El lunes pasado, La Libertad Avanza presentó en público una lista de candidatos perfectamente desconocidos para la inmensa mayoría de los cordobeses: los tres primeros, Gonzalo Roca, Laura Soldano y Marcos Patiño Brizuela, son ignotos de la política. Recién en cuarto lugar aparece Laura Rodríguez Machado, como testimonio de algún vínculo libertario con el PRO y como única referencia de la actividad para la que se postulan todos: legislar.
Karina Milei y Eduardo “Lule” Menem le confiaron mucho al diputado Gabriel Bornoroni, el gran elector entre los mileístas corbobeses. Pero mucho más le confiaron a “la marca” La Libertad Avanza. Después de llevarse el 74% de los votos en el balotaje presidencial y de mantener en Córdoba los niveles de aprobación más altos del país, actuaron como si el partido de Javier Milei fuese invencible y el nombre de los candidatos, irrelevante.
Dos días después, unos audios detonados con asombrosa precisión sobre la estrategia electoral de los hermanos Milei hicieron dudar de todo. A todos, pero en primer lugar a quienes confiaron en ”la marca" como única variable en el escenario cordobés.
El desconcierto político y comunicacional que exhibe la Casa Rosada –el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, es la única persona del Gobierno capaz de articular alguna frase– ante las sospechas de corrupción que apuntan a la hermana del Presidente y al armador “Lule” Menem, se trasladó multiplicado a las huestes cordobesas.
Horas de desconcierto
Las señales son confusas y rozan el contrasentido. Las directivas políticas son inexistentes y la incertidumbre es total entre los libertarios. Los audios que se adjudican a Diego Spagnuolo, íntimo amigo del Presidente y extitular de la Agencia Nacional de Discapacidad (Andis), fueron validados de inmediato por el propio Gobierno cuando echó al funcionario. No fue el abogado de Milei (el propio Spagnuolo cumplía esa función en algún momento) sino el abogado de la condenada expresidenta Cristina Fernández de Kirchner quien realizó la denuncia judicial.
Mientras miles de familias de personas con discapacidad protestaban en todo el país para pedir que el Gobierno actualice los montos para la asistencia de sus hijos, los argentinos escuchaban los audios que describían negocios fraudulentos con los medicamentos que compra la Andis: es obvio que alguien planificó al detalle esa filtración, y también es evidente que en 19 meses de Gobierno los hermanos Milei construyeron tantos enemigos y tan pocos aliados que ese ataque puede atribuirse a demasiadas personas, muchas del propio Gobierno. Algunas, con control de las multiplicadas partidas para servicios de inteligencia.
Lejos de propiciar la investigación, las redes libertarias cuestionan la rapidez con la que la Justicia realizó allanamientos en busca de pruebas del pago de coimas: el discurso anticasta y anticurro se autodestruyó. Todos los lineamientos de campaña están en revisión por estas horas.
Luis Juez, quien el lunes participó de la presentación de los candidatos de La Libertad Avanza, el viernes exigía respuestas como un opositor más, y hay verdadero regocijo en el tendal de heridos que deja a su paso la “construcción” de Karina Milei: así se aproximan los libertarios a la elección de la provincia de Buenos Aires que ocurrirá en dos semanas –el propio Milei comenzó a advertir a los suyos la posibilidad de una derrota– y así comienzan el miércoles la campaña cordobesa.
El resto de la agenda no es más halagueña: además de avanzar con leyes que Milei repudia, de tumbar decretos estratégicos y de desafiar vetos presidenciales, el Congreso reactivó la comisión investigadora de la criptoestafa $Libra; hay casi un centenar de muertes vinculadas al fentanilo contaminado que nadie controló a tiempo; la economía está estancada, la volatilidad del dólar no para y las tasas de interés amenazan con terminar de sepultar la actividad económica preelectoral. El politólogo Mario Riorda habla de una “policrisis” al analizar el rotundo cambio de escenario que enfrenta el Gobierno: una crisis que estalla antes de que se resuelvan las anteriores, con implicancias políticas, judiciales, electorales y comunicacionales.
Habla también de “incertidumbre transversal”: nadie sabe qué puede pasar. Ni siquiera quien ejerce el poder, porque perdió el control.
Todo lo contrario en el PJ
El peronismo cordobés inicia la campaña en la situación perfectamente opuesta a la de los libertarios. La construcción de Juan Schiaretti y Martín Llaryora renunció a la marca propia para apostar a una denominación nacional que por ahora significa poco para los cordobeses: Provincias Unidas.
La campaña estará personalizada casi por completo en la figura del tres veces exgobernador, que además es el dirigente político con mejor imagen en la provincia. El discurso apelará a la experiencia en gestión, a la producción y a la sensatez. Vuelve a escena la idea de un país normal y la defensa de un Estado eficiente: el peronismo antigrieta apuesta a la polarización en Córdoba.

El Panal también apuesta a la experiencia electoral de un cuarto de siglo: organicidad, aparato, gestión 100% orientada al voto, abundantes recursos públicos y apelación a los muchos aliados que Llaryora supo construir, incluso entre los supuestos adversarios. Los intendentes opositores, los radicales decepcionados, los liberales descartados por Bornoroni y el PRO olvidado hasta por Mauricio Macri están en la lista de convocados por el oficialismo cordobés.
La expectativa crece en el llaryorismo y la sensación general es de control de casi todas las variables. Natalia de la Sota es, de momento, el único cabo suelto de esa estrategia del Panal, que prefiere confiar en que el discurso de la diputada atraiga más votantes del kirchnerismo que del peronismo cordobés. No obstante, para dimensionar el alcance y las consecuencias de ese desafío político será necesario contar los votos.
El crítico momento que atraviesa La Libertad Avanza también entusiasma a Ramón Mestre. En el radicalismo que no tiene como candidato a Rodrigo de Loredo hay otro desafío que requiere contar los votos: el desafío que cuenta es el que tiene banca.