Fue 25 años pastor en una iglesia del barrio porteño de Floresta, es teólogo y uno de los opositores a la ley que lagalizó el aborto en la Argentina. Desde hace un tiempo milita la llamada “batalla cultural” y fue uno de los mencionados por el presidente Javier Milei en la defensa de las ideas de derecha. Gabriel Ballerini, explicó a La Voz por qué cada vez más referentes evangélicos participan en la política asociados a las ideas libertarias.
Ballerini participó el martes pasado como uno de los oradores de la Derecha Fest, autodenominado el evento “más antisurdo” en el que estuvo el Presidente. Desde el panel “batalla espiritual” compartió el espacio con la pastora cordobesa de la Cita con la Vida, la politóloga Evelin Barroso; y el conferencista Rigoberto Hidalgo.
Su participación en los medios nacionales en “defensa de la vida” durante la discusión por la Ley de Interrupción Legal del Embarazo ya lo habían hecho más conocido, aunque tomó más relevancia días atrás cuando el Presidente lo citó en un discurso en la inauguración del templo evangélico más grande del país, en Chaco.

Ahora tras su paso por la Derecha Fest, Ballerini reiteró por qué “la batalla cultural y la batalla política” deben ir juntas y afirmó que en el cristianismo “no hay lugar para la izquierda”.
“Cristiano progre es como decir nieve negra; hombre trans, carne vegana o Cristina inocente. Es contradictorio”, expresó y desde ahí partió para describir por qué el cristiano se entrelaza con la “derecha” y por qué Milei representa para los evangélicos la posibilidad de una “batalla política”, que busca materializar también con las elecciones de octubre.
Ante la pregunta por qué afirma que un cristiano es igual a ser de derecha, explicó que respondía como teólogo y estudioso de la Biblia.
“Cuando una analiza el mensaje bíblico y hace una lectura espiritual, pero también política porque uno puede leer y encontrar que hay valores que tienen que ver con el valor de la propiedad, con el no robarás, el valor de la vida, de la libertad. Fuimos criados para ser libres, pero cuando te encontrás que esto lo quieren anular, anular los derechos, ves que hay una agenda contraria a los valores cristianos”, explicó.
“Y la batalla cultural es la defensa de los valores y de ese conservadurismo”, insistió.
-¿Se politiza así al cristianismo?
-Meter a Dios en la reflexión política no es politizar al cristianismo. Ahora no es arrastrar a la política. La iglesia no puede meterse en la política porque no es atribución de la iglesia meterse.
-¿Está de acuerdo que un pastor milite en política?
-En mi opinión, desde la individualidad como cristiano, sí; no como iglesia. Como cristiano tiene la obligación moral de confrontar a un sistema arbitrario. Para confrontar con los progres socialistas y a toda la izquierda.

-Se lo conoce como pastor, pero ¿por esto ya no está al frente de una iglesia?
-Fui 25 años pastor, soy profesor en teología, me gradué en la UCA como magíster en bioética, me opuse a la Ley de Aborto y ahí entendí al recorrer los medios y batallar, entendí que la batalla cultural siempre es política y es electoral.
-¿Y ahí es cuando se une a Milei en las ideas?
-Yo me di cuenta que los mejores argumentos los teníamos para dar, pero la Ley del Aborto terminó siendo política. Teníamos valores, sobrados argumentos para defender la vida, pero entendí que la batalla cultural es la antesala de la batalla política. Entendí que ya no podía ser pastor, en mi caso porque la iglesia como tal no puede tener a un referente religioso en la política. Está (el pastor) en el púlpito para predicar la palabra de Dios, no debería en una iglesia haber participación política. Pero desde la individualidad del creyente tiene toda la libertad de involucrarse. Por respeto, no soy un pastor activo.
-¿Qué ve el político para sentirse atraído para tener entre su gente a referente evangélico?
-Según una encuesta de 2019, representamos el 16 por ciento de la población en la Argentina. Porque hay un activismo, una capacidad de movilizar. En 2018, fuimos miles en el Obelisco. Por la capacidad social y la estructura de llegar a la gente real, la conexión con los pobres, las congregaciones evangélicas están en los barrios pobres, trabajan con la gente, con las mujeres vulnerables. Porque son un socio directo para un objetivo a lograr.
-Hay cada vez más pastores que se acercan a la política.
-Sí, sí porque antes era mala palabra participar en política, porque el kirchnerismo asedió a la iglesia, la atacó, atacó a la familia. Ese peronismo montonero legalista del aborto se metió en adoctrinar a los niños, compraba penes de madera y eso fue un golpe fuerte.
-¿La pandemia terminó por acelerar lo que usted llama la batalla cultural?
-Vino la pandemia y no nos dejaban celebrar la misa. No podíamos estar ni en una plaza con un parlante. Fue un hartazgo ver promover la perversidad y el cristiano dice es barro la política, pero se mete en el barrio porque se metieron con nuestros hijos, con la vida, la libertad. Fueron una coalición de delincuentes ( por el kirchnerismo).
¿Y su vínculo con Milei?
-El cristiano debe individualmente meterse más para dar la batalla cultural, para tener la batalla política que es electoral y eso implica involucrarse... La izquierda propone lo opuesto al cristianismo, es incompatible con la vida. Es la segunda vez que participó en la Derecha Fest y la primera con el Presidente y habrá otras en Neuquén y en Buenos Aires.