Córdoba volverá a tener este domingo un rol clave. Este lunes, el próximo gobernador, Martín Llaryora, comenzará a desandar el camino que el saliente, Juan Schiaretti, trazó en la política nacional con su pacto de no agresión con Javier Milei y Mauricio Macri y su bombardeo permanente a Sergio Massa, el ministro “del Gobierno kirchnerista”.
El próximo presidente ajustará, con motosierra o con cuchillo eléctrico, y sobre esa realidad deberá cabalgar Llaryora. Nada de lo que suceda este domingo pasará inadvertido en la próxima gestión provincial, con un efecto derrame hacia el Palacio 6 de Julio.
El destino de los 867.447 votos que cosechó en Córdoba Schiaretti en octubre será una señal clara de qué piensa el electorado fidelizado del peronismo cordobés.
Esa será la primera incógnita que se despeje desde la ingeniería electoral: cuánto crece Sergio Massa, de aquella magra cosecha de 309.044, la peor del peronismo nacional en este distrito hostil para con sus candidatos. En el 2015, Daniel Scioli obtuvo 616.002 votos, el 27%.
En paralelo, la otra gran incógnita es si Javier Milei podrá acercarse al 70% de los votos, la cosecha que logró Mauricio Macri en el balotaje anterior, y que lo depositó en la Casa Rosada. Para ilusionarse con ese número, deberá retener la totalidad de los votantes de Patricia Bullrich.
En ese mar de especulaciones navega la política cordobesa.
En el peronismo cordobés se descuenta que en un eventual desembarco de Milei en la Rosada, schiarettistas serán convocados. Guillermo Francos, el virtual ministro de Interior del economista, lo blanqueó en una entrevista con La Voz: ”Me gustaría una Argentina conducida con gente como la que integra el equipo de Schiaretti”.
Sin desafiar abiertamente a Schiaretti, Llaryora envió palomas mensajeras al campamento de Massa:la futura ministra Liliana Montero, los funcionarios municipales Juan Domingo Viola y Enzo Cravero y el presidente del bloque de concejales, Marcos Vázquez, se expresaron públicamente por el candidato de Unión por la Patria. Sin embargo, la definición explícita del gobernador que asume en 20 días nunca llegó.
Mientras la dirigencia opositora se entretenía y desangraba internamente por tal o cual apoyo a Milei o Massa, Llaryora –sin esperar la disolución de Juntos por el Cambio– decidió fulminar la franquicia local de la coalición: le arrebató al PRO a su principal figura, Pedro Dellarossa.
La reconfiguración opositora también comenzará cuando se sepa quién es el próximo presidente.
Un ejemplo, sólo por mencionar uno: Soher El Sukaria podría ser funcionaria nacional si Milei es presidente o concejala de la ciudad si el vencedor es Massa, situación esta última que la llevaría a convivir con el viceintendente Javier Pretto, titular del Concejo, quien fue presidente del PRO hasta que cerró un acuerdo personal con el llaryorismo. Ambos, El Sukaria y Pretto, apoyan a Milei.
Este domingo también se verá el compromiso real de Luis Juez con Milei: prometió alimentar con su tropa la fiscalización que organiza el PRO, con Laura Rodríguez Machado como referente.
Los jefes del radicalismo, no se jugaron abiertamente, pero dieron señales concretas: Rodrigo de Loredo trató al candidato libertario de “chanta” con ideas “precarias” y Mario Negri pidió “no romper un pacto democrático y retroceder”. Pese a los gestos de Massa hacia Río Tercero, el intendente de esa ciudad, la principal que gobierna la UCR, Marcos Ferrer, no devolvió gentilezas en público: dijo que votará en blanco.
