La excusa fue “las condiciones climáticas adversas”. En la tarde de este martes, cuando en la Casa Rosada ya sabían que serían sólo cuatro los gobernadores que aceptaron la invitación oficial, el presidente Javier Milei canceló el viaje a San Miguel de Tucumán, para encabezar la vigilia por el Día de la Independencia Nacional.
La niebla no fue un invento del Gobierno. Las condiciones climáticas eran adversas en Capital Federal esta tarde, y serían más complicadas aún en la madrugada, cuando el Presidente tenía planificado volver desde la capital tucumana.
Aunque tampoco se puede prescindir de la cuestión política. Iba a ser políticamente muy frágil la foto con sólo cuatro gobernadores que habían confirmado su presencia en la histórica Casa de Tucumán.
En los últimos días, la tensión entre las provincias y el poder central es indisimulable. La foto en Tucumán iba a alimentar ese enfrentamiento, con un vacío político que terminaría afectando a la Casa Rosada.
Llamativamente, desde el Gobierno nacional parece que minimizaron la molestia que tienen los gobernadores. De lo contrario no se entiende la invitación para una foto, cuando los mandatarios provinciales se preparan para darle un dura embestida a la gestión libertaria en el Congreso.
Milei intentó actualizar la foto del año pasado, cuando 18 gobernadores concurrieron a Tucumán para firmar el Pacto de Mayo, que un año después sólo avanzó en los papeles.
El contraste de la foto de esta medianoche con aquella de un año atrás hubiera sido muy difícil de digerir para el Gobierno. Por eso, más allá del clima, sin dudas, que la cuestión política influyó en la decisión de cancelar el viaje del Presidente al Jardín de la República.
Habían confirmado su asistencia sólo cuatro gobernadores: el anfitrión, Osvaldo Jaldo, el salteño Gustavo Sáenz, el catamarqueño Raúl Jalil y el misionero Hugo Passalacqua. El resto tuvo razones de peso para justificar el faltazo.
¿Qué pasó en este año político que pareció un siglo? ¿Qué llevó a la mayoría de los gobernadores a alejarse del jefe de Estado más imprevisible que haya transitado esta era democrática? Pasaron muchas cosas. Pero una se impone sobre el resto: comenzó la campaña para las elecciones legislativas del 26 de octubre, y con ella, cambió el clima político.
Después del entusiasmo fundacional del Pacto de Mayo la actitud del Gobierno nacional hacia las provincias no sólo no mejoró, sino que se endureció.
Milei cumplió apenas con el mínimo institucional: el envío automático de los fondos por coparticipación. Ese goteo que baja todos los días y que ni la motosierra puede tocar.
El resto de los recursos federales -incluso aquellos que las leyes obligan a distribuir- quedaron bajo llave en el despacho del ministro de Economía, Luis “Toto” Caputo.
Todo en nombre de un equilibrio fiscal que se sostiene a fuerza de hachazos sobre presupuestos provinciales ya tensionados al máximo.
Pero este recorte no es novedad. Viene desde el primer día de la gestión de Milei. La diferencia es que ahora los gobernadores, aun con sus matices ideológicos y rivalidades partidarias, decidieron cerrar filas y unirse en el reclamo. Los unió el espanto, pero también la urgencia.

Dos motivos catalizaron esa coincidencia: primero, el deterioro de las finanzas provinciales, que ya no pueden taparse con aumentos de impuestos. Segundo, y no menos importante, la avanzada libertaria sobre sus propios territorios en plena carrera hacia octubre.
Milei no oculta su estrategia electoral: rechaza cualquier tipo de alianza electoral y aspira a ganarles a los gobernadores en sus distritos. Ellos lo saben, y decidieron responder.
“El ajuste de la Nación está fundiendo a las provincias y los municipios. Y encima, vienen por nosotros en octubre. Si no hay reacción ahora, ¿cuándo?”, lanzó, sin filtro, un funcionario muy cercano a Martín Llaryora.
