Los productores empezaron recién a levantar la cosecha de soja: apenas el 10% fue trillado y, en una semana, el panorama cambió drásticamente, con buenas y malas a la vez.
La buena es que el Gobierno unificó el tipo de cambio: desapareció el dólar blend y se levantaron (parcialmente) las restricciones vigentes para el acceso a los dólares. Así, el productor que vendía hasta el viernes 11 de abril a 1.125 pesos (menos retenciones del 26%) ahora puede vender a la cotización libre, que se fijó entre 1.000 a 1.400 pesos.
La mala es que el presidente Javier Milei, en una torpe a innecesaria bravuconada, le dijo al sector que se apure en liquidar porque el 30 de junio se terminan las retenciones reducidas y la soja, por caso, volvería a tributar el 33%.
Pero esa, podría juzgarse, como “la mala menor”. Lo peor es que hay altas chances de que el dólar llegue a los mil pesos o los perfore, con lo cual, se desplomaría el valor de la producción agrícola y se estaría peor que antes de la liberación del cepo.
Por partes
Veamos. La eliminación del blend mejoró marginalmente el tipo de cambio al que cotiza la producción agrícola, dado que en los últimos días había subido por el nerviosismo en la plaza por las versiones de bandas cambiarias y la suba de los dólares libres. Visto en perspectiva, es una buena noticia.
“Desde el lunes 14 de abril nuestro poder adquisitivo en dólares ha aumentado, estábamos cobrando 10% menos equivalente dólar billete de lo que estamos cobrando hoy”, reconoce el productor Gabriel de Raedemaeker, exvice de Confederaciones Rurales y expresidente de Cartez.
El campo cobraba por sus liquidaciones a un tipo de cambio híbrido, llamado blend, que se componía 80% de la cotización oficial y 20% del Contado con Liquidación. El viernes 11 de abril cerró en 1.125 (por la suba del CCL) pero venía por debajo de los 1.090 y en el primer día sin cepo debutó a $ 1.200.
De eso, el productor recibe 888 pesos y con eso debe hacer frente al arrendamiento (el 80% de las tierras están alquiladas), el pago de insumos, vivir y guardar plata para la próxima campaña, donde vuelve a iniciar el ciclo de inversión. Y si quería dolarizarse, debía ir a los dólares libres que estaban arriba de los 1.300 pesos.
“Veo mal las expresiones del Presidente, cayeron muy mal. Los productores no liquidan, son los exportadores los que liquidan”, dice de Raedemaeker.
“Hizo ruido. Hay que entender que es un tema de semántica. Los productores no liquidamos. Los que liquidan son los exportadores. Nosotros entregamos nuestro producido y ellos liquidan”, coincidió Nicolás Pino, presidente de la Sociedad Rural Argentina.
De la campaña anterior, el 95% ya fue entregado.
¿Fue un mensaje a los exportadores entonces? Puede ser. O puede que haya un enorme desconocimiento sobre cómo funciona el cadena agroindustrial. Mientras tanto, la oposición en Diputados prepara una contraofensiva e impulsa un proyecto de ley para dejar sin efecto la suba de esos tributos a partir de julio.
Enviados por el gobernador Martín Llaryora, los diputados Carlos Gutiérrez y Alejandra Torres presentaron una propuesta que le impide al Ejecutivo restablecer o aumentar derechos de exportación durante el año 2025 sin intervención del Congreso. Si esta iniciativa es convertida en ley antes del 30 de junio, Milei se verá imposibilitado de subirlas.
Por la falta de votos propios y por el peso político que las retenciones tienen en las provincias sojeras, podrían conseguirse los votos para que ese proyecto sea aprobado.
Cuestión de números
“No imagino al Presidente volviendo a aumentarlas, sobre todo en un año electoral, en vísperas del discurso de la Rural, donde va a estar frente a los productores y en virtud del enorme peso de las promesas de campaña que hizo sobre la eliminación de los derechos de exportación. Pero tampoco podemos dejar de soslayar que es un Gobierno que se guía por los números y poco le importa la situación productiva del sector agropecuario. Esta disminución temporal ha sido con fines recaudatorios y no con fines de promoción productiva”, dice De Raedemaeker, mezclando deseos con realidad.
Pero supongamos que las amenazas no hacen mella. ¿Le conviene al productor apurarse a liquidar?
“Si el productor mira los costos de comprar/reponer bienes y servicios habituales, puede estar dudando respecto a ir o no a Rosario a vender granos. Pero si el objetivo de vender granos es dolarizarse, entonces este precio le puede servir. Estaría comprando más de 270 dólares libres por cada tonelada, cerca de los picos de poder adquisitivo del último año y medio”, dice el economista Jorge Vasconcelos, del Ieral de la Fundación Mediterránea. Sin brecha, los números cierran mejor.
¿Y si el dólar se acerca al piso de la banda, es decir, los mil pesos? ¿Y si la perfora? Si bien el escenario no podría ser peor que antes de las medidas, porque la brecha es mínima (los particulares tienen acceso al dólar libre, pero las empresas deben seguir yendo al CCL) podría ser malo.
El punto crucial es si los costos dolarizados que tiene el campo van a bajar en la misma proporción que baje el dólar oficial.

“Veo factible que ante la andanada de dólares que puedan seguir entrando a la economía el dólar esté en mil o por debajo, pero si nuestros insumos, incluido el combustible, se ajustara a la baja, no tendríamos un daño producto de la disminución del precio de nuestra mercadería”, dice el productor cordobés de Raedemaeker.
El temor del sector es que todos los costos dolarizados queden igual y no acusen recibo de la baja en las cotizaciones del dólar.
Acá entra en juego lo que pueda hacer (o no) el Banco Central. “La discusión no es si toca o no ese piso. Es si logran comprar 4,8 billones hasta junio barrenando en el piso”, dice Vasconcelos.
En este punto hay diferencias entre lo que dice el FMI y lo que dice el Gobierno. Según el FMI, el Central debería comprar dólares dentro de la banda para cumplir la meta de acumulación de reservas. Si hiciera esto, ayudaría a que no baje tanto el tipo de cambio.
Plan 911
Pero Milei y su equipo económico han dicho que comprarán cuando baje de mil pesos. Trascendió incluso que lo llaman “plan 911”. Si eso ocurriera, podríamos ver una mayor apreciación del tipo de cambio real que antes de la salida del cepo. “Esto implicará tasas de interés más altas para seguir sosteniendo el carry trade. Es decir, menos actividad y menor competitividad”, advierte Miguel Kiguel, titular de la consultora Econviews.
“Mientras más nos acerquemos al piso de la banda, más tasa de interés se requerirá para asegurar la rentabilidad de las operaciones de carry trade, que son las que se espera que alimenten la oferta de dólares en las semanas por venir. Pero una tasa de interés cada vez más elevada tendría severos efectos colaterales, enfriando más de la cuenta el nivel de actividad y engordando el costo de las renovaciones de deuda pública”, coincide Vasconcelos.
¿Liquidará el campo así? ¿Las inversiones vendrán a ese tipo de cambio? ¿No va a contramano este plan en un mundo en alerta por la guerra arancelaria?
Todas preguntas en el aire que surgen en el pos de la gran noticia de la semana, que fue el debut sin sobresaltos de una cierta normalidad cambiaria.