Un precio de la economía que nunca dejó de actualizarse, ni aún en los períodos de mayor congelamiento en los servicios durante los gobiernos del kirchnerismo, es el del gas envasado en tubos de 45 kilogramos.
En diferentes etapas tanto de los dos gobiernos de Cristina Fernández como presidente (2007-2011 y 2011-2015) como en el encabezado por Alberto Fernández (2019-2023), ese formato de siempre quedó liberado al mercado.
En cambio, se fijaron distintos programas para atender la garrafa social de 10 kilogramos, por considerar que su uso era el más difundido entre las familias de escasos recursos.
Sin embargo, el cilindro grande es muy utilizado en los hogares de clase media y media baja, que muchas veces carecen de la posibilidad de acceder y pagar otras opciones, como los “zepelín”.
Desde el vamos, presenta dos características diferentes a las garrafas de 10 y 15 kilos. La primera es que no se trata del mismo gas: los tubos llevan propano y las garrafas, butano.
La segunda es que el cilindro no es fácilmente transportable por lo cual el servicio es a domicilio con empresas privadas que lo llevan e incluyen el traslado en el precio.
Pese al desarrollo de gasoductos troncales, se estima que en la provincia de Córdoba, el 40% de la población no tiene acceso a la red de gas domiciliaria y por lo tanto deben adquirir gas envasado.
Comparaciones odiosas
En los próximos días, el Gobierno iniciará un proceso de recomposición de las tarifas de gas natural domiciliario, con incrementos de hasta un 300% en las tarifas que actualmente abonan los usuarios.
Pero aun así, la desproporción de precios frente a quienes deben utilizar gas envasado está fuera de cualquier parámetro de correlación.
Un tubo de 45 kilogramos de propano equivale a 59 metros cúbicos de gas natural. Tras el último aumento producido una semana atrás, ese cilindro puesto en el hogar quedó en un precio que va de los $35.000 a los $39.000, según la distribuidora.
Una factura de Ecogas con un consumo similar al descripto, 54 metros cúbicos (el más aproximado que pudo conseguir La Voz), da un valor de $ 1.523 para un usuario de la categoría R3-1. Ese valor incluye un subsidio por el régimen de zona fría, que implica una rebaja de $1.011.
Es decir, si ese subsidio no existiera, el usuario de gas domiciliario continuaría pagando menos de $3.000, casi 1.200% menos que el usuario de gas en cilindro. Pero en realidad, como efectivamente paga $ 1.523 la diferencia es de un escandaloso 2.400%.
Con el incremento que, según lo anunciado por el Gobierno, se aplicará desde mayo, por el poder calórico que hay en un tubo de 45 kilogramos, el usuario de gas natural domiciliario pagará, como máximo, $ 4.500. La diferencia caerá 844%.
Con las fechas del aumento para la red domiciliaria, hay otro punto para comparar. Regirá desde el mes próximo, cuando el usuario de tubos de 45 ya desde febrero abona el precio cercano a los $ 40 mil. Es decir, en dos meses, habrá abonado lo que el cliente del servicio domiciliario pagará en todo el año por el mismo consumo.
Es obvio que un usuario residencial con gas natural no es culpable de la desproporción, pero el cuadro marca claramente los enormes desajustes energéticos que se produjeron en la Argentina durante los últimos años, al amparo de los subsidios.
Mientras tanto, la garrafa de 10 kilogramos tiene un precio que va de los $ 7 mil a los $ 8 mil, con un promedio de $ 7.500. La diferencia varía en las zonas donde se la comercializa y también según si es retirada en un puesto de venta o trasladada al domicilio del cliente.
Es probable que, como siempre ocurre con la estacionalidad, en el invierno vuelva a verificarse un incremento de precios para acercarse a los $ 10 mil y no se conoce que el Gobierno vaya a aplicar algún freno.
Finalmente, en el caso del gas para garrafones o zepelín, a granel, por estos días se comercializa en Córdoba a $ 1.230 o a $1.250 el kilogramo, lo que arroja un aproximado de $ 615 a $ 630 el litro. Con estos valores, llenar un garrafón de un metro cúbico oscila en los $ 125 mil.
