Las presuntas coimas en la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis) y el terremoto político que han generado los audios de su extitular Diego Spagnuolo dejan al desnudo una sucesión de errores en el gobierno libertario.
Motosierra se agota
El primer año de la gestión libertaria podría identificarse con la figura de un elefante que entra en un bazar. Ingresa a lo bruto y rompe todo lo que tiene a su paso. Siempre es más fácil desarmar, dar de baja, anular o cerrar una dependencia oficial que abocarse a su reconversión. 2024 y parte de 2025 fueron un período de facultades delegadas donde se actuó en modo elefante. Llega un punto en que todo lo que se tenía que romper fue roto y lo que sigue es ordenar: sintonía fina, gestión.
La Andis es el ejemplo perfecto de falta de gestión: Diego Spagnuolo tenía como objetivo auditar 1,2 millones de pensiones no contributivas (PNC) por invalidez. En 2001, el Estado nacional pagaba apenas 81.500 pensiones; 24 años después creció ese padrón en 1.400%, sin que hubiese mediado guerra, terremoto o catástrofe que explicara semejante crecimiento de inválidos. Spagnuolo debía dar de baja aquellas que no correspondían, pero en 20 meses avanzó poco y nada.
El vocero presidencial, Manuel Adorni, dijo que el 60% de los convocados no se presentó y que se dieron de baja 110.522 pensiones por haber sido mal otorgadas y 8.107 por muerte del titular, mientras que 10.038 personas renunciaron. ¿Y el resto? ¿Será por este sistema de coimas que no querían achicar el número de pensionados? Una PNC por invalidez está hoy en $ 220.014: nada para quien la cobra y es discapacitado, y plata regalada si quien la percibe está sano para trabajar.
La Andis debía también actualizar el nomenclador de prácticas que rige obras sociales y prepagas para abonarles los servicios a los prestadores que atienden a las personas con discapacidad. No lo hizo y el problema se hizo inmanejable, al punto que la oposición logró quebrarle el veto a Milei y dejó en pie la emergencia en discapacidad.
Como pasa en otros temas, la motosierra se agota y hay que mostrar plan y equipos para hacer que la cosa funcione. Bien y con menos gente, pero que arranque. Eso no está pasando.
Autosuficiencia
La Libertad Avanza decidió jugar sola. Más allá de algunas alianzas concretas, en algunas provincias con el PRO y en otras con el radicalismo, el Gobierno se concibe con una pureza de raza difícil de justificar dada su absoluta soledad en el Congreso y en el arco de gobernadores. Creen que son el único actor legítimo que garantiza el cambio, y que todos los que lo antecedieron fracasaron. Es probable, pero le ha pegado feo a la mano que lo sostuvo en más de una ocasión en el Congreso.
No logró, más allá de la propia Patricia Bullrich y de algunos dirigentes menores, aliados estratégicos en el Congreso, en el sindicalismo o en las filas empresariales. Es más, desafió a todos a los gritos y los tildó, según el caso, de mandriles, ensobrados o tibios. Cuando las cosas van muy bien, quizá sea aceptable la blancura libertaria en la lista, pero siempre la cosa puede empezar a ir mal. Así, a lo Spagnuolo, de la noche a la mañana.
Todo al altar macro
El Gobierno imaginaba llegar a las elecciones de octubre más que cómodo: la inflación en baja, sin cepo, aval del FMI, los dólares quietos y un nivel de actividad aceptable. Nada para tirar manteca al techo, pero todo marchando de acuerdo al plan. Eso no está pasando y da la sensación de que hay algo más que el ruido propio de cada período preelectoral. Las tasas estratosféricas son un golpe bajo para la actividad, el caballito de batalla de la oposición que cuestiona la plata que no alcanza y que está bien el superávit fiscal, pero con la gente adentro.
Milei logró hacer que sus votantes entendieran que el exceso de gasto público desemboca en inflación. Es la primera vez que un presidente está más convencido que su ministro de Economía de las bondades del superávit fiscal. Pero eso se le puede estar volviendo en contra si sólo la macro concentra el foco de su atención.
Se ufanó de no negociar
En 2024, el mileísmo mostró cierta habilidad para negociar en el Congreso las dos normas macro que entendía como pilares de su Gobierno: la ley Bases y el paquete fiscal. Se mostró dispuesto a ceder y a aceptar que nadie le iba a aceptar todo a paquete cerrado. Este 2025 apostó al recambio de bancas de diciembre y, hasta entonces, no esperar nada del Congreso. Eludió negociar, pensando que jugaba solo. Y no: las negras también juegan.
El Congreso encontró la vía para arrinconar a Milei, agazapado en causas requetenobles: discapacidad, jubilados, universidades, Garrahan. Detrás de cada proyecto, hay una gran dosis de gasto público que no tiene fuente de financiamiento..., pero no importa: la oposición hace su juego. El mileísmo no la vio venir.
¿Son lo mismo?
La Libertad Avanza ganó por el profundo hastío del electorado argentino respecto de los políticos de siempre. Milei los etiquetó bien: la casta. La casta labura poco; cae siempre bien parada; es más viva que todos nosotros juntos; no sufre porque no llega a fin de mes; tiene privilegios en todos los rincones y un quiosco en cada esquina del Estado. Lo que Spagnuolo admite en sus audios es que existía un sistema de coimas en la Andis que heredó y que no sólo no desarmó ni denunció, sino que agravó: al 5% vigente le habrían agregado tres puntos más, que se llevaría Karina. ¿No era que no les importaba la plata? ¿Que eran distintos? ¿Que venían a refundar el Estado?
Ese es el problema medular de los audios: venían a ser otra cosa. Por eso cala tan profundo la herida. Las elecciones podrán dotar a los libertarios de legitimidad de origen siempre y cuando este escándalo mueva poco el amperímetro y las ganen bien, como dicen que ganarán. Pero debieran comportarse distinto y entender que no es lo mismo que $Libra. No pueden actuar como si nada hubiera pasado.