El Riesgo País subió esta semana hasta los 688 puntos básicos, con una tendencia contraria a la que esperaba el gobierno nacional, dinámica que obligó a algunos funcionarios a salir a calmar al mercado financiero.
La caída del indicador que elabora JP Morgan es central para el plan económico del gobierno, porque de ese descenso depende que el país pueda volver en el corto plazo a los mercados voluntarios de deuda a refinanciar vencimientos.
Pero además es una necesidad para el grueso de las provincias, que ante la falta de recursos y la debilidad de la actividad económica, también están ávidas de contar con respaldo financiero internacional para hacer frente a sus obligaciones.
Córdoba está dentro de las jurisdicciones con cuentas ordenadas que está aguardando una ventana para conseguir fuentes de financiamiento en el exterior.
Pese a los esfuerzos de algunos funcionarios de intentar explicar el correcto rumbo del plan económico –suele utilizar la sigla TMAP: Todo Marcha de Acuerdo al Plan- la no acumulación de reservas por parte del Banco Central mantiene inquietos a los inversores.
El ministro Luis Caputo, aprovechó la sesión de diputados que aprobó el aumento a jubilados para culpar “a la política” por el movimiento alcista de los dos últimos días del indicador de riesgo.
Incluso el secretario de Finanzas, Pablo Quirno, tuvo que salir en las últimas horas a aclarar que el gobierno pagará en tiempo y forma el vencimiento por U$S 4.500 millones que opera en los primeros días de julio.
“Para ser claros una vez más y desmentir a los agoreros, como dijimos desde antes inclusive de ser designados: Argentina cumplirá con sus obligaciones en Julio como hemos cumplido con todos los vencimientos que tuvimos que afrontar desde el 10/12/23 (y en condiciones mucho peores que las actuales)”, aclaró el funcionario.
Quirno enfatizó que “la credibilidad y la confianza se gana todos los días con acciones, resultados y mostrando voluntad y capacidad de pago”.
No obstante ello, el mercado sigue sin reaccionar de la forma que espera el gobierno, o sea con una compresión del Riesgo País que lo acerque a la zona de los 400 puntos y habilite la salida al mercado internacional.
Para evitar que el clima se enrarezca aún más, esta semana el gobierno y el FMI acordaron postergar la revisión que debía realizarse la próxima semana.
Tal como están los números a la fecha, Argentina no habría cumplido con la meta de acumulación de reservas de U$S 4.000 millones para mediados de junio y de esta forma se evita que el programa empiece con el traspié de un “waiver” (perdón).
Si bien este objetivo es cuantitativo y nunca provocaría la caída del programa, el “waiver” sería una muy mala señal dado que sería el reconocimiento implícito de que el programa no estaría transitando el camino previsto.
La consecuencia adicional de esta postergación es que el FMI no desembolsará los U$S 2.000 millones previstos tras la aprobación de esta auditoría.
Al momento el gobierno mantiene su posición de no comprar dólares hasta que el precio no caiga al piso de la banda de flotación. El objetivo es no mover su precio y mantener a raya la inflación.
Pero ante este escenario, los hombres de negocios quieren ver cuál es el plan alternativo del gobierno para conseguir los dólares necesarios para hacer frente al calendario de vencimientos que sobreviene desde 2026.
Para más, las señales que está dando la economía real no son las mejores. Si bien algunos indicadores ofrecen comparaciones interanuales positivas, los analistas entienden que en muchos casos el progreso está vinculado a bases de comparaciones muy bajas, dado que en el primer semestre de 2024 se sintieron a pleno los efectos de la caída de la actividad por la devaluación de 2023.
El gobierno intenta defender su posición aludiendo, por ejemplo, a cambios en los hábitos de consumo y preferencias de la población, para justificar las reiteradas caídas que se vienen registrando en supermercados y almacenes.
Por otro lado, en una serie de informes difundidos en los últimos días el Banco Central admitió que existen “alertas” en la cadena de pago tanto de empresas como de personas. En el mismo sentido, la morosidad en el pago de tarjetas de crédito alcanzó su máximo en tres años. A su vez, los cheque rechazos en abril tocaron el pico en cinco años.
Todos estos datos muestran que la estabilidad macro y del tipo de cambio no permean hacia la actividad diaria, que en definitiva marca el humor social y puede condicionar la gobernabilidad un punto clave para los inversores.
El dato favorable es la estabilidad del dólar. Si bien el oficial subió a $ 1.200, la variación fue mínima dentro del esquema de flotación. El minorista terminó en $ 1.205 y el “blue” en $ 1,175. Los financieros quedaron en $ 1.992 el MEP y $ 1994 el Contado con Liquidación.
Las reservas terminaron la semana en U$S 38.635, luego que el miércoles ingresaron los U$S 1.000 millones de la colocación de BONTE.