El viernes pasado UTA nacional acordó una paritaria del 37 por ciento más un bono de 80 mil pesos para los choferes del Área Metropolitana de Buenos Aires (Amba), íntegramente solventada por el Gobierno nacional y sin que el boleto del transporte supere en el conurbano y en Caba los 19 pesos.
Ayer detonó el transporte del interior del país, donde los choferes urbanos exigen la misma paritaria pero el Gobierno nacional no está dispuesto a aportar un peso más. Sin mayores aportes nacionales, las alternativas se reducen a que las provincias y los municipios aumenten sustancialmente sus propios subsidios o los pasajeros paguen un boleto que podría llegar a cuadruplicar las tarifas actuales. Cabe aclarar que la media de los boletos urbanos del interior ya duplica el costo del boleto porteño.
Cada colectivo del interior del país recibe hoy unos 157 mil pesos mensuales de la Nación. Cada unidad de Amba recibe unos 475 mil pesos, y desde el mes próximo recibirá también los recursos extra para el aumento salarial.
La colección de inequidades que exhibe el transporte es indigerible, y está en un rápido proceso de profundización. Más allá de la injusticia, lo que se vislumbra es la inviabilidad absoluta del servicio en el interior del país.
Tan elocuente es la situación, y tan irresoluble, que es la propia UTA la que lanzó un paro de 48 horas en reclamo de más subsidios nacionales para el interior, algo que hasta el momento planteaban las empresas, los intendentes y los legisladores nacionales que representan a las provincias.
Claro que el Amba seguirá teniendo transporte mientras el interior estará a pie. Lo que no se sabe es si la Nación se enterará de que más allá del conurbano no circulan los colectivos.
