Córdoba vivió este domingo un fin de ciclo inesperado. Abrupto. No detectado por las encuestas ni por la dirigencia, y no vinculado tampoco a ninguna acción política territorial: casi sin referentes locales, despreciando a la mayor parte de quienes intentaron representarlo y con sólo venir una vez en campaña a la provincia, Javier Milei le arrebató a Juntos por el Cambio el fuerte predominio que desde hace una década tuvo en todas y cada una de las elecciones nacionales en Córdoba.
Hubo un fin de ciclo, pero no fue el que desde hace dos años le anunciaban Luis Juez y Rodrigo de Loredo al peronismo cordobés.
Lo que ocurrió el domingo es que Córdoba dejó de ser la provincia más macrista del país y el sello de Juntos por el Cambio sufrió una abrupta devaluación. La tercera pérdida consecutiva de valor político en el año dentro de los límites de la provincia.
Milei también desplazó a un segundo puesto al gobernador Juan Schiaretti como precandidato presidencial.
Obtener ese triunfo era el objetivo simbólico del peronismo cordobés para la despedida del poder de su conductor y el cierre del otro ciclo histórico que concluye el 10 de diciembre.
Schiaretti, no obstante, logró los votos que esperaba tener en Córdoba y esos apoyos le alcanzaron para superar sin riesgos el 1,5% que marca el corte para pasar a la primera vuelta electoral.
Esa prueba de octubre será mucho más difícil que esta para el gobernador cordobés, pero en vistas de la ola libertaria que cubrió a la mayor parte de las provincias, el resultado de Hacemos por Nuestro País fue satisfactorio para el peronismo cordobesista: con 3,9% de los votos, Schiaretti queda con algún poder de negociación; y su sucesor en la Provincia, Martín Llaryora, queda con chances de asumir como gobernador con una bancada propia robustecida en el Congreso.
No obstante, lo más sustancial del resultado del domingo en Córdoba es la derrota de Juntos por el Cambio en la que fuera hasta hace dos años la provincia más macrista del país.
El kilómetro 0 de Milei
La coalición opositora ni siquiera pudo ganar en Marcos Juárez, el kilómetro 0 de Cambiemos a nivel nacional. También ahí se impuso Milei.
Desde el rotundo triunfo legislativo de 2021, la caída de Juntos por el Cambio fue notoria en Córdoba. Se reiteraron los fracasos: Juez quedó a sólo tres puntos de Llaryora en la carrera por la Gobernación, pero no logró desbancar al peronismo. De Loredo llegó a la elección municipal de la Capital con expectativas de un triunfo seguro y perdió por casi ocho puntos ante Daniel Passerini.
La magnitud de la derrota del domingo fue muy superior a la de las dos anteriores. Los dirigentes locales de Juntos por el Cambio culpan por este resultado principalmente a Horacio Rodríguez Larreta y a su negociación con Schiaretti en plena campaña provincial.
Los dirigentes nacionales, por su parte, empiezan a evaluar que Juez y De Loredo desperdiciaron una oportunidad inmejorable de recambio en la provincia y generaron una decepción que terminó llevando a buena parte del electorado amarillo a votar a Milei.
La presencia de Schiaretti como candidato nacional también dio por concluida la larga alianza que durante casi una década sostuvieron el peronismo cordobés y el macrismo, que antes compartían gentilmente el mismo electorado y esta vez se lo disputaron. Otro ciclo más que se terminó en Córdoba.
Lo que permanece invariable es la distancia entre el electorado mediterráneo y el peronismo kirchnerista. Unión por la Patria no llegó a los 180 mil votos en Córdoba. Apenas se acercó al 9%, una cifra paupérrima, que confirma que ese ciclo se cerró en 2008 en el centro del país y muy posiblemente lo haya hecho para siempre.
Schiaretti reiteró en numerosas oportunidades que tras la primera vuelta apostará a la idea de un gobierno de unidad nacional con Juntos por el Cambio.
Martín Llaryora mantiene vínculos con Sergio Massa, pero hasta ahora respaldó la postura de Schiaretti y ratificó también otro precepto cordobesista: el de no ser aliado del kirchnerismo. Los planes del futuro gobernador apuntan más bien a la reconstrucción de un peronismo “liberado” de todo resto K. Antes de eso, tendrá que gobernar Córdoba.
Mucho más complejo es el presente de la oposición cordobesa, que no logra salir del desfiladero. Los liderazgos están cada vez más ausentes y el peso de las oportunidades perdidas se multiplica para Juez y De Loredo.
El resultado deja a la vista otra ausencia: ganó una fuerza invertebrada, sin presencia territorial y casi sin dirigencia propia. Milei empieza así su construcción en todo el interior del país: con un triunfo en solitario y con un listado de promesas que exigen mucho más de lo que ofrecen a un electorado que puede sorprenderse de lo que votó.
