El PRO de Córdoba se expone en un escenario inédito, casi desconocido para buena parte de su dirigencia: la interna expuesta. Apenas disimulada, la desconfianza impacta en la discusión respecto de cuál es la mejor estrategia provincial hacia 2023.
Las visitas de Horacio Rodríguez Larreta y de Patricia Bullrich dejaron como mensaje interno que si el PRO no logra posicionar un candidato con peso, debe “mixturarse” detrás de las candidaturas de Luis Juez y de Rodrigo de Loredo, con “cuotas de poder” para quedarse con las vicecandidaturas de ambos.
Apalancados en el apoyo que Mauricio Macri, el sector que integran Soher El Sukaria y Darío Capitani, entre otros, apelan a otro manual de la política: hay que exhibir en la góndola electoral “candidatos propios”, con una marcada preferencia por Gustavo Santos.
“Si Santos llega a los 15 puntos reales, quizá cambien de opinión respecto de la falta de candidatos propios”, es el análisis en este campamento, donde consideran que el PRO debe “garantizar que habrá una continuidad” de la gestión de Juan Schiaretti, “que es, objetivamente, lo que la sociedad cordobesa apoyará en 2023″.
Ese es el principal punto de convergencia entre los dirigentes del PRO: “El PRO debe ofrecer ‘continuidad’ y ser garantía de que Schiaretti dejará el poder por la puerta grande y con el bronce asegurado tras una gestión que es elogiada por nuestro electorado”, dice un dirigente cordobés que se referencia en Horacio Rodríguez Larreta y apuesta a que sean dirigentes del PRO los que acompañen en la boleta a Juez o a De Loredo. “Hay que criticar aspectos de la gestión y a (Martín) Llaryora, que no tiene la talla de Schiaretti”, refuerza el concepto.
La excepción es el inorgánico Sebastián García Díaz, quien se metió en la mesa chica del PRO tras haber impulsado a su prima, Carmen Álvarez Rivero, como compañera de Juez en la boleta de las Paso, triunfo que la llevó a sentarse en el Senado hasta 2027.
García Díaz postula que esa es la banca más importante que tiene el PRO Córdoba y desde esa posición se siente con fuerza para reclamar más espacios internos. Pero los dos sectores orgánicos del PRO le reclaman al fundador de Primero la Gente que guarde el discurso “anti-Schiaretti”. Él dice que no les hará caso.
Quienes entienden que el PRO debe apostar a “puros” como candidatos de la coalición le reprocharon a Patricia Bullrich los gestos hacia Luis Juez y Rodrigo de Loredo, los primeros con quienes se reunió al arribar a Córdoba días atrás. La acusan de entregar anticipadamente la discusión por las candidaturas de la coalición.
Aunque nadie en el PRO está “enamorado” de Juez y todos ven la “resistencia del círculo rojo” a su candidatura a gobernador, hay bemoles (personales y políticos) que resultan claves en el análisis.
Juez vs. el PRO
Vía Ernesto Martínez (presidente del Frente Cívico), Juez impugnó que los legisladores que impulsaron la ley que habilitó el juego online se sentaran a la mesa provincial de Juntos por el Cambio, lo que fue resistido por las autoridades del PRO (aliadas a Juez en la interna del año pasado) y hasta por jefes radicales.
El resultado de esa pulseada quedó expuesto en la foto de este lunes: a la mesa estuvo sentada Silvia Paleo. En el radicalismo consideran que si Juntos por el Cambio quiere actuar como un interbloque en la unicameral, Paleo debería ser la presidenta del bloque PRO, porque las relaciones con Arduh y Capitani están deterioradas en la coalición.
“Con Juez hubo un antes y un después; y hay dirigentes del PRO que no estamos dispuestos a bajar nuestras posiciones. Juez utiliza la ley del juego online como excusa para excluir de la coalición a quienes abiertamente no simpatizan con él”, dice Darío Capitani, uno de los legisladores enfrentados con el líder del Frente Cívico, dispuesto a defender su espacio en la mesa política y a querellarlo en la Justicia.
Capitani sostiene que con su acusación, además de lo personal, Juez afectó políticamente al PRO, el partido que “cobijó” al exintendente de manera sostenida, incluso cuando tras el escándalo diplomático con Ecuador lo dejó frente al Incap, el organismo para capacitar a los funcionarios públicos.
En cambio, desde la mesa amarilla que se ilusiona con la candidatura a gobernador del actual senador, dicen: “Juez no enamora al PRO, pero sí enamora que él sea el instrumento para arrebatarle el Gobierno provincial al peronismo”.
En esta estrategia, “es el PRO el encargado de tallar en el ‘círculo rojo’, que no confía en Juez”, dice un dirigente que cotiza su “rol de garante” ante el PJ provincial y los resortes del poder mediterráneo.
“Habrá que ver qué generosidad demuestra Juez a la hora de construir el 2023, lo mismo que De Loredo en la ciudad; sería un error adelantar las candidaturas cuando aún no sabemos si vamos a votar en abril, en mayo o en junio”, es el reclamo de un tercer referente partidario, quien reconoce que el PRO “no tiene candidatos”.
Más allá del indeleble fastidio con Juez de los legisladores del PRO, la conducción del partido busca que las esquirlas que desparramó la votación por las apuestas el línea no hagan más daño. Hasta García Díaz y Álvarez Rivero, quienes impulsaron una iniciativa para pedir la derogación de la ley, parecen haber arriado esa bandera a media asta. “Debo confesar que la iniciativa está en pañales”, dice García Díaz.
¿Podrá el PRO resistir la dinámica de una interna expuesta? La pregunta no tiene respuesta, aunque los referentes locales confían en que habrá un “dedo ordenador” porteño. En el horizonte asoma una elección clave para los amarillos: Marcos Juárez, en septiembre, donde el caudillo Pedro Dellarossa no podrá ir por la re-reelección y trataría de impulsar a un dirigente de su entorno, con él apuntalando desde el primer lugar en el Concejo Deliberante, una fórmula de resultado incierto.
