobre el vínculo que debería mantener la jerarquía local con los políticos, para Musolino debe ser una relación institucional, “ni amiguismos ni una lejanía que no sirve”.
Musolino descontó que su principal tarea pastoral será con los jóvenes con los cuales se siente “como pez en el agua”. “Córdoba tiene una inmensidad de jóvenes que llegan año tras año y los cuales necesitan ser escuchados, comprendidos en sus diferentes realidades y acompañados”.
Álvarez admitió que la institución eclesiástica no tiene el peso preponderante de otros tiempos pero aun así valora el servicio especialmente en los barrios. “Córdoba tiene de todo, un rostro multiforme, y la Iglesia, aun con falta de sacerdotes, sale de modo capilar en las parroquias para acompañar la realidad que viven las personas”.
“Me impactó el resultado de las Paso”, reconoció Álvarez. Autodefinido como un “esperanzador crónico”, dijo que la gente “está herida y enojada, sufre el día a día y ve cómo también sus hijos sufren. Hay que intentar que el enojo no se transforme en violencia sino en resiliencia y así aportar algo en la transformación”, finalizó.
