Fuera del poder provincial desde hace un cuarto de siglo y tras una gestión capitalina que duró ocho años pero que no logró potenciar el espacio para reconquistar la gobernación, el radicalismo de Córdoba inicia una nueva fase de su larga historia política.
Esta nueva etapa, que tiene como antecedente una muy buena cosecha de intendencias y comunas ganadas el año pasado, marcará el debut oficial de Rodrigo de Loredo en la conducción. Ese nuevo liderazgo, ejercido en la práctica desde el triunfo legislativo de 2021, tiene a Marcos Ferrer, el intendente más importante de la UCR en la provincia, como un actor central de la generación que ya comenzó a suceder a apellidos como Mestre (hijo) y Negri (padre), aunque estos conserven aún alguna cuota de poder en el partido.
Hay definiciones fuertes que salieron en los últimos días de boca de la flamante conducción partidaria. El tiempo mostrará si esos preceptos tienen o no reflejo en la realidad.
Todos esos pronunciamientos, lógicamente, aluden de manera directa al peronismo cordobés, el adversario histórico de la UCR. Aunque ahora tienen un énfasis particular debido a que la fuerza dominante está bajo la impronta y las ideas del gobernador Martín Llaryora, quien busca captar a una parte del radicalismo para engrosar su criatura política: el “partido cordobés”.
“Nosotros nunca seremos empleados del peronismo; queremos el poder”. “Intentar debilitar al radicalismo comprando dirigentes es contraproducente para ellos: siempre estaremos en la vereda opuesta”. “Cuanto más quieran incidir en nuestro partido, más nos vamos a abroquelar con Juez. Eso es lo que no entienden Llaryora y el peronismo”.
Ese abanico de premisas y advertencias incluye un concepto determinante que inquieta y ya puso en riesgo la supremacía peronista el año pasado: sostener la sociedad política con el Frente Cívico de Luis Juez. El senador y De Loredo dicen abiertamente que trabajan por lo mismo para 2027: la candidatura para la gobernación. Pero ambos saben que sólo uno podrá serlo si deciden, como juran y repiten hoy, que ese vínculo frentista no se romperá para el próximo turno electoral provincial.
La nueva conducción radical remarca que el candidato opositor será sí o sí radical. ¿Qué otra cosa podrían decir los nuevos líderes de la UCR? La verdad se revelará recién dentro de tres años. Todo puede pasar en Córdoba y en la Argentina.
La premisa de siempre
El objetivo central del peronismo en el reciente y tumultuoso proceso interno de la UCR fue intentar incidir sobre las estructuras partidarias que, llegado el momento, resolverán sobre el esquema de alianzas a competir. La premisa del oficialismo es una sola: separar a Juez de los radicales. Está en su derecho. Eso no inquieta en la Casa Radical.
Sí molestó, en cambio, el rol que jugó hasta donde pudo en la interna la vicegobernadora Myrian Prunotto, expulsada de la UCR pero con la ficha de filiación judicializada. Esa pretendida incidencia de la vice de Llaryora fue interpuesta a través de un dirigente radical titular de un modesto núcleo interno que buscó ser parte de la negociación. Finalmente, quedó marginado del acuerdo sellado entre De Loredo, Ferrer y Mestre. Ese radical seguirá cobrando el contrato que lo liga a la Unicameral y que financian todos los cordobeses con sus impuestos.
Los peronistas y los radicales dialogan, lo cual es lógico y deseable para cualquier sistema democrático. El ministro de Gobierno, Manuel Calvo, tiene cercanía con Ferrer. De Loredo compartió charlas con Juan Schiaretti en el reciente viaje en el que ambos coincidieron en los Estados Unidos.
El oficialismo provincial exprime al máximo sus armas de seducción para engrosar al “partido cordobés”. A veces, en su afán de mostrar logros a la corona, algunos olvidan que no es lo mismo la angustia financiera de los que tienen que gestionar que pegar el salto de un bando a otro. “Nuestros intendentes están muertos de hambre. No tienen un peso. Cualquier cosa que reciban les viene bien. Obvio que van al Panal si los invitan, y lo seguirán haciendo, pero una cosa distinta es jugar electoralmente para ellos. No hay nada más individualista que un intendente del interior”, dice una voz radical que contextualiza las fotos que promociona el Ejecutivo con intendentes de otros signos políticos.
Esos mismos jefes municipales de la UCR ya han marcado una tradición de preservación individual cada vez que toca votar: separan sus elecciones locales de la cita provincial. El día que se juegan el cuerpo, trabajan fuerte. Luego, en el turno por la gobernación, se relajan. “El peronismo ya cuenta con esa ventaja desde hace años. Ellos creen que pueden sumar algo más comprando dirigentes, pero se equivocan. Esa jugada es de suma cero”, dice otro referente muy activo en la última interna boina blanca.
En el Panal, ven a Juez mejor posicionado que a De Loredo en esa carrera interna para la postulación opositora de 2027. Menos idea hay en el oficialismo sobre qué hará el partido del presidente Javier Milei en Córdoba. Es la otra inquietud que preocupa al cordobesismo. Juez, De Loredo y Milei juntos son un combo indigerible para Llaryora.
