El Gobierno argentino, a través del ministro de Desregulación y Transformación del Estado, Federico Sturzenegger, dio un paso más en su agenda desreguladora al eliminar una medida que controlaba el tamaño de las cabezas de ajo destinadas a la exportación.
La decisión, publicada en la red social X por el ministro, fue rápidamente aplaudida por Marcos Galperin, cofundador y CEO de Mercado Libre, y un firme defensor de las políticas del Gobierno.
El origen de esta medida fue relatada por el propio Sturzenegger. Según explicó, un productor mendocino le contactó para contarle que, para autorizar sus exportaciones, el Estado le medía el tamaño de las cabezas de ajo, prohibiéndole aquellas que eran pequeñas, según lo informado por Infobae.
El ministro calificó esta práctica como un “absurdo”, señalando que sus ajos pequeños “se exportaban a Corea para hacer puré”. En sus palabras, era una muestra de cómo el Estado “gastaba recursos propios y ajenos midiendo cabezas de ajo”.
Eliminaron la medida que controlaba el tamaño del ajo para la exportación
La eliminación de esta norma se concreta a través de la Resolución 328/25 del Senasa, firmada por el titular del organismo, Pablo Cortese. Sturzenegger destacó que esta resolución completa la desregulación de la producción de hortalizas.
- Se elimina la habilitación de plantas de empaque, reemplazándola por la presentación de una declaración jurada.
- Se derogan todas las disposiciones de calidad y de envasado.
- Se simplifica el proceso de exportación.
El ministro acompañó su anuncio con una imagen comparativa que muestra la significativa reducción del volumen normativo: la nueva regulación representa solo un 10% de la anterior. Sturzenegger agradeció el trabajo de Cortese, el equipo del Senasa, y la secretaría de Agricultura a cargo de Sergio Iraeta.
Cambios estructurales en el rol del Senasa
Esta medida sobre los ajos se enmarca en cambios más profundos dentro del Senasa que Sturzenegger había adelantado. Históricamente, el organismo supervisaba la calidad de los productos, el proceso productivo y actuaba como control sanitario.
El Gobierno sostiene que la calidad y el proceso productivo son dimensiones que deben ser validadas y evaluadas por el mercado, no por el Estado. Sturzenegger fue enfático al considerar que el Estado metiéndose en esto “es tan absurdo como si una secretaría ordenara qué robots usar en una fábrica automotriz o verificara el espesor de la chapa”.
Por ello, la visión del Gobierno es que la única función que debe cumplir el Senasa es la de control sanitario, enfocándose en “evitar infecciones, plagas y garantizar un comercio internacional fluido”.