“Fue una reunión de dirigentes responsables, pero asustados por la crisis actual”, se sinceró un allegado de uno de los protagonistas de la cena del miércoles pasado en el quincho de la casa del salteño Juan Manuel Urtubey, ubicada en el coqueto distrito de San Isidro, en el Gran Buenos Aires.
El gobernador Juan Schiaretti se sentó en esa mesa bien regada con vino salteño. De este modo, el cordobés realizó su primera incursión política nacional, luego de muchos amagues verbales de buscar una proyección nacional para su “modelo de gestión Córdoba”.
El mandatario cordobés participó del asado que degustó con dirigentes con los cuales no se le conocía sintonía política.
El jujeño Gerardo Morales fue el otro mandatario que aceptó la invitación del exgobernador salteño. También estuvo el intendente de Rosario, Pablo Javkin, un dirigente de origen radical, que luego se unió al ARI de Elisa Carrió y llegó al poder en su ciudad por el Frente Progresista.
Con los peronistas Florencio Randazzo y Graciela Camaño, el gobernador cordobés tiene diálogo desde hace tiempo.
También llamó la atención la presencia de Emilio Monzó. El dirigente bonaerense fue el primer operador peronista de Mauricio Macri. Luego se acercó a Horacio Rodríguez Larreta y ahora parece que se sumó al equipo de la verborrágica Patricia Bullrich.
Lo de Monzó no es tan sorprendente. El extitular de la Cámara de Diputados, que patentó la definición “rosca política”, es un operador todoterreno que habla con todos.
Urtubey también está en esa línea de dialogar con todos, con el cristinismo como única barrera ideológica.
¿Qué fue a buscar Schiaretti al sentarse en esa mesa variopinta? Esa es la pregunta del millón.
Hay muchas versiones y también distintas lecturas. La que parece más certera fue una definición de un experimentado peronista cordobés. “Más que pensar en un armado político para 2023, los que se sentaron en la mesa de Urtubey son todos anticristinistas, unidos por el espanto de que todo se vaya a la m… antes de fin de año”.
El temor a que la crisis del país se agrave al compás de la interna entre el presidente Alberto Fernández y su influyente vicepresidenta Cristina Kirchner, es algo que sobrevoló a los comensales de San Isidro. Esa sensación también envuelve al resto de los gobernadores, en especial los peronistas.
De esta cuestión hablaron el martes pasado Schiaretti y el chaqueño Jorge Capitanich, quien lo visitó en el Centro Cívico.
Está claro que al mandatario cordobés lo separa un mar de diferencias con el cristinista Capitanich, pero hoy los une el temor de una posible profundización de la crisis económica por la pelea entre albertistas y cristinistas dentro del gobernante Frente de Todos.
Como en el resto del mundo, las secuelas de la invasión de Rusia a Ucrania ya impactan en los precios de los alimentos y el costo de la energía. En nuestro país, se agregan a ese cóctel las peleas políticas.
En alerta
Los gobernadores peronistas que integran el Frente de Todos están en “estado de alerta”. Este viernes se reunieron en Salta.
La excusa fue hablar sobre la gestión de los mandatarios del Norte Grande, pero el tema central fue político: la preocupación por la parálisis del Gobierno nacional, por las diferencias entre el Presidente y su vice.
El jefe de Gabinete, Juan Manzur, quien fue uno de los fundadores y líder de esta liga norteña, dice que está pensando en dejar la Jefatura de Gabinete de la Nación para volver a su Tucumán natal.
Varios mandatarios peronistas están inquietos porque ven peligrar la permanencia en el poder en sus territorios.
Schiaretti tiene otra realidad. No puede buscar su reelección, pero también es consciente de que el PJ gobierna en Córdoba y cualquier crisis profunda del Gobierno nacional puede arrastrar a los oficialismos. Aun al schiarettismo, que es crítico del Frente de Todos.
Dos horas antes del asado en San Isidro, Schiaretti compartió el relanzamiento de la señal de radio de la estadounidense CNN, en el cual tiene mucho que ver Guillermo Seita, su amigo y operador político nacional.
En ese evento estuvieron, entre otros, su colega santafesino, Omar Perotti –otro asesorado por Seita– y Horacio Rodríguez Larreta, también unido por la cercanía con el influyente consultor amigo del mandatario cordobés.
El intendente de Córdoba, Martín Llaryora, tampoco se perdió la oportunidad de asomarse al escenario nacional, oficializando su aspiración de ser el sucesor de Schiaretti en la Gobernación.
Ese evento mediático tuvo mucha más sintonía política entre los asistentes, pensando en el 2023 electoral que se viene, que la mesa servida por Urtubey.
En San Isidro estuvieron los que están preocupados por la crisis actual. En la reunión mediática, hubo varios que piensan en la pulseada por el poder del año próximo. Aunque también miran con preocupación los empujones del cristinismo al presidente de la Nación. Por ahora, todos unidos por el espanto.
