¿Gobernará con el apoyo de Macri? ¿Gobernará con la asistencia de Estados Unidos y del FMI? ¿Gobernará al ritmo de las necesidades cruzadas que tendrá con los 24 gobernadores opositores? ¿Gobernará con el respaldo invisible de Schiaretti? ¿Cómo gobernará Javier Milei? ¿Quiénes serán los socios del presidente que blanquea en público y a 10 días de asumir que lo que viene para el corto plazo es recesión con dosis de alta inflación?
Milei dijo en campaña que haría un ajuste fiscal superior al reclamado por el Fondo Monetario Internacional. Un 30% de los votantes en las Paso y un 56% en las generales aceptó ese contrato que promete “sufrimiento” durante 6 meses y que, si nada se sale de control –algo inusual en el país que vive tocando las banquinas–, tendrá un lento aterrizaje de hasta 24 meses hasta lograr la estabilización de la economía en la que confía el presidente electo.
¿Cuánto resistirán el esfuerzo los argentinos que lo eligieron? ¿Qué hará el resto que no optó por sus ideas? Milei necesitará de todos, incluso de los que no lo votaron. En ese grupo se corporizará el nivel de resistencia que afrontará.
El plan de ajuste antigradualista que el confirmado ministro de Economía Luis Caputo le presentó el martes, en Washington, a las autoridades del FMI requiere de consensos internos que hoy asoman lejanos de alcanzarse, pero, claro, no imposibles.
Con una representación libertaria exigua en las cámaras del Congreso y pese al acompañamiento del ala macrista del PRO, una llave importante del juego legislativo está en manos de un cuerpo de gobernadores (10 de Juntos por el Cambio, 10 de Unión por la Patria y cuatro de partidos provinciales, con Córdoba incluida) que se debate entre la atomización de la representatividad de sus fuerzas y la falta de liderazgos nacionales.
Hay quienes ven en esas características la oportunidad de Milei para tejer acuerdos impensados. Y hay también quienes creen que la inexperiencia libertaria de conducir lo que se desconoce es un pasaje directo al fracaso. Los argentinos, claro está, necesitan que se imponga lo primero. Pero no todos piensan lo mismo.
“Nos vemos en la Asamblea Legislativa...”, le lanzó ayer un senador peronista que concluye por estos días su mandato a otro del PRO, que sigue hasta 2027. Y al instante completó la frase sin ocultar sus malos augurios: “En la Asamblea Legislativa dentro de cuatro meses”.
En el peronismo perdedor del balotaje creen que el proyecto presidencial de Milei tendrá vida corta. Como el piquetero Eduardo Belliboni, anhelan eso.
En Juntos por el Cambio también hay voces importantes que tienen una percepción negativa de lo que vendrá, aunque evitan pronunciarse en público al respecto.
Hasta el expresidente Mauricio Macri duda de las chances de éxito. Macri tiene mucho por perder si los planes de Milei sucumben.
Quienes hablan por estas horas con el fundador del PRO cuentan que la molestia que tiene con Patricia Bullrich tiene como punto central una divergencia determinante: Macri quiere colaborar, pero no formar parte.
“El gobierno es de Milei. No es momento de estar en la trinchera y menos de ubicarnos en lugares en los que podemos quedar expuestos, como en Seguridad”, le adjudican a Macri, en franca crítica hacia la actitud de Bullrich de querer tomar la brasa caliente desde la que deberá contener el creciente malestar social.
“Si fracasa Milei y nosotros quedamos pegados, los que vuelven son los K, no nosotros”, razona un cordobés con protagonismo en el Congreso.
Muestra gratis para Milei
Sin distinción de partidos, hay pavor entre los gobernadores por lo que viene. Impera una especie de sálvase quien pueda.
Ayer, todos, con excepción de los cordobeses Juan Schiaretti y Martín Llaryora y de Horacio Rodríguez Larreta y Jorge Macri –representantes de Caba–, se fotografiaron sonrientes con Sergio Massa en lo que tal vez sea la última entrega del plan Platita orquestado por el todavía ministro de Economía.
Horas después de que Milei les avisara a los mandatario que deberían terminar con el gasto, controlarse y que la emisión monetaria es igual que “salir de caño”, Massa recompensó a las provincias por la merma que significó para los distritos la eliminación de Ganancias y la devolución del IVA para compras de consumo masivo. A esa cuenta, que se calcula en $ 230 mil millones en conceptos de ATN y otros envíos discrecionales, también la pagará el próximo presidente.
La escena explícita de pragmatismo ejecutivo de los gobernadores revela que el patear para adelante no pierde vigencia. Una nueva muestra gratis para que Milei se haga una idea de lo que le espera en las negociaciones obligatorias que tendrá con los mandatarios: asistencia financiera a cambio de apoyo en el Congreso. Una cosa es advertir el sufrimiento del resto; otra muy distinta, padecerlo en carne propia.