El gobernador cordobés optó por la salida elegante. Había anunciado que no iba a viajar Tucumán. Cuando le llegó la invitación -tardía, como a todos los mandatarios- del jefe de Gabinete, Guillermo Francos, desde el Centro Cívico argumentaron que ya tenía agendado encabezar el desfile patrio en Colonia Caroya.
Una excusa institucional del gobernador de Córdoba, la de varios de sus colegas, para evitar la foto con un Presidente que, hasta ahora, no los escucha. Y, peor aún, los acusa de no hacer ningún ajuste, como si gobernar una provincia en este contexto no implicara achique, tensión social y cuentas al límite.
Llaryora prometió enviar en su representación a la vicegobernadora Myrian Prunotto, que tenía dificultades para viajar porque no conseguía vuelo.
Desde el Centro Cívico aclararon que la “decisión política” fue que Córdoba tuviera representación en Tucumán, hasta que se conoció la cancelación del viaje del Presidente. Aunque el mensaje de fondo es claro: no habrá por ahora fotos con el Presidente.
Día D en el Senado
Lo que iba a ser una foto vacía en esta medianoche en Tucumán no iba a ser solo un gesto de malestar simbólico. El verdadero sacudón político de los gobernadores llegará este jueves, en el Senado.
Los senadores que responden a los mandatarios provinciales están listos para aprobar dos proyectos claves: la distribución de los Aportes del Tesoro Nacional (ATN) y del Impuesto a los Combustibles.
La cifra no es menor. Se trata de más de un billón de pesos en juego. Un reclamo transversal de los 23 gobernadores y el jefe de Gobierno porteño que -esta vez- parecen tener los votos no solo para sancionar la ley en Diputados, sino también para resistir el veto que Milei ya anticipó.

Los mandatarios aclararon, luego de la cumbre en el Consejo Federal de Inversiones (CFI), dos semanas atrás, que no buscan sacarle recursos a la Nación, como insiste el discurso oficialista, sino recuperar lo que les corresponde por ley.
Mientras tanto, el kirchnerismo duro, aún indigesto por la prisión domiciliaria de su jefa política Cristina Fernández, también aprovechará para empujar su propia agenda: una ley para aumentar las jubilaciones nacionales, otra para prorrogar la moratoria previsional, la declaración de emergencia en discapacidad, y la emergencia social en Bahía Blanca, aún golpeada por una inundación devastadora.
Todas juntas, estas iniciativas amenazan directamente la bandera más preciada del gobierno libertario: el déficit cero. El equilibrio fiscal, sostenido con alfileres y ajuste a las provincias, tambalea en el Congreso.
Dólar en alza, inflación en duda
Y si en el Congreso hay problemas políticos, los mercados tampoco dan respiro. El frente financiero también se recalientó. Esta semana, el dólar dio un salto y se acercó peligrosamente a los 1.300 pesos, muy lejos del “dólar de los mil pesos” que Milei promocionaba como techo deseable en la previa electoral.
La escalada de la divisa norteamericana no solo genera ruido en el gabinete económico. También pone en jaque otra de las promesas libertarias: la baja sostenida de la inflación.
Mayo había cerrado con un alentador 1,5 %, pero junio ya se perfila por encima. En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA), el índice fue del 2,1 %, y suele anticipar la tendencia nacional.
En Balcarce 50 se ilusionaban con una inflación de septiembre -la última que se conocerá antes de las urnas- por debajo del 1 %. Hoy, esa meta parece lejana aunque no imposible.
Al igual que las definiciones electorales, la evolución de la inflación es todavía incierta. Pero si el Indec no da buenas noticias este mes, la tensión podría escalar, justo cuando los gobernadores se preparan para dar la batalla contra los libertarios en las urnas.
Mientras tanto, todo parece indicar que no habrá fotos ni gestos de apoyo al presidente Milei.