En julio de 2017, en una reunión con banqueros en los Estados Unidos, el gobernador Juan Schiaretti sentenció de manera contundente que el peronismo había “dejado atrás la etapa del kirchnerismo”.
Ante un grupo de financistas, el mandatario provincial daba a entender que el sector que lideraba Cristina Fernández seguiría existiendo, pero sería una “expresión minoritaria” en la política nacional.
“Los pueblos no vuelven al pasado”, reafirmó en aquellos tiempos de macrismo en la Casa Rosada.
La realidad fue otra. En 2019, luego del fracaso económico de la gestión de Mauricio Macri, Cristina Fernández recuperó la centralidad, de un modo particular: ungió a Alberto Fernández como presidente, con ella como vice en la cúspide del poder.
Anoche, antes de hablar en el eufórico búnker de Hacemos por Córdoba, al repasar los resultados nacionales es probable que el gobernador haya vuelto a sentir que el kirchnerismo quedó muy herido.
Esta vez evitó ser tan concluyente como aquella vez ante banqueros estadounidenses.
Pero no se privó de seguir marcando diferencias con el Frente de Todos gobernante.
Repitió varias definiciones de campaña, como “no queremos grieta”, “no agredimos ni descalificamos” y “apoyamos al campo y la producción”. Y le agregó otra frase que tuvo como destinatario al Gobierno nacional: “En Córdoba subsidiamos el empleo y no el desempleo”, en una clara alusión a los planes sociales nacionales.
Hubo euforia en el búnker schiarettista, pero entre sus íntimos – según dos fuentes oficiales– Schiaretti bajó un mensaje de mesura.
“Esto no es el final: es el comienzo. Nos quedan 60 días para consolidar la diferencia. Nuestro desafío son las cuatro bancas”. Palabras más, palabras menos, fue la bajada de línea del gobernador.
Lo que dos meses atrás parecía una quimera, el resultado de ayer lo convierte en una realidad muy cercana: retener la tres bancas de diputados y recuperar el escaño en el Senado que el PJ cordobés perdió cuando el senador Carlos Caserio decidió sumarse al Frente de Todos.
La hora de la verdad será el 14 de noviembre, pero las Paso fueron una encuesta concreta que entusiasmó a Schiaretti, el único mandatario peronista que derrotó a los K.
Golpeados
En la otra vereda peronista, en el Frente de Todos, el resultado sembró dudas y desánimo.
Por lo bajo, los cristinistas se encargaron de difundir que “los peronistas” (por Caserio, Martín Gill y Olga Riutort) no le sumaron “nada” al espacio que lideran Alberto Fernández, Cristina Fernández y Sergio Massa
El resto de los dirigentes frentistas se recostó en que la debacle del Frente de Todos fue “general”.
“Si perdimos en todos lados, no podían esperar que sacáramos un buen resultado en Córdoba”, argumentó un dirigente que proviene del PJ cordobés.
Caserio y Gill trataron de enviar a su tropa un mensaje con alguna cuota de esperanza. “Ahora hay que redoblar el esfuerzo”, coincidieron.
A partir de hoy, habrá muchas deliberaciones entre los principales referentes. El eje que se expuso en los discursos de campaña estará en el centro de las discusiones internas.
“Hay que mostrar todo lo que la Nación está haciendo en Córdoba y que Schiaretti invisibiliza”, insiste Olga Riutort.
Otros de los cuestionamientos internos es que el presidente Alberto Fernández no haya venido a Córdoba a hacer campaña.
El jefe del Estado se concentró en Buenos Aires, junto a Cristina Fernández, y el resultado también fue adverso.
Con climas opuestos, los dos espacios peronistas comenzarán este lunes a evaluar los resultados y la estrategia de campaña, apuntando al 14 de noviembre.
Las diferencias son tan grandes como las que surgen de las disímiles cosechas de votos de ayer: el schiarettismo tiene un plan claro, mientras que en el Frente de Todos, todo se vuelve a discutir.
