El sueño húmedo de los líderes políticos del peronismo provincial avanza: el “cordobesismo” ampliado por Martín Llaryora toma impulso. Pese al discurso público del oficialismo de “volver a las fuentes”, con mayor protagonismo de la simbología del partido que creó Juan Domingo Perón, la realidad, sin embargo, marca otra cosa. Como nunca antes para una elección en este distrito, la boleta que lidera Juan Schiaretti (Provincias Unidas) tendrá el aval blanqueado de un grupo importante de intendentes de la UCR. Es un hecho inédito.
El nuevo armado nacional es un argumento potente que diluye las responsabilidades de los jefes municipales por votar y militar para un peronista como Schiaretti. Tres de los seis gobernadores que integran Provincias Unidas son radicales: el santafesino Maximiliano Pullaro, el jujeño Carlos Sadir y el recientemente incorporado Gustavo Valdés, triunfador con su hermano Juan Pablo en los comicios de Corrientes. Los correligionarios son mayoría en una propuesta que lidera un peronista.

Octubre es visto por algunos radicales cordobeses como una bisagra. “Después de las elecciones, vamos a terminar más mezclados que ahora”, adelantó en off un boina blanca con ascendencia en el partido y que el sábado último pegó el faltazo al acto de presentación de la lista que encabezó Ramón Mestre en la Casa Radical.
En esa línea, hay preguntas que flotan en el aire. ¿Habrá reacomodamientos en el bloque opositor en la Unicameral? Si Mestre logra la compleja tarea de ganar una banca en octubre, ¿a qué bloque se integrará?
Proyecciones para el más allá
En el Panal imaginan escenarios futuros, incluso antes de estar seguros de qué pasará en las urnas este 26 de octubre. En la cabeza de Martín Llaryora, la idea sigue siendo la misma: asegurarse la reelección en 2027 y potenciar la proyección de Schiaretti como punta de lanza de una fuerza nacional alternativa a Milei y a los K.
En ese esquema, hay versiones que toman fuerza y que ya forman parte de conversaciones que comparten peronistas y radicales. Una de ellas asegura que el oficialismo estaría dispuesto a escalonar un cronograma electoral para 2027, priorizando el objetivo provincial y, en paralelo, generando las condiciones para que un radical tenga chances de ganar las próximas elecciones capitalinas.
Ese plan marca que Llaryora llamaría a votar a fines de marzo o a principios de abril para las provinciales, y que las municipales para dirimir la sucesión de Daniel Passerini quedarían para después de las elecciones nacionales de octubre de 2027. Eso sí, la condición sine qua non y no negociable para que se plasme ese calendario en la práctica es que el radical Rodrigo de Loredo se presente como candidato a gobernador disociado de Luis Juez. Romper el exitoso tándem que conformaron en 2021 y replicaron en 2023 radicales y juecistas sigue siendo prioritario para el peronismo.
El jefe de la bancada radical dijo, tras rechazar la invitación a ser parte de la lista de La Libertad Avanza en la ubicación 3, que desde ahora concentrará sus esfuerzos en robustecer su candidatura provincial. Juez reitera que tiene el mismo objetivo para dentro de dos años.

A De Loredo, los peronistas lo imaginan compitiendo a comienzos de 2027 por el Panal y luego de octubre por el Palacio 6 de Julio. “El acuerdo está a la vista de todos. Depende de Rodrigo y de (Marcos) Ferrer aceptar o no”, cuentan quienes ya piensan en lo que viene. ¿Será cierto, como se comenta, que en la cabeza de funcionarios provinciales ronda la figura del intendente de Río Tercero y presidente de la UCR como un complemento “ideal” de Llaryora en una eventual fórmula provincial?
Mientras esos planes futuros maduran en el seno del poder provincial, los primeros datos que recibió el Panal del escenario cordobés para octubre marcan una diferencia a favor de los libertarios sobre Schiaretti. Natalia de la Sota, el cabo suelto del PJ en esta elección, aparece como la única opción entre las 16 restantes que tendrá la boleta única con chances de conquistar una de las nueve bancas en juego.