El dólar apunta a cerrar julio con un aumento del orden de 7%, pero por el momento ese movimiento no se trasladó a los precios, según se desprende de datos preliminares de consultoras privadas.
El mes arrancó con la divisa en $ 1.215 y las turbulencias comenzaron a mediados del período cuando el Ministerio de Economía y el Banco Central (BCRA) avanzaron en la eliminación de las LEFI. En ese momento, quedaron $ 10 billones “sueltos” que primero impactaron en la tasa de interés y luego presionaron sobre el dólar.
En pocos días el valor de la divisa se instaló en la zona de $ 1.300, que al parecer es una cotización que el gobierno quiere defender.
Agentes del sistema financiero reportan a diario operaciones por montos poco habituales en los mercados de futuros del dólar que vinculan directamente con intervención oficial.
La sensación es que la conducción económica pretende que $ 1.300 sea un techo. Este objetivo estará bajo una muy fuerte presión en los próximos meses por la caída de la liquidación del sector agropecuario y la dolarización pre electoral.
A juicio del economista, Ricardo Arriazu, uno de los más respetados por el presidente, Javier Milei, el gobierno tiene herramientas suficientes para que el billete no quiebre ese valor, según expresó en un reciente seminario de finanzas.
La teoría del equipo económico es que en ese valor el traslado a precios es mínimo y que puede sostenerse el proceso de desinflación.
Sobre el cierre de julio, las estimaciones van en ese sentido.
“El elemento distintivo de este gobierno frente a otros, es que hoy la lucha contra el pass through incluye la posibilidad de importar libremente. Eso les impone a las empresas un desafío mucho mayor. Es una economía mucho más exigente para el sector privado”, evaluó la consultora PPI.
Parte de ese efecto se estaría verificando en el mercado.
Para LCG, pese a la suba del dólar en el mes, las expectativas de inflación se mantienen ancladas en torno a 1,5-2%. Su informe semanal reveló que en la cuarta semana de julio los precios de los alimentos subieron 0,2% lo cual da un promedio para las últimas cuatro semanas de 1,4%.
A la empresa Analytica le da un mejor escenario, según su relevamiento los principales productos de la canasta alimenticia tuvieron en la semana final del mes una baja de 0,3%. Esto fue producto de caídas de 5,7% en verduras y 0,7% en frutas. Para la evaluación mensual el alza sería del orden de 1,9%.
Eugenio Marí, economista de Libertad y Progreso, señaló que “el relevamiento de precios que hacemos por ahora no muestra que haya habido un traslado significativo del tipo de cambio”.
“Esta es una diferencia importante respecto a lo que se ha visto en el pasado, y se debe a que hoy las expectativas de inflación están ancladas a la baja y hay perspectivas de que el valor del peso se va a estabilizar”, añadió.
Marí afirmó que “mientras la volatilidad sea percibida como transitoria, el pass trough del tipo de cambio a precios se mantendrá bajo porque no tiene sentido subir los precios si al corto tiempo van a tener que bajarlos”. Para esta consultora, la inflación de julio también estará por debajo de 2%.
El análisis de EcoGo que dirige Marina Dal Poggetto apunta en el mismo sentido. Su informe muestra que en la última semana del mes los precios de los alimentos se mantuvieron estables, con una suba mensual de 1,5%. Cuando se incorporan los otros sectores, la inflación mensual estimada es de 1,8%.
Si bien, en términos generales resulta positivo el acotado impacto en los precios de la suba del dólar, la inflación de julio estaría por encima de junio cuando fue de 1,6%.
Cabe recordar que en este mes se produjeron dos aumentos de la nafta, lo cual golpeó en forma directa en todas las estructuras de costos. A principio de mes se aplicó un aumento de 3,5% y a mediados se añadió un segundo de 2,5%, lo cual redondeó un incremento total de 6%. También se produjeron aumentos en servicios públicos que afectaron los costos de producción y comercialización.
De allí que el limitado traslado a los precios también permite abrir el debate sobre la posible existencia de una inflación reprimida que no puede pasarse a las góndolas debido a la debilidad del consumo.