Milei impone rigor en varios planos y al mismo tiempo. Echó a la cordobesa Diana Mondino de la Cancillería. Consideró imperdonable que en nombre de su Gobierno, la ministra votara en la ONU a favor de Cuba y desalineada de los Estados Unidos e Israel, sus referencias internacionales. El paso de Mondino por la administración pública terminó siendo efímero.
La ahora excanciller deja un casillero vacío en el tablero de las especulaciones de posibles candidatos para 2025 en Córdoba. Era una salida que muchos imaginaban en el oficialismo para una libertaria de la primera hora que, como tantos otros, ahora cayó en desgracia. Fin, diría Adorni.
Si el Presidente es implacable con los propios, qué pueden esperar los ajenos. Rodrigo de Loredo puede dar testimonio sobre qué se siente. El titular de la bancada dialoguista de la UCR en Diputados pasó un incómodo momento este miércoles en el aniversario 47 de la Fundación Mediterránea. Presente en el evento empresarial del año, Milei acusó de “golpista” a Raúl Alfonsín. Señaló equivocadamente a uno de los próceres del radicalismo como corresponsable –junto con Eduardo Duhalde– de cargarle combustible al helicóptero con el que Fernando de la Rúa abandonó el Gobierno en diciembre de 2001.
Los radicales cordobeses deben decidir qué hacer. Pueden someterse al maltrato de Milei bajo el argumento deloredista de que lo prioritario es el cambio que propone el Presidente y que, entonces, a veces es necesario “fingir demencia”, como ya dijo. O, en cambio, pueden enfrentarlo, como pretenden otros en el radicalismo doméstico, bajo el riesgo de que eso determine competir en soledad en las legislativas del año que viene. Ambas opciones asoman desventajosas para la UCR.
“Si Milei triunfa y acierta el rumbo económico, las chances de la UCR se achican”, reconoció públicamente De Loredo a La Voz hace unos días. El libertario es un verdadero incordio para los dirigentes del partido centenario. No para sus votantes, que lo eligieron por mayoría abrumadora en noviembre pasado frente a la opción Sergio Massa.
“Qué mal que debemos estar los radicales si hoy estamos acá”, se sinceró un importante dirigente del partido que escuchó en vivo al Presidente en la Mediterránea.
A casi 11 meses de asumir, y jactándose de ejecutar el ajuste más importante de la historia, Milei exhibe una centralidad política abrumadora. Se sirve de la fragmentación ajena para blindarse. Septiembre había marcado un retroceso en su valoración ciudadana. Los vetos contra la suba a los jubilados y la actualización del financiamiento universitario golpearon su imagen. Parte de esa caída, sin embargo, se recuperó en octubre. Las números favorables de la macro configuran un escenario de estabilidad añorada, que se empieza a combinar con una recuperación tenue. Un dato: Milei pasó por la Mediterránea sin pronunciar la palabra “producción”.
Tensiones entre los socios
Milei también es un factor que altera los ánimos entre los socios locales de lo que todavía se llama Juntos por el Cambio.
Luis Juez sorprendió en los últimos días con la chance de ser candidato a diputado en 2025, cuando aún tiene más de tres años de mandato en el Senado. Aseguró que si Juan Schiaretti participa de los comicios, él le competirá. La advertencia hizo más ruido en las huestes de De Loredo que en las del peronismo.
Un íntimo allegado del diputado de la UCR fue tajante: “Si Juez compite en un turno en el que renueva Rodrigo, habrá confrontación. Una cosa es que hable para 2027, pero nada tiene que hacer el año que viene”.
El sueño del peronismo de la división opositora podría estar más cerca de lo que parecía. Es la apuesta de cualquier oficialismo. Juez y De Loredo han pasado momentos de mayores tensiones que este. Ambos creen que la única manera de tener una oportunidad de vencer a Martín Llaryora en 2027 es si se mantiene la unidad. “Si nos dividimos, perdemos nosotros y gana Llaryora. Es responsabilidad de quienes conducen evitar el choque”, subrayan cerca de De Loredo.
En el juecismo hay reproches que se venían mascullando por lo bajo y que ahora comienzan a hacerse públicos. Apuntan directo al radical. Le achacan no haber querido compartir la fórmula provincial con Juez. “Ya nos abandonó el año pasado. Nosotros no lo vamos a esperar como la última vez hasta ver qué hace. Pondremos una fecha y decidiremos qué quiere cada uno”, dice un juecista de la primera camada.
El Panal, siempre atento al devenir de sus rivales, celebra la incipiente inquina. Un respiro en medio de un primer año de gestión llaryorista cuesta arriba, en el que el gobierno de Milei ha condicionado casi todo.
