La ceremonia litúrgica del Tedeum, que conmemora el primer gobierno patrio de 1810, tuvo lugar este domingo n la Catedral Metropolitana de Buenos Aires, contando con la presencia del presidente Javier Milei y todo su gabinete.
En este marco, el arzobispo Jorge García Cuerva brindó un fuerte mensaje, con una cruda lectura de la realidad social argentina. El Arzobispo llamó a terminar con los mensajes de odio y cuestionó las “estafas electorales”.
“Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio. Démonos otra oportunidad, no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros. Todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”, apuntó.
Qué dijo el arzobispo García Cuerva
“El mensaje que compartiré quiere ser un aporte, a la luz de la Palabra de Dios, para la reflexión de todos los actores de la sociedad argentina, convencido de que entre todos construimos la Patria, más allá de saber que, luego, algunas frases puedan ser tomadas de manera aislada para querer alimentar la fragmentación”, comenzó García Cuerva, tras leer un pasaje de la Biblia.
En su mensaje, el arzobispo se mostro convencido de que la Patria se construye entre todos, pero anticipó que algunas frases podrían ser tomadas de manera aislada para alimentar la fragmentación.

Uno de los puntos centrales y más enfáticos de la homilía fue el llamado a terminar con el odio y la violencia política. “Tenemos necesidad de diálogo, de forjar la cultura del encuentro, de frenar urgentemente el odio”, expresó, advirtiendo que “no podemos construir una Nación desde la guerra entre nosotros” y que “todo acto de violencia es condenable, y quiebra el tejido social”.
“Basta de arrastrarnos en el barro de las descalificaciones y la violencia”, acotó el arzobispo.
En este marco, García Cuerva cuestionó “la agresión constante, el destrato y la difamación” delante del Presidente, alineándose con la necesidad de pacificación mencionada en su discurso. Además, denunció “el pan duro de la desinformación”, sumándose a las críticas sobre la desinformación mencionadas en el contexto de su mensaje a la clase política.
Tras esto, advirtió que se está muriendo la fraternidad, la tolerancia y el respeto, y que la muerte de estos valores significa la muerte de “un poco el futuro”.
García Cuerva, sobre la realidad social argentina
Por otra parte, García Cuerva pintó un cuadro sombrío de la realidad social argentina, afirmando que “Argentina sangra en la inequidad entre los que se laburan (trabajan) todo y los que han vivido de privilegios”.
A su vez, apuntó que estos privilegios han alejado a algunos de la calle, del transporte público y de saber cuánto valen las cosas en un supermercado. Manifestó que quienes viven de estos privilegios están “alejados de la gente de a pie, no sienten su dolor, ni sus frustraciones, pero tampoco se emocionan con sus esperanzas y su esfuerzo diario por salir adelante”.
También se refirió a la situación de los adultos mayores, cuestionando cuántas generaciones más deberán reclamar por jubilaciones dignas.
El mensaje de la iglesia también abordó la desilusión ciudadana generada por “años de promesas incumplidas y estafas electorales”. Según el arzobispo, esto llevó a muchos a “perder las ganas de participar, el entusiasmo de involucrarnos, hasta de cumplir con el deber ciudadano de ir a votar”, ante el sentimiento de que “otra vez lo mismo”, y que “nada va a cambiar” porque “nos mintieron muchas veces”.
Frente a esto, García Cuerva instó a dejar la senda del odio y la descalificación, y recordó la importancia del diálogo citando palabras del papa Francisco. Enfatizó que el diálogo “nos recuerda que nadie puede limitarse a ser un espectador ni un mero observador”.
A su vez, subrayó la necesidad de que todos, “desde el más pequeño al más grande, tienen un papel activo en la construcción de una sociedad integrada y reconciliada”.
La cultura del encuentro, dijo, es posible si todos participan en su elaboración y construcción, y “la situación actual no permite meros observadores de las luchas ajenas. Al contrario, es un firme llamado a la responsabilidad personal y social”.