El Gobierno nacional volvió a comprar reservas a más de dos meses de haber anunciado el nuevo esquema de flotación cambiaria y durante el cual no había intervenido en el mercado de cambios.
Lo hizo a través del Tesoro Nacional que usó pesos del superávit primario para adquirir U$S 200 millones que fueron a las arcas del Banco Central. Luego el Tesoro puede decir que fin le dará a esos dólares.
La operación, que hacía varios días era comentario en el mercado financiero, fue confirmada por el ministro de Economía, Luis Caputo.
De esta forma el gobierno tuvo que dar marcha atrás en su primera intención de comprar dólares sólo cuando su precio se ubique en el piso de la banda de flotación.
Con una tendencia contraria a su pretensión, Caputo había avisado unos días atrás que la auto imposición de comprar reservas en el piso de la banda sólo regía para el Banco Central, pero que no estaba vedada para el Tesoro (cuando se habla de Tesoro es similar a hablar del propio Ministerio de Economía).
Durante las últimas ruedas en el mercado de cambio, operadores dejaron trascender que el gobierno había realizado una compra a partir de posturas no habituales.
Finalmente, este viernes Caputo confirmó la operación que en lo sucesivo se realizará en “bloques”, o sea el monto de una empresa o una provincia que salga a vender una suma importante de dólares.
Esta compra coincide con el repunte del precio de la divisa que se observó en los últimos días y se ubicó por encima de los $ 1.200.
Por otro lado, la ratificación de la compra llega en momentos en que una misión del FMI está a punto de finalizar la primera auditoria del programa en curso y que tiene en el nivel de reservas su principal punto rojo.
El gobierno no cumplió con la meta de acumular al menos U$S 4.000 millones al 13 de junio, en gran parte producto de su decisión de no comprar dólares en el medio de la banda. Finalmente tuvo ceder ante la posición del mercado y usar pesos del superávit primario para darle aire al Banco Central.
Pese a las consultas, el Ministerio de Economía no dio detalles de la operación, ni tampoco de que destino se le dará a los dólares. Una opción es utilizarlos para el pago de deuda en moneda extranjera o bien canjearlos por pesos para afrontar las obligaciones del Tesoro.
En los primeros días de julio Economía debe hacer frente a un pago de U$S 4.500 millones con bonistas privados, que ya estaría cubierto.
Defensa del programa
El equipo de Caputo tuvo una jornada activa en defensa del programa económico y de los resultados que está arrojando.
El secretario de Finanzas, Pablo Quirno salió al cruce de las versiones que sugerían que Economía había intervenido vendiendo bonos AL30 para sostener el precio del dólar. El funcionario negó esta posibilidad y aprovechó para reiterar el tiempo de cambio “flota libremente”.
Asimismo, desafió a quienes sostienen que “el tipo de cambio está atrasado”: “Si alguien considera que está atrasado (o adelantado) puede tomar decisiones en consecuencia. Su nivel es el resultado de los fundamentos macroeconómicos del programa”.
Quirno también replicó a quienes cuestionan el fuerte déficit de cuenta corriente que alcanzó a U$S 5.100 millones en el primer trimestre del año.
“El déficit de cuenta corriente es entendible desde un aumento de importaciones de bienes de capital y consistente con la inversión necesaria para una economía que está creciendo arriba del 5%”, afirmó Quirno.
Anteriormente el viceministro de Economía, José Luis Daza se había pronunciado en similar sentido e incluso había dicho que el gobierno “se sentía cómodo” con ese resultado.
La curiosidad es que el acuerdo con el FMI firmado hace apenas dos meses y actualmente auditado contemplaba un desequilibro equivalente a sólo la quinta parte de lo que finalmente fue.
Según Daza, un déficit de “2% del PBI en un contexto de un país que crece al 6% es algo absolutamente esperable y razonable”.
El viceministro argumentó que un “país descapitalizado, un país que está creciendo, es absolutamente razonable que tenga un déficit de cuenta corriente” y la alternativa de un superávit sería “una locura”.
Los críticos sostienen que al país le será muy difícil financiar ese nivel de salida de dólares, pero desde el Gobierno aseguran que ese no es un problema porque el fisco no está en el medio y se compensa entre privados.