“Bisagra”, “nueva etapa”, “segundo tiempo”. Cualquiera de las definiciones que se escuchan de boca de los principales funcionarios del Gobierno nacional y de dirigentes libertarios apuntan a un relanzamiento de la gestión del presidente Javier Milei a casi siete meses del inicio del mandato y luego de la trabajosa aprobación de la Ley Bases y del paquete fiscal.
Si bien el corazón de ambos paquetes de nuevas normativas tiene como propósito frenar la caída de la economía, generar condiciones para la llegada de inversiones y reponer parte de los recursos que perdieron las provincias, lo que sigue para la administración libertaria tiene un fuerte componente político que demandará pericia en la gestión al oficialismo.
Mientras el ministro de Economía, Luis Caputo, intenta dar señales a los agentes financieros sobre cómo seguirá el plan económico, en el terreno de la política, el presidente Milei buscará enlazar el flamante y primer éxito legislativo con la firma del “pacto de mayo”, por realizarse el próximo 9 de julio en Tucumán.
Ese decálogo de buenas intenciones y que tiene como principal punto la defensa irrestricta del equilibrio fiscal contará con el aval de la mayoría de los gobernadores, muchos de los cuales apoyaron a través de sus diputados y senadores las iniciativas de Milei. Se trata de los etiquetados bajo el rótulo de “dialoguistas”. Sin embargo, luego de la rúbrica de ese entendimiento, el Gobierno espera que la relación política con algunos de los mandatarios vuelva a tensarse.
Córdoba, Santa Fe y Entre Ríos dieron señales en ese sentido con un fuerte reclamo por fondos adeudados por Milei a las cajas de jubilaciones provinciales no transferidas.
Sin gobernadores propios, el Ejecutivo deberá administrar esas tensiones. Al frente de la resistencia a Milei está el bonaerense Axel Kicillof, que ya adelantó que no estará presente en el encuentro de mandatarios en Tucumán.
Entre los aliados distritales, Milei mantiene el apoyo de los peronistas Osvaldo Jaldo (Tucumán) y Raúl Jalil (Catamarca). También, del mendocino Alfredo Cornejo, del correntino Gustavo Valdés y del porteño Jorge Macri, todos ellos integrantes del espectro de Juntos por el Cambio.
La dinámica del Congreso para este nuevo tiempo del que habla el oficialismo también parece que se verá afectada. Son varios los diputados y senadores que han dicho de manera pública que, tras la sanción de las leyes requeridas por el Presidente, habrá iniciativas que responderán a los intereses particulares de provincias o de espacios políticos específicos.
La media sanción con el ajuste de la fórmula jubilatoria que aprobó Diputados y que espera por su tratamiento en el Senado -Milei ya anunció que vetará esa iniciativa- es una señal en ese sentido. El oficialismo espera nuevas estocadas para los próximos meses.
Para complejizar el panorama, en el horizonte de la política empiezan a asomar los comicios legislativos del año próximo. Esas elecciones comenzarán a tener incidencia en las relaciones del oficialismo con los gobernadores en función de los armados que intente La Libertad Avanza en cada uno de los distritos. La secretaría General de la Presidencia, Karina Milei, ya está abocada a esas tareas que son indispensables para el objetivo de Milei de fortalecer su posición en el Congreso en pos de imponer proyectos sin tener que ceder como sucedió con la Ley Bases y el paquete fiscal.
Aliados y dique de contención
Entre los aliados políticos naturales del Presidente, aparece en primer lugar el PRO, el partido que desde hace unos meses volvió a liderar el expresidente Mauricio Macri.
El posicionamiento y el nivel de cercanía o de distancia que adoptará el exmandatario para esta segunda parte del gobierno de Milei aparecen como un aspecto clave en el esquema de socios del oficialismo.
La interna “amarilla” entre Macri y la ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, genera inquietud hacia dentro del gobierno libertario.
Ni Macri ni nadie de su entorno se preocuparon por salir a desmentir las versiones que indican que el expresidente clausuraría definitivamente la posibilidad de algún tipo de fusión más formal y explícita entre los libertarios y el PRO. Esa posición va en la dirección contraria de la postura de Bullrich, que pretende una alquimia completa con La Libertad Avanza.
Macri, en cambio, considera que mantener cierta distancia es la única garantía de sostener el poder de negociación de su partido ante Milei y no terminar siendo totalmente licuado por los libertarios. En el macrismo advirtieron con claridad esa posibilidad cuando días atrás el presidente Milei dijo en una entrevista que ya tenía a sus preferidos para encabezar las listas legislativas de la provincia de Buenos Aires y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. Habló de José Luis Espert y del vocero presidencial Manuel Adorni, hombres puros de La Libertad Avanza, lo que relega el juego a postulantes del PRO.
Gabinete y gestión
Otro de los puntos por mejorar en esta segunda etapa del primer tramo de la administración mileísta apunta a ajustar las piezas dentro del Gabinete. Hacer más eficiente la gestión que desde hace un mes conduce Guillermo Francos. El exministro del Interior muestra un perfil más de coordinador y de enlace con el resto de los ministerios que no tenía su antecesor, Nicolás Posse, quien concentró excesivamente poder y, según dijo el Presidente, eso terminó atentando contra la fluidez de la gestión.
Milei confirmó este jueves, tras la aprobación de las leyes en el Congreso, que Federico Sturzenegger se sumará al Gobierno en los próximos días como ministro. El Presidente aún no definió cuál será la función específica del economista, pero se especula que estará abocado a concretar en la práctica las reformas del Estado que el Congreso le votó a Milei y que podrá instrumentar gracias a las facultades delegadas.
La mayor incertidumbre sobre ese desembarco se centra en cómo será la convivencia entre Sturzenegger y Luis Caputo, en cortocircuito desde que compartieron la gestión en el gobierno de Macri.
