La reciente visita del presidente Javier Milei a un congreso evangélico en Chaco generó debate en distintos sectores de la sociedad. Sin embargo, para el pastor Fabián Gómez, uno de los organizadores del evento, se trató simplemente de una respuesta a una invitación institucional, como tantas otras que han hecho a lo largo de los años a las autoridades políticas del país.
“Siempre hemos invitado a todos. No hay favoritismo. Esta fue la primera vez que un presidente respondió y aceptó venir”, aclaró el pastor en La Voz en Vivo.
Milei no participó de la inauguración del templo (“Portal del Cielo”, que había tenido lugar el jueves, sino que asistió a una de las jornadas del congreso que la iglesia organizaba. Para Gómez, su presencia fue un hecho “trascendental”, ya que “nunca un presidente de la Nación había asistido a una reunión de este tipo”.
En cuanto al contenido del discurso del mandatario, Gómez explicó que, desde la mirada bíblica y evangélica, no lo consideraron ofensivo ni fuera de contexto.
“Desde lo bíblico, no fue un mensaje errado ni salido de las Sagradas Escrituras. En lo político no me meto, eso es asunto de los políticos. Nosotros lo evaluamos desde lo espiritual”, aseguró.
La mirada evangélica sobre la justicia social
Uno de los conceptos más controversiales que Milei repite a menudo es que la justicia social “es robarle a uno para dárselo a otro”. Consultado al respecto, Gómez fue cauto. “Ese es un tema candente que no me compete”, dijo, aunque luego explicó con claridad la posición de su iglesia respecto a la ayuda social.
“La Iglesia siempre ayuda. Trabajamos en hospitales, geriátricos, merenderos, y llegamos a tener más de 150, y también en cárceles. Pero creemos que si ayudás sin capacitar, solo estás generando dependencia”, señaló.
Para el pastor, el objetivo no debe ser solo asistir a los más necesitados, sino también enseñarles a salir adelante. “Nos gusta ayudar, pero también entrenar, preparar y capacitar. Que la ayuda se transforme en desarrollo personal”.
En ese sentido, defendió la cultura del trabajo como pilar del acompañamiento que brindan desde la comunidad evangélica. “Yo enseño la cultura del trabajo. Para mí es muy importante que la gente trabaje”, afirmó.
Reconoció que hay muchas personas que reciben planes sociales, y remarcó que no es eso lo que critica, sino el hecho de que no siempre se les da herramientas para crecer.
“No desprecio a quien recibe un plan. Al contrario, me importa que lo puedan reproducir. En nuestra iglesia hay mucha gente que recibió un plan y hoy tiene su emprendimiento, su negocio. Les enseñamos a multiplicar lo que recibieron. Eso es lo más importante”, reconoció.
Gómez aclaró que su iglesia no tiene vínculos formales con el gobierno provincial ni con ninguna estructura política. “Nosotros hacemos nuestro trabajo como iglesia. Siempre los invitamos a nuestros eventos, como los congresos de mayo y febrero, y suelen asistir representantes municipales y provinciales. Pero no tenemos convenios”, sostuvo.
En esta ocasión, también estuvo presente el gobernador Leandro Zdero, lo cual no fue una novedad: “Así como vino él, vinieron los anteriores. Yo soy quien hace las invitaciones y puedo decir que también se invitó a Domingo Peppo, a Capitanich, a Rosas. Algunos pudieron venir y otros no, pero nosotros seguimos con nuestras actividades igual”.
Consultado sobre si tiene aspiraciones políticas o si ve con buenos ojos que la Iglesia evangélica tenga representantes en cargos públicos, Gómez fue categórico: “Yo no tengo expectativas en ese sentido. Mi llamado es servir a Dios y a la gente”, afirmó.
Sin embargo, reconoció que hay miembros de su congregación que participan activamente en diferentes espacios políticos, algo que la comunidad respeta, aunque lo aborda con cautela para evitar confusiones.
¿Un pastor presidente?
La charla se tornó más distendida cuando se le preguntó si había visto la serie El Reino, que retrata una historia ficticia de un pastor que termina siendo presidente. Gómez confesó que no la había visto, pero prometió hacerlo.
Sobre la idea de un presidente evangélico, reconoció que “no estaría nada mal”.
