“No sé en qué consistirá la ‘guerra’ contra la inflación, pero puedo anticiparle que cualquiera que sean las medidas, no van a dar resultado”.
La frase emergió el jueves de fuentes de la industria alimentaria de Córdoba, ante una consulta de La Voz, y se basa, según se explicó, en que la presión de los costos no ha parado de crecer tras la fuerte disparada de febrero que arrojó un índice de precios al consumidor del 4,7%.
Un ánimo similar se vive en el supermercadismo cordobés. Habitualmente informados a través de la Asociación de Supermercados Unidos o de la federación Fasa, el jueves no había información nueva. Sí, luego de que hablara el presidente de la Nación aparecieron aumentos de precios. Alberto Fernández, como se sabe, prometió que tras la aprobación por parte del Congreso del acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI) se dará paso a una “guerra” contra la inflación. Ahora en el Gobierno se admite que más bien serían medidas para frenar una estampida de precios por la escalada que produce la invasión rusa a Ucrania.
En el interior del país, planes como Precios Cuidados y Precios Máximos siempre han tenido una aplicación parcial. Por problemas de costos y distribución, la cantidad de mercadería a disposición atraviesa por límites que se potenciaron con el impacto inflacionario. También existen fuertes dudas en el supermercadismo sobre el resultado de la presión que el Gobierno promete sobre los frigoríficos exportadores nucleados en el consorcio ABC para asegurar un stock de carne a precios rebajados.
“El cumplimiento ya era muy parcial en Córdoba con los frigoríficos adentro, me imagino que ahora será mucho más difícil conseguir carne a esos precios, con la industria afuera, pese a la amenaza oficial”, dijo el director de compras de una cadena.
Otro objetivo puesto en duda es el fideicomiso harinero, por el cual el Estado retendrá el uno por ciento de las exportaciones trigueras para crear un fondo destinado a subsidiar el precio de la harina tres ceros en los formatos de uno y cinco kilogramos.
A comienzos de semana hubo una consulta confidencial entre la molinería y el secretario de Comercio,RobertoFeletti, para preguntar si la idea seguía adelante ante las críticas vertidas por la pata fuerte de la industria exportadora, Ciara-CEC.
“Los fideicomisos no terminan llegando al consumidor pero sí distorsionan la producción. El precio de fábrica se fiscaliza, el Gobierno no sube los precios a los abastecedores, sin embargo después vemos cómo en góndola los precios son superiores”, resaltó el miércoles Gustavo Idígoras, titular de Ciara-CEC.
El resultado, en el caso de la harina, fue que un par de grandes molinos entregaron mercadería y otros más chicos hicieron aportes “testimoniales”. No más.
En definitiva, al revés de lo ocurrido en otras etapas, en esta ocasión y en los albores de la “guerra” prometida por Fernández, la industria no está del lado de los planes del Gobierno y para conseguir efectividad debería ejercer una fuerte presión que, por otro lado y como lo indica el IPC, también deja al descubierto el fracaso de su política de precios.
