El primer día que se sentó en el sillón principal del Centro Cívico, el gobernador Martín Llaryora puso como una de las prioridades de su gestión, “estar cercar” de los intendentes.
El sucesor de Juan Schiaretti argumentó, en sus primeros pasos como gobernador, que su trayectoria de haber cumplido dos mandatos como intendente de San Francisco y uno en la ciudad de Córdoba le brindaba la experiencia para liderar un trabajo en conjunto con los 427 intendentes de la provincia.
El gobernador reflejó este convencimiento el 29 de abril pasado, cuando ante más de 400 intendentes lanzó el programa Fondo Federal Cordobés, que incluye refinanciación de deudas y aportes financieros destinados a obras para los municipios.
Según lo anunció el propio gobernador en aquel acto en el Centro de Convenciones de Feriar, la Provincia destinará 112 mil millones de pesos en este programa.
Es cierto su pasado inédito como gobernante en la Capital y en la quinta ciudad de la provincia en población (San Francisco tiene 69.047 habitantes, según el Censo de 2022), como también es real la estrategia política del gobernador peronista: ampliar la alianza oficialista, que ahora se define como “cordobesismo”.
Apertura del PJ
José Manuel de la Sota fue el primer peronista cordobés que buscó romper los límites del PJ sumando a dirigentes de otros partidos. Construyó la alianza electoral Unión por Córdoba para llegar al poder provincial, en 1999. De hecho, el liberal Germán Kammerath fue su primer vicegobernador.
Juan Schiaretti siguió en esa línea aliancista de estrategia electoral. Sólo cambió el sello cuando fue por su reelección en 2019: fundó Hacemos por Córdoba.
Llaryora profundizó esa línea de alimentar el oficialismo desde que llegó al poder provincial. Su intención es sumar a dirigentes (sobre todo intendentes) radicales y del PRO, dos partidos que están atravesados por una fuerte crisis interna. Especialmente la fuerza que a nivel nacional fundó Mauricio Macri.
Llaryora tiene claro que su ajustado triunfo en las elecciones provinciales de 2023 sobre el opositor Luis Juez se sustentó por la diferencia que le sacó en la Capital. Llamativamente el interior, histórica fortaleza electoral del PJ, fue el talón de Aquiles (punto débil) para Llaryora.
La crisis económica y la decisión del presidente Javier Milei de recortar la asistencia financiera a las provincias y mantener nulo vínculo con los municipios contribuyen con este plan de Llaryora de acercarse a los intendentes.
El gobernador rechaza –y le molesta– la acusación de los opositores Juez y Rodrigo de Loredo de supuestamente “comprar” intendentes, con asistencia financiera provincial a los municipios.
“Fui intendente y ahora, como gobernador, tengo claro que debemos trabajar en conjunto, sobre todo en este contexto de crisis económica”, se defiende el gobernador de las embestidas opositoras.
No obstante, la estrategia de ampliar el oficialismo con extrapartidarios es una realidad. Es probable que en medio de la próxima campaña electoral para las elecciones legislativas del 26 de octubre, entre 30 y 40 intendentes radicales, macristas y vecinalistas anuncien su apoyo a los candidatos del cordobesismo.
En este “operativo seducción” trabajan el ministro de Gobierno, Manuel Calvo, y tres de sus principales funcionarios políticos: el peronista Augusto Pastore, el exkirchnerista Natalio Graglia y el radical Orlando Arduh.
Además de ser un engranaje de la gestión provincial, incorporar a dirigentes extrapartidarios es una de las columnas vertebrales del plan político de Llaryora para alimentar el cordobesismo. Todo pensando en 2027, cuando se reedite la lucha por el poder provincial.