Aun así, dejó claro su punto de vista: “Para ser presidente hay que prepararse. Hay que tener cintura, formación, estar listo”.
En su caso, señaló que tiene título universitario en Administración de Empresas, es técnico agropecuario, asesor de producción y de organizaciones, y ha trabajado como asesor de diputados, senadores y ministros. “Conozco el ámbito político, pero lo mío es servir desde otro lugar”, explicó.
No obstante, consideró que no estaría mal que un evangélico llegue a la presidencia. “En Brasil hay una multitud de diputados y senadores evangélicos. En El Salvador también. Imaginate que en Argentina el 35 o 40% de la población es evangélica y solo tenemos cinco diputados nacionales. Eso es una vergüenza”, concluyó.
Cómo fue la ceremonia de la que participó Javier Milei
La sede ubicada en Chaco y con capacidad para 18 mil personas, se convirtió en la iglesia evangelista más grande del país y uno de los más imponentes de la región.
Según la congregación, la construcción fue financiada íntegramente “en efectivo” y se inspiró en una profecía recibida por el pastor Ledesma 17 años atrás.

La ceremonia, organizada por el pastor Jorge Ledesma, incluyó un fuerte operativo de seguridad con más de 120 efectivos y un perímetro de 200 metros alrededor del predio.
El gobernador chaqueño Leandro Zdero acompañó al presidente y su hermana, Karina Milei, durante la jornada, que también contó con la presencia de figuras internacionales del evangelismo
El acceso al congreso requirió la compra de entradas que oscilaron entre $30.000 y $100.000 para sectores VIP, mientras que las localidades más económicas se agotaron rápidamente.
El evento generó una fuerte demanda hotelera y movilizó a la comunidad evangélica de todo el país.
El discurso de Milei
Durante su intervención, Milei cargó contra la izquierda, el socialismo y el concepto de justicia social, al que calificó como “envidia con retórica” y “pecado capital”, citando a economistas como Thomas Sowell y Jesús Huerta de Soto.
Uno de los pilares del discurso fue su enérgica crítica a la noción de justicia social. El Presidente la calificó de “un virus que le metieron en la cabeza a la gente” y la equiparó directamente con la envidia, argumentando que es un “pecado capital”.
Además, el mandatario afirmó: “La izquierda, por su naturaleza anticapitalista, ha tergiversado los valores y principios judeocristianos que hicieron grande a Occidente”.
El presidente estuvo en el nuevo templo evangélico
Sin mencionar directamente al peronismo, Milei apuntó contra el movimiento nacional y popular al referirse a la frase “donde hay una necesidad nace un derecho”, atribuida a Eva Perón. “Si a cada necesidad le corresponde un derecho y las necesidades son potencialmente infinitas, entonces no existen en el mundo recursos suficientes para satisfacer las necesidades de todos”, sostuvo.
Además, en un mensaje tácito hacia el kirchnerismo, sentenció: “En Argentina, el que reparte se queda con la mejor parte. Pero por suerte están empezando a caer presos”.
El Estado como la “representación del Demonio”
Milei retomó su idea de que “el Estado es la representación del Maligno en la Tierra” y expresó: “La ideología del Estado omnipresente propone al Estado como una suerte de Dios que puede traer el paraíso a la vida terrenal si le rindiéramos pleitesía”.
Y dijo que “el verdadero resultado de empoderar al Estado, en última instancia, es que se rompa el vínculo entre el trabajo y la recompensa, entre la virtud y la felicidad”.
El mandatario subrayó que “cada vez que avanza el Estado hay más pobreza, hay más calamidades, hay miseria” y llamó a los fieles que asistieron a la charla a “despertemos a la fe, despertemos a la fe, porque eso es lo que nos traerá no solo el cielo, sino la prosperidad aquí también en la tierra. Es más, porque además, en el clientelismo Dios que se aboga tanto repartir beneficios sin la medida del mérito alguno, hasta más allá de la conveniencia política de quien reparte”.
Milei estuvo presente en la inauguración del nuevo templo de Chaco
Por otro lado, definió al frente más amplio de su gobierno: “La batalla cultural es quizás el más adverso de todos los frentes en los que combatimos, porque es un terreno invisible y donde ideas de distinto tipo y origen colonizan desde hace tiempo la mente de las personas, muchas veces sin que ésta se dé cuenta. De la Ilustración en adelante”.