Desde 1960, cuando Tita Merello interpretó por primera vez el tango ¿Dónde hay un mango, viejo Gómez?, la apelación sigue teniendo vigencia. Hoy, contar con pesos en la mano supone una enorme recompensa para sus tenedores.
La letra de Ivo Pelay desafía a “financistas” y a “periodistas” a dar noticias sobre el paradero de los “mangos”, que son difíciles de encontrar entre familias y empresas. Un calco de la realidad actual.
El Banco Central puso en marcha la aspiradora para “secar la plaza”, según la jerga financiera, y que esos billetes no vayan al dólar, la gran obsesión del gobierno de Javier Milei.
El objetivo es que el dólar esté quieto, en torno de un valor de $ 1.300, hasta las elecciones en la provincia de Buenos Aires (7 de septiembre) y las legislativas nacionales (26 de octubre).
Todo lo demás se sacrifica.
El costo de los pesos
El Gobierno consiguió el miércoles último renovar sólo el 61% de una deuda de $ 5 billones, por lo que dispuso que el remanente fuera inmovilizado en encajes remunerados desde el próximo lunes.
Los bancos no podrán disponer de ese dinero, y a cambio recibirán letras de capitalización (Lecap), que, como su nombre lo indica, capitalizan los intereses (entre 60% y 70% anual).
Esos rendimientos no afectan el superávit financiero, pero sí engrosan el stock de deuda, que la actual administración viene incrementando desde sus comienzos.
En el mundo financiero, hay una sentencia contundente sobre las idas y vueltas en torno a lo que sucede desde hace un mes: “Es un desastre lo que hicieron”.
La referencia alude a que el Banco Central (BCRA) decidió eliminar el 10 de julio último las letras fiscales de liquidez (Lefi), que contenían unos $ 15 billones, con el objetivo de que esos fondos fueran a las Lecap.
Así sucedió con una parte de esos recursos, pero otros se dirigieron al dólar, como resguardo ante la incertidumbre que generaba la decisión, que buscaba eliminar la tasa de referencia de la política monetaria por la tasa mayorista de Argentina (Tamar).
Tamar es el promedio de los plazos fijos mayoristas de más de $ 1.000 millones a más de 30 días. Algunos atribuyen esa estrategia a Milei, aunque las críticas apuntan al titular del BCRA, Santiago Bausili, y al ministro Luis Caputo.
Resultado final: el Tesoro paga tasas de entre 60% y 70%, mientras los bancos y las billeteras virtuales ofrecían el jueves entre 44% y 42%, respectivamente, por plazos de 30 días o de 28 días.
La economía real
Esos niveles de tasas destrozan la posibilidad de financiar el consumo a través de créditos personales o de la tarjeta de crédito, que operan con una tasa real (sumados intereses e impuestos) de entre 140% y 200%.
“Si alguien se endeuda a esa tasa, no la va a poder pagar”, sentenció ante La Voz el funcionario de un banco líder.
La realidad le da la razón: la mora subió al 5%. Aunque es un indicador aceptable, viene en aumento luego de haber estado entre 2% y 3% a comienzos de año.
“Una pyme no puede tomar un descubierto bancario a tasas del 80%”, añadió otro financista de la plaza local, que dedica los días no laborables a evaluar las resoluciones del Central y la marcha de la coyuntura.
Una tasa tan elevada también afecta los créditos para evolución y nuevas inversiones, con lo cual la actividad, que había registrado una mejora en julio, podría estancarse desde este mes.
La necesidad de pesos no es un fenómeno que sólo preocupa a las familias, que prácticamente no registran mora en el pago del alquiler, convertido hoy en la primera deuda que se cancela en el hogar, según el Colegio Profesional de Inmobiliarios (CPI).
El Banco de Córdoba realizará el martes próximo un roadshow para colocar obligaciones negociables (ON) I y II, en pesos y en dólares.
Esos instrumentos, a un año de plazo, le permitirían no estar alcanzado por los encajes, lo que facilitará el otorgamiento de créditos personales e hipotecarios, hoy casi cancelados en la práctica.
La dirigencia política está enfrascada en los comicios de Buenos Aires, de acá a tres semanas, y en la elección legislativa nacional, en 70 días.
La voz de Tita Merello recuerda, por contrapartida, que Argentina sigue sin resolver sus grandes dilemas, 60 años después.