Primero lo primero. Luego, llegará lo segundo. Es una verdad de Perogrullo. Sin embargo, para una investigación es algo central. Sobre todo, para trazar un norte. Sobre todo, si lo que se pretende es esclarecer un asesinato mafioso y dar con los matones que lo ejecutaron. Por lo general, los mafiosos no actúan porque sí. Lo hacen motivados por algo o por alguien que pagó algo.
En la causa por el pavoroso asesinato de Gabriela Pérez, la joven de 24 años alcanzada por balazo 9 milímetros mientras participaba de un almuerzo durante un acto gremial en el club Yapeyú de Córdoba capital, la sospecha central es que actuaron matones enviados por alguien.
Y a cambio de algo.
No hay detenidos ni imputados por el momento.
Sin embargo, la causa avanza y bajo siete llaves.
Los pesquisas trabajan en lo primero: identificar al hombre de ropa azul y con gorra que disparó siete veces con pistola hacia donde estaba un grupo de hombres en la puerta del club Yapeyú.
Uno de los impactos fue el que terminó dando en Gabriela. La joven mamá, ajena a todo, almorzaba detrás de una ventana en el salón.
No era la destinataria del proyectil.
Tras los disparos, efectuados con pasmosa impunidad, el sicario de la gorra salió corriendo hacia una calle lateral y se trepó a un auto donde otros cómplices lo esperaban.
No está claro cuántos eran: si cuatro o cinco. Pero eran varios. O eso dijeron algunos testigos. No se descarta, incluso, que otro vehículo haya estado de apoyo incluso.
Una vez que los y las investigadoras (y la fiscal Silvana Fernández que los coordina) tengan lo primero, irán por lo segundo: rastrear quién fue el instigador de ese ataque y por qué.
Desde el primer minuto que pasó todo, la sospecha central de este alevoso asesinato es que todo fue una demencial consecuencia de la pelea entre el Soelsac (el gremio de los trabajadores de limpieza) y el Surrbac (el sindicato de los recolectores de residuos(. Los comicios son en octubre y el exlegislador Franco Saillén quiere destronar a Sergio Fittipaldi, quien conduce el Soelsac desde hace más de una década y media.
Desde el Soelsac, vienen señalando abiertamente contra el Surrbac por su supuesta responsabilidad con el asesinato de Gabriela. Y hay más. Fittipaldi y los suyos ya habían denunciado varias veces a sus rivales por presuntas amenazas y episodios de violencia varios.
Franco Saillén, hijo de Mauricio Saillén, ha negado todo, lanza los dardos contra su rival Fittipaldi y reclama justicia por Gabriela.
En el medio de esta pelea por manejar las arcas de un gremio que cuenta con 20 mil afiliados, están la familia y los allegados de Gabriela, quienes exigen que caigan todos los involucrados en el crimen.
Dalma, una hermana de la víctima, habló en nombre de su familia y dijo que este crimen se podría haber evitado, cargó contra el Soelsac por “obligar” a ir a sus afiliados a los actos y exigió que caigan los culpables.
Allegados del Surrbac están contactando a la familia de Gabriela para hablar y apuntan a “responsables” de un club de fútbol.
La hermana de la víctima viene insistiendo que el sábado, a las 14.40, cuando sucedió todo, hubo fuego cruzado.
La mujer insiste en que, si bien un hombre hizo disparos desde la vereda de calle Juan Roqué, desde el interior del club Yapeyú (cerca de donde está el asador), también hicieron disparos contra la calle.
Una filmación de una cámara de seguridad capta al sicario de gorra disparando contra unos hombres que estaban en el portón del club. Hubo corridas. Como ya se dijo, otro de los disparos fue el que alcanzó a “Gaby”, quien, ajena a todo, se disponía a almorzar junto con su hermana, en una mesa.
No hay pruebas, por ahora, de que los hombres que estaban en el club Yapeyú hayan estado armados. No hay pruebas. Eso no quiere decir que no puedan surgir luego.
Fuentes de la pesquisa señalan que, por el momento, no hay elementos para pensar en un enfrentamiento entre dos grupos el sábado a la siesta, cuando pasó todo.
Puntero láser y balas
Los pesquisas insisten en que los disparos fueron desde la calle y para “asustar”. De todos modos, en ámbitos investigativos, no pasa por alto tampoco que el sicario de gorra apunta directo contra la humanidad de quienes estaban en la puerta del club, cerca del portón.
No fueron disparos al aire o al piso. Fueron a la cabeza.
No hay dudas en la investigación de que Gabriela recibió un disparo por estar en el lugar y el momento equivocados. Así como cayó ella, podrían haber caído más personas.
Dos disparos terminaron en un muro. Otros en un portón.
“Es un hecho muy grave, muy lamentable”, dijo este lunes la fiscal Fernández, a cargo de la causa, en la escena del crimen.
La funcionaria obviamente no quiso brindar detalles sobre la investigación. Una de las medidas que supervisó fue la labor de los peritos de la Policía Judicial que trabajaron con un puntero láser para medir direcciones de los balazos.
El día del crimen se hallaron siete casquillos 9 milímetros.
A su vez, se encontraron dos balas enteras que al sicario se le cayeron. Todo ese material fue remitido a los laboratorios de Policía Judicial.
Furia, incidentes y tensión
La familia de Gabriela explotó de furia porque en el club Yapeyú, el mismo domingo y a pesar de lo sucedido horas antes, hubo una fiesta de cumpleaños. Aseguran los familiares que no hubo custodia del lugar ni de las pruebas. En contraposición, fuentes de la causa señalaron que sí hubo preservación de la escena.
El domingo a la noche hubo incidentes frente al club. La Policía respondió con balas de goma.
El lunes, varias personas agredieron a algunos vecinos del barrio por tener vínculos con un gremio.
El lunes a la tarde, la familia de Gabriela marchó por el Centro en reclamo de justicia. Todo fue seguido de cerca por la Policía.
Mientras tanto, los pesquisas buscan y secuestran filmaciones de cámaras de seguridad (ya hay varias), se “peina” la zona en busca de testigos, se entrevista a todo aquel y aquella que haya estado en el lugar, y se los convence para que declaren. También se analizan redes, se buscan informantes y se hacen distintas averiguaciones.
“La causa está encaminada”, alcanzó a decir una fuente de la causa.
De todos modos, primero lo primero.
