La campaña provincial ya arrancó, pese a que aún quedan interrogantes por develar. A la estrategia del PJ de no oficializar la fecha de las elecciones en la Capital se contrapone el “plan misterio” de la oposición de no confirmar quién será el candidato a intendente de Córdoba.
En el escenario provincial, hay certezas. La más importante es que el oficialista Martín Llaryora tendrá como principal rival a Luis Juez.
Tampoco habrá sorpresas sobre los ejes de debate. El PJ apuntalará a sus candidatos con los logros de las gestiones provincial y municipal capitalina.
Juez y De Loredo no disimulan que apuntarán a lo que consideran los puntos débiles del oficialismo: seguridad, educación y salud.
Sin embargo, hay una cuestión de pura raíz política que también se debatirá en la campaña: los opositores tratarán de pegar al PJ provincial con el kirchnerismo.
En campaña, las medias verdades suelen tener el peso de la realidad. No es cierto que el PJ provincial tenga vínculos estrechos con el kirchnerismo, aunque ambos compartan el mismo origen peronista.
Protagonistas repetidos
La relación entre el PJ cordobés y los K se quebró durante el conflicto con el campo, en marzo de 2008.
Hasta ese momento, que para muchos fue el nacimiento del kirchnerismo duro, José Manuel de la Sota y Schiaretti tenían con Néstor Kirchner una relación cambiante, pero vínculo político al fin.
El túnel del tiempo nos lleva a los comicios provinciales de 2007, cuando Kirchner encomendó al entonces influyente Julio de Vido y a Ricardo Jaime apoyar a Schiaretti, el candidato de De la Sota. Pero su entonces jefe de Gabinete, Alberto Fernández, apoyó la candidatura del opositor Juez.
Eran tiempos de la transversalidad, sin aprensión ideológica.
Dieciséis años después, aquellas imágenes sepia parecen poco realistas, aunque algunos protagonistas se repiten.
Más allá del pasado, hoy el PJ que lidera Schiaretti compite con Juntos por el Cambio por el título de quién es más antikirchnerista en Córdoba.
Juez y De Loredo no ocultan su plan de tratar de emparentar al PJ con los K. “Son lo mismo y tienen el mismo método hegemónico para gobernar”, coincidieron ambos el miércoles pasado, cuando en un canal de noticias porteño se mostraron casi como una fórmula provincial.
El llamativo aporte de Olga Riutort para obturar las cuestionables dobles candidaturas alimentó las sospechas. Juez y De Loredo creen ver el germen de un acuerdo en la Capital entre el PJ y la titular del Pami local.
Schiaretti y Llaryora saben que tendrán que afrontar en la campaña esa acusación de la oposición.
El gobernador cree tener un antídoto para despejar esas dudas: ya tiene en sus manos el escrito con la demanda en contra de la Anses, que se redactó en el prestigioso estudio jurídico porteño conducido por Alberto García Lema.
El Gobierno provincial reclamará ante la Corte Suprema los incumplimientos por parte del Gobierno nacional de las transferencias de fondos para financiar parte del déficit de la Caja de Jubilaciones de Córdoba.
No se trata de promesas. Hay leyes que la Nación no cumple y probablemente el tema termine en un fallo favorable para Córdoba, como ocurrió en 2015.
Los tiempos de la Justicia nunca van de la mano con los de la política. Difícilmente el máximo tribunal de Justicia saque un fallo en un año electoral sobre un conflicto entre una provincia y el Estado nacional.
Schiaretti lo sabe, pero tiene un objetivo político, más allá de cobrar una deuda. En medio de la campaña –en fecha a definir– iniciará la demanda ante la Corte Suprema.
Así, se convertirá en el único gobernador peronista que lleve a juicio al gobierno del Frente de Todos. Un rótulo que también lo posicionará en el ámbito nacional, en su aspiración de ser candidato presidencial.
No obstante, este plan de enfrentamiento con el poder central no cierra el capítulo en la relación del PJ local con los K.
Los peronistas admiten que sería conveniente que el Frente de Todos no tenga candidatos a gobernador ni a intendente en la Capital, ya que podría restarle votos.
Con este objetivo, hay un trabajo fino de operadores peronistas que enfrentan un desafío: negociar con los K para que se bajen, pero sin que se note.
Ya hay un acuerdo con el villamariense Martín Gill, ahora complicado por una denuncia de violencia de género.
Hasta ahora, no hay diálogo con el albertista Carlos Caserio, el más crítico del schiarettismo, quien ya lanzó a Federico Alesandri como precandidato a gobernador.
Con el cristinismo duro que representa la diputada camporista Gabriela Estévez no hay negociación, pero los peronistas dicen tener una encrucijada de hierro para presentarle, al igual que al sector de Caserio: elegir entre Llaryora o Juez. Inclinarse por el candidato oficialista sería no presentar candidaturas.
En el Centro Cívico están convencidos de que el juicio contra la Nación ayudará a levantar el perfil anti-K. Es la carta que tiene Schiaretti para cubrirse de las embestidas opositoras.
